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Con la mosca detrás del Papa: ‘Vaticano, S.A.’

(Una reseña de Blas López-Angulo).- “El primer pecado de la humanidad fue la fe; la primera virtud, la duda” (Carl Sagan).

Si ponemos en Google "Banco del Vaticano" lo primero que salta a la vista es LAVADO DE DINERO. El banco que se ocupa de todo tiene el piadoso nombre de Istituto per le Opere di Religione, IOR. Recientemente sus barandas han vuelto a las mismas. Su responsable Gotti Tedeschi, parecía el hombre adecuado para regenerar la institución que fundó Nogara en 1942 "libre de consideraciones religiosas". Es el hombre del Santander desde hace 18 años en Italia, de misa diaria y cercano al Opus.

Para el profano que les escribe la perplejidad es múltiple. No sé por donde empezar. Veamos, tal vez, por seguir el orden de la oración, analicemos el sujeto.

Banco del Vaticano. ¿Existe una banca dentro del Vaticano? Propiamente, no. A finales del 2009 el Estado del Vaticano, habida cuenta los escándalos financieros de décadas precedentes (en especial la época de Marcinkus y la quiebra del Banco Ambrosiano) y los 5000 documentos secretos que el libro aquí reseñado aporta, decide aplicar la legislación comunitaria sobre la prevención del blanqueo de capitales. Pues bien, los términos del acuerdo no son sencillos:

"(…) Deberá comprometerse igualmente a adoptar toda la legislación comunitaria bancaria y financiera pertinente cuando se cree un sector bancario en la Santa Sede, si esto sucediese".
Cursiva

¿Qué es entonces el IOR? ¿Y los más de 5000 millones de euros de sus cuentas? (Véase pág. 248 y siguientes). ¿Son para pías causas? ¿O vienen alimentando dictaduras, rebeliones, golpes de estado e intercambios con las mafias, por aquello de que el dinero non odet, no huele? En la práctica es una entidad de crédito incluso con una ventanilla real intramuros en el torreón de Nicolás V que concede préstamos y todos los servicios adicionales que demanda su clientela.

En este pudor hacia el dinero, que visto el misterio contable de sus balances más parece ocultación, ofrecen una competencia desleal a la altura de los mayores paraísos fiscales: privacidad, generosos intereses exentos de impuestos y la inaccesibilidad de las cuentas escudadas bajo la no injerencia de los demás estados soberanos (2). ¡Un banco offshore!, por usar uno de los anglicismos a los que son tan dados los italianos.

Nos toca ir al predicado: LAVADO DE DINERO, corrobora Google. En el Paraíso, Dante pone en boca de san Pedro estas palabras dirigidas a un ángel. "Si debes errar, que sea por bondad".

Obras son amores y no buenas razones o sermones en este caso. Se sabe de acciones purpuradas que son inversiones bursátiles que datan desde tiempos de Mussolini: balas para el ejército en Abisinia, preservativos también para África. "Si debes errar…" Al menos, a pesar de la incoherencia doctrinal, pueden paliar -bondadosamente estos últimos- los desatinos papales.

Pasado y presente. El pasado no sólo son errores, salvo que se quiera caer en el cinismo de tantos políticos (3) y considerar así la larga lista de crímenes y cadáveres. Sin remontarnos a siglos pasados, sino sólo a las últimas décadas:

Gianmario Roveraro, Juan Pablo I, Giorgio Ambrosoli, Mario Tronconi, Emilio Duchi, Lorenzo Leone, Gabriele Cagliari, Raul Gardini, Emanuela Orlandi y Mirella Gregori, el comandante de la Guardia Suiza Alois Estermann, su mujer Gladys Meza Romero y el vicecaporal Cedric Tornay, Michele Sindona, Roberto Calvi, "el banquero de Dios" et alii. Roberto Rosone, vicepresidente del Banco Ambrosiano, acusó ante los jueces a Calvi de ser el responsable de un atentado contra su vida, en el que resultó muerto un neofascista; el padre Giovanni DaNicola, el mercenario Vincenzo Casillo, Graziella Corrocher, Giuseppe Dellacha, Mino Pecorelli, Antonio Varisco, Boris Giuliano, los cardenales Jean Villot, Sergio Pignedolli, Egidio Vagnosi, Peride Felici y Giovanni Benelli et alii...¿Suicidios, "muertes naturales" por ingerir cianuro o bien a causa de disparos con armas de fuego…?

