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Cómo desaprender y educar en libertad: las claves para una sociedad justa e igualitaria

“Como nosotros no tenemos experiencia del sistema de la libertad, que es el de la cooperación social, y sí únicamente del régimen despótico en materia de educación, no creemos en la capacidad del pueblo para todo aquello que no sea obedecer ciegamente la voluntad y el capricho de sus mandatarios”

Julio Ricardo, Cómo educa el Estado a tu hijo y otros escritos, 2013

La educación que se recibe en la escuela actualmente no se limita a no favorecer o a no estimular el desarrollo de nuestras capacidades, sino que las ahoga. La civilización vive, como diría Martha Nussbaum, una crisis mundial en lo que respecta a la educación que anula, entre otros aspectos, la capacidad crítica y la empatía. Y es que parece que la libertad de pensamiento se considera peligrosa, ya que lo que se pretende, a juicio de la autora mencionada en su libro Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita de las humanidades (2010), es conseguir es un “grupo de trabajadores obedientes”.

La educación actual: un sistema en contra de la libertad

Viñeta crítica a la forma de educar en el sistema actual. Autor: Françoise Foliot. Fuente: Marxistsociology.org (CC BY-SA 2.0)
Viñeta crítica a la forma de educar en el sistema actual. Autor: Françoise Foliot. Fuente: Marxistsociology.org (CC BY-SA 2.0)

La propia capacidad de juzgar se describe como la mayor manifestación de la libertad y, por ahora, lo único que parece que hace la sociedad es someterse a una coordinación política totalitaria en la que se asumen intereses creados, impidiendo el surgimiento de una “oposición efectiva contra el todo” (Herbet Marcuse, El hombre unidimensional, 2020). Como diría la autora Alexandra David Néel en su libro Elogio a la vida (2000): “cuando obedecemos nos aniquilamos, dejamos de vivir nuestra vida convirtiéndonos en una fuerza mecánica, o lo que es lo mismo, en una herramienta al servicio de un amo”

La mayoría de las veces, las personas oprimidas, en lugar de luchar por la liberación, se convierten en opresores o subopresores, es decir, la gente es oprimida y oprime al mismo tiempo (véase, por ejemplo, el trato que le damos al resto de animales).

Se han interiorizado estas pautas culturales y, por ende, educativas, a través del estado y la familia, que han mutilado la capacidad de los seres humanos de ser quienes son. Por lo tanto, tal y como describe el escritor mexicano Paulo Freire, se debería, pues, emprender la lucha por la emancipación de pensamiento para procurar alcanzar esa libertad (Pedagogía del oprimido, 2005).

“La lucha por ese espacio interior de libertad no es una lucha utópica porque en ella se abre todo principio de realidad y de solidaridad”

Emilio Lledó, Ser quien eres. Ensayos para una educación democrática, 2009

En palabras de Herbert Read, la sociedad únicamente podrá vivir en armonía si las personas que la componen han completado su desarrollo psíquico y mental. O lo que es lo mismo, han llegado a su plenitud y se encuentran en condiciones de practicar la ayuda mutua. La sociedad actual es un sistema hipócrita, organizado por neuróticos. Sistema donde se introduce el niño y es condenado a la conformidad, recortando su creatividad y su curiosidad natural.

Este autor argumenta en su libro La redención del robot (1966), con toda probabilidad de acierto, que el mal se encuentra en la relación entre el ser humano y la sociedad, no siendo ninguna de las formas de organización actuales capaces de modificar esta relación. Las personas se encuentran insertadas en un mundo irreal, ficticio y artificial, que no se corresponde con el modelo de la naturaleza. En esta interesante obra que, a pesar de antigua, expone con acierto los problemas de las dinámicas sociales actuales, se aventura lo siguiente:

“El pedir libertad en la educación, autonomía en la escuela y autogobierno en la industria no significa perseguir un vago ideal de liberación. En rigor, significa buscar una disciplina y una moral tan formales y fijas como las predicadas por la Iglesia o el Estado. Pero las leyes que nosotros preconizamos están dadas por la naturaleza, pueden descubrirse con métodos científicos y además, como apuntó Aristóteles, el ser humano está condicionado por la naturaleza para recibirlas. Y así la libertad, que para tanto es sólo una idea intangible, se convierte en un principio perfectamente real y vívido, ya que es un hábito para el cual estamos precondicionados por los elementos biológicos de nuestra estructura física y constitución nerviosa”.

