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Crónica de la batalla que los ateos le ganaron al Padre Chucho

Jesús Hernán Orjuela no podrá seguir usando el Parque Castilla de Bogotá para realizar sus multitudinarias misas los domingos

El reconocido padre Chucho ha anunciado que se irá del país a hacer un curso de exorcismo al Vaticano. Tras aquella decisión se encuentra la derrota que sufrió tras no poder seguir tomándose un parque público para sus multitudinarias y ruidosas misas campales. Esta es la historia de cómo se recuperó el Parque de Castilla.

Por casi tres años, los vecinos del barrio Castilla tuvieron que aguantar el ruido de un equipo profesional de audio todos los domingos en su parque, la imposibilidad de poder hacer uso de esta zona verde –llena de sillas plásticas por las que se cobraban $1.000 pesos para su uso– la invasión por vendedores ambulantes y de las vías que se convirtieron en parqueaderos de las decenas de feligreses venidos de todas partes. Las quejas se elevaron desde el 2013, cuando el padre Chucho llegó de Marsella, de donde lo habían sacado por idénticas razones.  No obstante, la parsimonia de la Alcaldía de Kennedy y de la Policía tomaría casi tres años, hasta que llegaron las acciones de un par de grupos organizados de ciudadanos.

Dos organizaciones de ateos, la Asociación de Ateos de Bogotá y la Corporación Bogotá Atea, ambas nacidas en este 2015, coincidieron en la preocupación por el uso sin permisos de espacios públicos para misas. Encontraron que en estos casos las autoridades preferían no actuar porque la Iglesia tiene privilegios para saltarse la ley. De todos los casos mapeados, uno sobresalía sobre los demás: El del padre Chucho. Una investigación hecha por Noticias Uno en 2013 mostraba que este sacerdote decía estar por encima de la ley y no tener que pedirle permisos a nadie.

Con este precedente ambas ONG empezaron por investigar si el padre Chucho tenía los permisos correspondientes para aglomerar personas en el parque. Hallaron que el IDRD, quien tiene la administración del parque, no concedió permiso alguno y que además señalaba que no se podía hacer tal evento. También se encontraron varias mediciones de la Secretaría de Ambiente que mostraban registros de decibeles superiores a los legalmente permitidos, así como reportes de congestión por parqueo en vía realizada por los feligreses llegados de todo Bogotá, mientras la iglesia permanecía vacía. Tras los anteriores hallazgos, las mencionadas ONG procedieron a solicitar a la alcaldía local de Kennedy que hiciera respetar el uso de ese espacio público para lo que fue concebido: el disfrute pasivo del mismo.

Cabe resaltar que ante todo derecho de petición e incluso acciones de tutela la Diócesis de Fontibón, ente administrativo de la iglesia en la localidad, guardó silencio cómplice ante los abusos de su sacerdote.

Tras esto se programó un plantón pacífico para el día domingo 18 de octubre de 2015 con el fin de protestar contra la invasión del parque. Se dio aviso previo a las autoridades así como también solicitaron acompañamiento por parte de la policía pues sabían que serían minoría frente a los fieles.

El Padre Chucho, quien vio los carteles desde su tarima ilegal, pidió a los manifestantes que los retiraran. Como esto no ocurrió, arengó diciendo que volverían más fieles el siguiente domingo y llenarían más el parque. Luego dijo que había recibido información que los manifestantes estaban agrediendo a niñas y abuelitas. Todo esto enardeció a los fieles que arremetieron contra banners y carteleras acusándolos de querer el parque para fumar marihuana.  La policía, que no acompañó el plantón como se le había solicitado por escrito, llegó solo para dejar pasar las agresiones y golpes de los creyentes enfrente de su cara. Los manifestantes pidieron a la policía que evitase el linchamiento, pero, no obstante,  algunos manifestantes terminaron en la URI de Kennedy  y otros a la UPJ donde llegaron fieles de Chucho a poner denuncias por lesiones personales. Lesiones que nunca aparecieron en medicina legal, excepto una. La recibida por un feligrés por otro feligrés en un intento de apalear a un manifestante.

