Al principio, solo la minoría kurda protestó por el asesinato de Mahsa Amini, pero la ira contra el régimen ha provocado ahora manifestaciones generalizadas
Las regiones kurdas de Irán fueron las primeras en montar en cólera cuando la joven kurda Mahsa Amini murió hace diez días bajo custodia policial. Su ira era contra dirigentes que, según denuncian, llevan años oprimiéndolos estalló como la pólvora en pueblos y ciudades kurdas.
La muerte de la joven de 22 años que se negó a llevar el hiyab durante una visita a Teherán se convirtió enseguida en un potente símbolo de rebelión para una minoría que lleva tiempo albergando ambiciones nacionalistas, que no oculta, y que suele rechazar la línea dura de los dirigentes del país.
Pero algo ocurrió para que aquello no se quedara en un levantamiento nacionalista kurdo: iraníes de todo el país compartieron rápidamente su indignación por la muerte de Amini y un malestar colectivo en un amplio segmento de la población.
Pronto, en las calles de casi todas las provincias del país, las manifestantes pusieron a prueba los límites de las fuerzas del Estado. “No es una revolución iraní, ni siquiera una revolución kurda”, dice Rozhin, de 25 años, de la ciudad kurda de Kermanshah. “Es una revolución de las mujeres”.
Unión de pueblos
En muchas partes del país, las manifestaciones contra el Estado teocrático iraní por su posición sobre las mujeres no parecen ir a menos. Las mujeres, que son las más perjudicadas por las restricciones del Estado, han sido las que más se han hecho oír, arrancando fotos del general asesinado Qassem Suleimani y del ayatolá Alí Jameneí. Dos actos tan impensables hace pocos meses como lo es la presencia de un gran número de mujeres kurdas, persas y de las minorías saliendo a la calle sin el hiyab.
“Esto no se trata ahora del movimiento kurdo, ni de los persas”, dice Karim, de 27 años y de la ciudad de Bokan. “Se trata de 85 millones de seres humanos luchando por sus derechos, sociales, económicos y en todos los aspectos de la vida. Hace una semana, una niña kurda era una desconocida en la capital de Irán y ahora su rostro es conocido en todo el mundo. Esto no es un movimiento nacional, esto va más allá, se trata de las mujeres y de nuestros derechos humanos básicos (…) En este momento, cada persona está pensando en objetivos fundamentales y en los problemas a resolver, pero no garantizo que después de un año los kurdos no tengan otra forma de pensar sobre los persas”.
Los kurdos representan aproximadamente el 10% de la población de Irán y en torno al 25% de todos los kurdos de Oriente Medio, repartidos entre el oeste y el este de Irán, el norte de Irak, el norte de Siria y el sureste de Turquía. A un siglo de la ruptura de las fronteras otomanas que siguió a la Primera Guerra Mundial, aún no hay un Estado kurdo y numerosos grupos compiten por el liderazgo del que sigue siendo un pueblo fragmentado que busca una patria sin conseguirla.
Esta semana se cumplen cinco años del referéndum celebrado por los kurdos de Irak sobre su condición de Estado. Aunque fue aprobado por una amplia mayoría, a los pocos días un ejército iraquí liderado por poderosas milicias y dirigido por Qassem Suleimani avanzó hacia el norte para tomar la ciudad petrolera de Kirkuk y recuperar la mayor parte de las tierras que los kurdos se habían apropiado tras el derrocamiento de Saddam Hussein en 2003.
Amini “simboliza algo mayor”
Ha habido pocos momentos que hayan movido a la acción a los kurdos de Irak y de Irán desde entonces. Hasta que Amini murió en Irán bajo custodia de la Policía de la Moral. Los temidos agentes se han convertido en el objetivo central de las manifestaciones, donde son puestos como ejemplo de las diferencias entre los kurdos y el Gobierno central.
Según Ranj Aladdin, investigador principal del Consejo de Oriente Medio para Asuntos Globales, “no cabe duda del fervor revolucionario kurdo que la muerte de Mahsa Amini ha desatado entre la población kurda de Irán, oprimida desde hace mucho tiempo, pero su muerte brutal ha llegado a simbolizar algo mucho mayor que la causa kurda en Irán y representa un golpe al corazón del sistema ideológico y político que sustenta a la República Islámica”.
“Aunque su nombre será explotado por otros opositores al régimen, la causa kurda en Irán se ha entrelazado con la de otras comunidades oprimidas por primera vez desde 1979”, añade Aladdin. “Está por ver lo que esto significará para los derechos humanos de los kurdos en el futuro inmediato, pero si el régimen sobrevive a este levantamiento, serán los kurdos los que muy probablemente estén en el punto de mira de la respuesta violenta [del Estado]”.
Rozhin dice que las posibles consecuencias de las manifestaciones no están siendo tenidas en cuenta por ahora. “Las mujeres están pasando muchas dificultades con muchos temas. Es evidente que la gente no tiene un problema solo con el hiyab, sino con el sistema de Gobierno. Han cambiado la definición del Islam, están matando a mucha gente, niegan todos los derechos de las mujeres, no nos permiten elegir. No se trata solo de la cuestión del hiyab sino de nuestro derecho a elegir”.
Una mujer de Teherán que no quiso ser identificada dice que las protestas han animado a las mujeres de todo el país. “Está ocurriendo de una manera que nunca antes se había visto. Aunque no ganemos, en muchos sentidos ya hemos vencido. El Estado no puede ignorarnos ahora, nuestra toma de posición los ha debilitado”.
Nechirvan Mando contribuyó a este reportaje
Traducción de Francisco de Zárate