Read también expone que los sistemas educativos crean división en lugar de unión, estableciendo una jerarquía acentuando la separación y la segregación social. En tanto se siga rompiendo la conciencia del grupo, no se podrá evitar que esta suerte de neurosis social siga creciendo. La única forma de que la educación promueva la unidad social será si ésta fomenta la integridad personal. Hasta el momento, lo que parece que fomenta el sistema educativo actual es una obediencia ciega hacia la autoridad establecida y una orientación que tiene como objetivo la inserción de las personas en el sistema productivo, alejándolas del pensamiento crítico, la creatividad o la capacidad del propio juicio.

“¿Cuál es el resultado? El hombre moderno está enajenado de sí mismo, de sus semejantes y de la naturaleza. Se ha transformado en un artículo, experimenta sus fuerzas vitales como una inversión que debe producirle el máximo de beneficios posible en las condiciones imperantes en el mercado. Las relaciones humanas son esencialmente las de autómatas enajenados, en las que cada uno basa su seguridad en mantenerse cerca del rebaño y en no diferir en el pensamiento, el sentimiento o la acción”.

Erich Fromm, El arte de amar, 2003

Al educar para clasificar (o lo que es lo mismo, para dividir), nuestros esfuerzos van dirigidos a ejercitar la separación. Como había señalado el psicoanalista Sigmund Freud, es muy raro que padres y madres y el profesorado actúen desinteresadamente. Olvidándose de los escollos de su infancia, se identifican con quienes los sometieron a la misma coerción. El filósofo y psicólogo social Erich Fromm argumentaba que la educación debería consistir, en vez de perpetuar el sometimiento, en dejar que cada persona siga su desarrollo natural.

Acabar con el privilegio para educar en libertad

Concentración contra la violencia machista en la Puerta del Sol. Autor: Adolfo Luján, 25/08/2015. Fuente: Flickr (CC BY-NC-ND 2.0)
Concentración contra la violencia machista en la Puerta del Sol. Autor: Adolfo Luján, 25/08/2015. Fuente: Flickr (CC BY-NC-ND 2.0)

¿Y esto cómo puede conseguirse? Alexandra David opina que la respuesta está en la ciencia (alejada del poder) o, más bien, el método científico, la única que puede orientarnos para la vida, instruirnos y poner al alcance de todos los individuos el pleno desarrollo de sus facultades, de lo que se deduce que “la ciencia, la libre investigación, crea hombres vivos y capaces; la obediencia crea muertos”.

Por otro lado, la autora sostenía que cualesquiera que sean la fuerzas sociales a las que se someten los individuos, todos están subordinadas a la aceptación de un código moral. Dicho código moral depende de la cultura y los aprendizajes sociales que rodean a dichos individuos, no siendo necesariamente obligatorio someterse, y esa es la función de la reflexión y la puesta en práctica de la Ética, por lo que no interesa en esta sociedad deformada el estudio de la misma. Sea como sea, “no podemos evadirnos pensando que es imposible cambiar las cosas” (Carlos Díaz y Félix García, Ensayo de pedagogía utópica, 1975).

Herbert Read explicó en su libro Educación por el arte (1955), como ya había formulado el filósofo griego Platón, que el arte debe ser la base de la educación. La finalidad de la educación, dirá, debe ser la de desarrollar la singularidad y la conciencia social del individuo al mismo tiempo:

“El individuo será inevitablemente único, y esta singularidad, por ser algo que no posee ningún otro individuo, será de valor para la comunidad. […] Pero la singularidad carece de valor práctico en el aislamiento. […] el individuo será “bueno” en la medida en que realice su individualidad dentro de la comunidad. Su toque de color contribuye, por poco que sea, a la belleza del paisaje; su nota es un elemento necesario, aunque no percibido, en la armonía universal”.