Tal vez los criminales errores y simonías partan de una Caridad mal entendida. "La caridad cubre multitud de pecados" (primera epístola de San Pedro, cap. 4, 8). Fondos del monseñor de Bonis para "luchar contra la leucemia", "Ayuda a los niños pobres". No consta que se haya dedicado parte del dinero a "obras de caridad" (investigación interna del propio Vaticano).

Sin duda, que la encíclica Caritas in Veritate de Benedicto XVI debe de arrojar mucha luz para su buen entendimiento, si nos tomáramos la molestia de leerla. Cosa que prefiero presumir a comprobar. La misma luz que estas palabras suyas que cito de su época de cardenal para comprender la naturaleza del sujeto de la Oración (gramatical) que venimos analizando:

Por eso hoy la Iglesia se ha convertido para muchos en el principal obstáculo para la fe. En ella sólo puede verse la lucha por el poder humano, el mezquino teatro de quienes con sus afirmaciones quieren absolutizar el cristianismo oficial y paralizar el verdadero espíritu del cristianismo.Joseph Ratzinger, Introducción al cristianismo, Salamanca, Sígueme, 1970, pág. 301.

Con más conocimiento de causa podría el hoy Papa ratificar por qué vemos ese "rostro de la Iglesia santa a través de su faz deformada" de la que él mismo hablaba hace 40 años.

Proseguimos la reflexión sobre el sujeto en sí, el Vaticano. Cuando Mussolini reconoció la soberanía de la "Ciudad del Vaticano", el nuevo estado aprobó una ley fundamental(ista) que la reforma del año 2000 no aprovechó para cambiar. Me da que su texto, que es aplicable para el siglo XXI, no responde a los cambios políticos acontecidos después de la caída del Duce en su país y en el mundo:

"El sumo pontífice, soberano del Estado Ciudad del Vaticano, tiene la plenitud de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial".

Decía lord Acton precisamente pensando en estos sucesores del Imperio Romano, a menudo falsos apóstoles, que el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente.

En consecuencia, armonizar sus leyes y prácticas con las de la Unión Europea, de la que es inquilina, no parece tarea fácil, por mucha buena voluntad aparente que manifiesten. La prueba son los 23 millones de euros que la Fiscalía de Roma denuncia en la noticia "de actualidad" con que abría esta reseña del libro del periodista Gianluigi Nuzzi. 

Para los ávidos de truculencias de espionaje, conexiones con la mafia, etcétera, no esperen hallar sino las inevitables que, cierto, no son pocas (vg: la logia masónica P2 de Licio Gelli, el mafioso Sindona). Al lector le espera más bien una línea farragosa, propia de seguir la pista a gruesos movimientos bancarios. Es lo que tiene investigar este tipo de delitos, y puede que también pecados. Los propiod de un paraíso fiscal.

Queda una pregunta evidente: ¿Cómo tamaña y gravísima documentación llegó hasta el autor? O lo que es parecido, ¿cómo es que la poderosa Iglesia no pudo impedirlo? Un dato. Nuzzi ha trabajado o trabaja -la solapa del libro no lo precisa- para Il Giornale y Panorama, ambas a las órdenes de Berlusconi. Es sabido que este no pasa por sus mejores momentos. Quizá le haya tentado no desperdiciar la ocasión de que a su vecino de la margen derecha del Tíber le suceda otro tanto. Más que nada por precaución propia de vecinos. Al llamado cavaliere le siguen lloviendo lolitas (¡otro que tal baila!) y el mensaje cruzado puede ser diáfano: los sermones y las encíclicas que los cumpla Su Santidad.

(1) "Vaticano, S.A." de Gianluigi Nuzzi, ed. Martínez Roca, 2010, 19,50€.
(2) Las últimas investigaciones son posibles porque desde 2003 por sentencia del Supremo, los tribunales italianos pueden fiscalizar sus cuentas e incluso bloquearlas como así han hecho.
(3) Por cierto, entre los beneficiados por esas cuentas secretas figura el siete veces presidente Andreotti, gran figura de la Democracia Cristiana, otro que sí cayó en manos de la justicia, el socialista Craxi, y el fundador de la Liga Norte, Bossi.

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