La noticia no habría pasado de una anécdota local, de no ser por el show mediático que creó Chucho el martes siguiente. Rodeado de beatas señoras, con rosarios en mano,  niñas pulcramente vestidas de blanco y una señora sentada en una rymax, el sacerdote afirmó haberse salvado del ataque de una secta. La señora narró que unos hombres de negro con odio en sus miradas, la tiraron al suelo y que iban a matar a Chucho. La forma como el padre narró los hechos generaba la impresión que había sido dentro de la Iglesia. Ante Caracol TV evadió la pregunta de si los hechos tenían que ver con el mal uso del espacio público. La misma presunta agredida en la Fiscalía diría que no reconocía como agresor a ninguno de los manifestantes por los que firmó la demanda. Amén de que Medicina Legal no le encontró un rasguño y no tuvo incapacidad alguna. El detonante de la noticia se dio horas después cuando ante Blu Radio, el sacerdote favorito de Néstor Morales, en sus propias palabras, dijo que lo había atacado los Testigos de Gokú.

Pero como dice el proverbio “el pez muere por la boca”. A tan solo una hora de las declaraciones del sacerdote en YouTube ya estaban recibiendo centenares de visitas los videos que mostraban que eran los que venían de comulgar en la misa se despacharon física y verbalmente contra los manifestantes. Si hubo un vecino que se disfrazó de Gokú, pero bajo con el cartel de “Parque para jugar e iglesias para rezar” como lema.

Tras una nota emitida por Noticias Uno los feligreses del padre Chucho decidieron ir hasta el Centro Comercial Dorado Plaza, sede del noticiero y bloquearlo, afectando la entrada y salida de decenas de trabajadores de los Call Center allí instalados. Mientras tanto, “coincidencialmente” el Padre Chucho estaba en “Día a Día” en Caracol TV hablando de las bondades de su ministerio.

El siguiente capítulo de esta historia se escribió en las instalaciones de la Alcaldía Mayor de Bogotá. Después de varios días de reuniones entre autoridades, feligreses y manifestantes para dirimir las diferencias, se llegó a la conclusión de que el parque debía ser restituido y utilizado para lo que fue hecho: la recreación pasiva y el disfrute de los ciudadanos. Los feligreses pedían a las autoridades que no solo les concedieran el parque todos los domingos sino además los 14 de cada mes. Los ateos de Bogotá Atea afirmaron que estaban allí no haciendo una negociación entre particulares sino una defensa de la norma. El IDRD terminó dándoles la razón: Los parque no son para eventos religiosos masivos y periódicos.

Renglón aparte cabe señalar que dentro de la delegación de la feligresía de Chucho estaba un joven que afirmó ir a la Alcaldía Mayor en representación de la Iglesia “El Lugar de su Presencia” en apoyo del padre Chucho. Este joven que participó en el bloqueo del C.C. Dorado Plaza también le afirmó al alcalde de Kennedy que su iglesia había ganado un juicio contra los ateos. Los manifestantes contactaron a la Iglesia “El Lugar de su Presencia” y encontraron que este joven no hablaba por ellos, ni era parte de sus directivas.

Sin embargo, y a pesar de las conclusiones de dichas reuniones e incluso de los compromisos que hizo el sacerdote Orjuela de no volver a invadir el parque, ¡oh sorpresa! El domingo 13 de diciembre el parque fue invadido nuevamente para celebraciones religiosas del sacerdote y sus seguidores.

Al parecer fue la misa de despedida, porque desde entonces no ha habido actividad religiosa en el parque. Muy juiciosos andan el padre y sus seguidores haciendo misa cada domingo pero ahora donde debe ser: en la iglesia. Tras la merma en la feligresía, la imposibilidad de montar tarima y sonido profesional, parece que el sacerdote se irá al Vaticano a seguir las dudosas y cavernarias clases de exorcismos (¡Como si no existiese psiquiatría y neurología en el mundo!).  Esperemos que el respeto les dure y dejen de violar la ley. Cada cosa en su lugar: Iglesias para rezar, parques para jugar.

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