Herbert postula que será el desarrollo de las cualidades positivas el que elimine, inevitablemente, las cualidades opuestas, por ejemplo, evitando el odio a través del amor, no siendo necesario recurrir a la represión, pues los impulsos que dicha educación pondrá en libertad excluyen la formación de los impulsos egoístas y antisociales que son causados por la sociedad actual. La propuesta es un enfoque integral que denomina educación estética. El concepto de arte se ha entendido tradicionalmente como un concepto metafísico, filosófico o subjetivo, pero para Read se trata de un fenómeno orgánico y medible, objetivo, cuantificable:

“Como la respiración, posee elementos rítmicos; como el habla, elementos expresivos; pero “como” no expresa en este caso una analogía: el arte se halla profundamente incorporado en el proceso real de percepción, pensamiento y acción corporal. No es tanto un principio rector a aplicar a la vida, como un mecanismo regulador que sólo podemos desconocer a costa nuestra. Mi afirmación final será que sin este mecanismo, la civilización pierde su equilibrio y cae en el caos social y espiritual”.

El arte, dirá Herbert, es como el aire o el suelo estando a nuestro alrededor en todas partes. Más allá de lo que se puede ver en museos y galerías, está presente en todo lo que hacemos para agradar a los sentidos. Constituyendo el arte una expresión de salud, es (o debería ser) la cualidad de todo lo que hacemos o fabricamos.

El filósofo no niega que antes de asumir un papel tan importante en el desarrollo educativo y social, el arte debe ser modificado, ya que se encuentra “prostituido por propósitos que destruyen su naturaleza estética”. El arte requiere libertad para su perfección, tanto intelectual como personal, tal y como describió en su obra Al infierno con la cultura (2011).

“[…] todos nacemos artistas y nos convertimos en ciudadanos insensibles de una sociedad burguesa, porque o se nos deforma “físicamente” durante el proceso de educación, de modo que nuestros cuerpos ya no pueden expresarse por medio de movimientos y sonidos naturales, o bien se nos deforma “psíquicamente” porque nos vemos obligados a aceptar un concepto social de normalidad que excluye la libre expresión de los impulsos estéticos”. 8

Herbert Read, Arte y sociedad, 1969.

Así, para el autor, una sociedad natural no habría seres privilegiados denominados artistas, sino que cada ser humano será una clase especial de artista. Una de las características de dicha sociedad es que la producción está destinada al uso y no al lucro, de modo que cada persona realizaría el trabajo para el que se sintiera naturalmente cualificada. Esta afirmación recuerda también a la expresada por Karl Marx, el principal teórico del comunismo: de cada cual según su capacidad, a cada cual según su necesidad, si bien no fue Marx el primero en expresarla, sino los autores franceses Étienne Cabet y Louis Blanc, antes de la aparición del propio socialismo.

En este línea, Herbet Read no fue el único en proponer alternativas a la educación. Muchas personas del ámbito de la filosofía, de la educación, etc. han tratado este tema y, de hecho, es un debate actual y en constante evolución. Por supuesto, es imposible reunir en un artículo todas las propuestas para mejorar los problemas descritos sobre la educación, pero muchas de estas propuestas parten de una idea principal: la educación debe impulsar y potenciar la libertad de los individuos, por ello:

“La escuela no puede ni debe ser más que el gimnasio adecuado al total desarrollo, al completo desenvolvimiento de los individuos. No hay, pues, que dar a la juventud ideas hechas, cualesquiera que sean, porque ello implica castración y atrofia de aquellas mismas facultades que se pretender excitar. […] Y nosotros, que colocamos por encima de todo la libertad, toda libertad de pensamiento y de acción, que proclamamos la real independencia del individuo, no podemos preconizar, para los jóvenes, métodos de imposición, ni aun métodos de enseñanza doctrinaria”.2

Félix García Moriyón, Bakunin, Kropotkin, Mella, Robin, Faure, Pelloutier. ESCRITOS ANARQUISTAS SOBRE EDUCACIÓN, 1986

La coeducación: educar para acabar con la discriminación

Marcha por el Fin de la Experimentación Animal al criadero de Sant Feliu de Codines (Barcelona). Autor: Equanimal, 22/05/2012. Fuente: Flickr (CC BY-NC-SA 2.0)
Marcha por el Fin de la Experimentación Animal al criadero de Sant Feliu de Codines (Barcelona). Autor: Equanimal, 22/05/2012. Fuente: Flickr (CC BY-NC-SA 2.0)

Para que dicho desarrollo sea total en todas las personas se debe poner en práctica la coeducación. Y, para que se dé el completo desarrollo de todos los individuos, no son pocos los autores que opinan que la educación deberá dejar de ser especista, es decir, tener en cuenta los derechos y las sensibilidades del resto de seres vivos del planeta.

Al fin y al cabo, lo que se pretende es que vivir deje de ser una utopía. Esta utopía de vivir se refiere a la imposibilidad, de uno mismo o una misma, de vivir mientras la persona está viva (Andrea Fano, ¿ALGO, O ALGUIEN? La necesidad de cuestionar la visión del poder); pudiendo darse en animales no humanos (debido a la alimentación y vestimenta basada en productos de origen animal, la experimentación con animales, los zoos, caza y pesca, cría y venta de mascotas, etc.), en animales humanos (debido a nuestra obediencia y falta de criterio propio) y, como no, en las mujeres (sometidas a un sistema patriarcal).

Pero, ¿qué es coeducar? La autora Iria Marañón, en su libro Educar en el feminismo (2018), define la educación como “educar a las niñas y a los niños en igualdad”.

Diferentes estudios y datos, como los aportados por la propia Iria Marañón, concluyen que las mujeres viven sometidas a la violencia, bien sea visible o simbólica, ejercida a través del machismo estructural, lo que se ha definido como “patriarcado” o “sistema patriacal”. Bajo estos constructos, el feminismo se presenta como la única manera de acabar con este machismo y conseguir la igualdad real entre hombres y mujeres.

La propia Real Academia Española (RAE) define el feminismo como el “principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre. Iria Marañón dirá que lo que el feminismo exige es eliminar la opresión del patriarcado: estereotipos sexistas, agresiones sexuales, violencia sobre las mujeres, visión androcéntrica de la sociedad… y toda una serie de discriminaciones que sufren las mujeres por el hecho de serlo.

Esto es esencial para que todas las personas puedan realizarse y lo hagan en igualdad de condiciones, y para ello es necesario cuestionar las raíces del sistema que lo envuelve todo: el sistema patriarcal. “En la educación, la subordinación de las niñas y de las mujeres continúa no sólo en el contexto inmediato de la escolaridad, sino que es una manera de situarlas en una posición de subordinación y opresión en el marcado laboral y en la familia” ( Barffusón, René; Revilla, Fajardo, Jorge A.; Carrillo Trujillo, Carlos David. APORTES FEMINISTAS A LA EDUCACIÓN , 2010)

En resumen, para conseguir un desarrollo integral en todas las personas, se debería poner en práctica la coeducación, y que para que se diera el completo desarrollo de todos los individuos, la educación debería dejar de ser especista. La cultura nos dice como satisfacer nuestras necesidades biológicas y, en el caso de la alimentación, lo “normal” es que crezcamos alimentándonos con productos de origen animal, cuando éstos no son necesarios para una alimentación sana y equilibrada, una afirmación confirmada incluso por la Organización Mundial de la Salud (OMS); pero que, sin embargo, esta práctica forma parte del holocausto al que sometemos al resto de animales. No solo influye en él la alimentación, también lo hace la vestimenta, la experimentación, el maltrato en sus diferentes formas y un largo etcétera. Un largo etcétera que, desde luego, solo se entiende encuadrado en las dinámicas del sistema actual en el que vivimos.

El especismo, o la creencia de superioridad respecto a los animales no humanos, debe ser erradicado, según esta autora, con la misma fuerza, con la misma energía y con el mismo entusiasmo, que el patriarcado, o que cualquier otro tipo de discriminación o subordinación y sometimiento de quien quiera que sea.

Otras autoras, entre las que se encuentra Carol Adams, establecieron un paralelismo entre las mujeres como objetos sexuales y los animales como objetos comestibles (Angélica Velasco Sesma, La Ética Animal, ¿una cuestión feminista?, 2018). La sociedad patriarcal establece que la mujer es un “ser para otro”, entendiendo que tienen “el deber social” de satisfacer las necesidades de los demás, los hombres, encontrándose el atractivo sexual en la supuesta perfección femenina a la que debemos aspirar.

Esto lleva a la perpetuación de la cosificación de las mujeres presentando, a la vez, una idea distorsionada del empoderamiento femenino. No hay que olvidar que las diferentes formas de dominación están interconectadas. Así, el cuerpo de los animales no humanos se presenta también como un objeto, como algo que se puede usar y tirar. Es decir, más que establecer una comparación literal, Carol Adams (y también Corine Pelluchon en su famoso Manifiesto animalista) sostiene que la relación establecida actualmente con el resto de animales es un reflejo de la relación que tenemos con el resto de los seres humanos, en especial, con los más débiles.

Los obstáculos para conseguir cambiar el modelo actual

Santiago Abascal en un mitin de Vox. Autor: Contando Estrelas, 20/06/2020. Fuente: Flickr (CC BY-SA 2.0)
Santiago Abascal en un mitin de Vox. Autor: Contando Estrelas, 20/06/2020. Fuente: Flickr (CC BY-SA 2.0)

En una sociedad deshumanizada, en la que determinados individuos se convierten en objetos a los que humillar, maltratar y/o vejar, en la que la valía se encuentra íntimamente relacionada con las posesiones materiales, será necesario educar a personas de todas las edad y no centrarse únicamente en la infancia.

“Únicamente podremos vernos críticamente a nosotros mismos cuando nos preguntemos con rigor y continuidad cómo nos relacionamos con los demás seres vivos, para así poder valorar nuestra tradicional concepción antropológica y las nefastas consecuencias que ésta ha traído para la vida real”.3 “Está a nuestro alcance dejar como legado un mundo mejor para todos los seres sintientes. Tanto para los que viven ahora como para los que existirán en el futuro. Hay mucho que hacer en su favor. Podemos comenzar hoy mismo”.

Óscar Horta, Un paso adelante en defensa de los animales, 2017

La conexión entre sexismo y especismo ha sido estudiada fundamentalmente a finales del siglo XX. No se trata únicamente de que los intereses de las mujeres y los animales no humanos como colectivos discriminados no sean tenidos en cuenta, sino que se explotan sus cuerpos considerándolos desechables o mercantilizables.

La autora Donna Haraway ha denominado a este orden de poder “el patriarcado capitalista blanco”, en el cual la explotación de los animales se encuentra vinculada a un sistema patriarcal que ejerce el control sobre los diferentes colectivos desplegando un privilegio masculino hegemónico y en el cual las diferentes opresiones actuales tienen un nexo común, considerándose el especismo como indisociable del cishetereopatriarcado blanco. Desde el punto de vista de esta conexión, el hecho de comer carne es vinculado a ideales de dominación y supremacía.

Y no hay que irse demasiado lejos para verlo. Hace unas semanas, el ministro de Consumo por Unidas Podemos en España, Alberto Garzón, propuso la reducción del consumo de carne como un paso adelante no solo para el progreso humano, sino por las evidentes consecuencias nefastas que provoca para el medio ambiente, una reducción de consumo avalada también por organismos internacionales.

Sin embargo, la reacción del resto de políticos, no únicamente de la oposición sino también el propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, fue bastante negativa, incluso con tono de burla, sarcasmo y cinismo. En general, los planteamientos en favor del antiespecismo son recibidos con absoluto rechazo por la gran mayoría, lo que es un reflejo de hasta qué punto está arraigado socialmente. No se justifica de otra manera una reacción que fue de todo menos seria.

Pedro Sánchez, sobre la polémica entre los ministerios de Alimentación y Consumo por la campaña contra el consumo de carne roja: «A mí, donde me pongan un chuletón al punto… eso es imbatible» https://t.co/unDMc18GpC pic.twitter.com/nrnHvR9hKH— EL PAÍS (@el_pais) July 8, 2021

Para que se dé una revolución moral, debe favorecerse una reorientación de la personalidad humana, que únicamente puede lograrse a través de dos métodos: integración y educación. Según la RAE, integrar equivale a “hacer que alguien o algo pase a formar parte de un todo”. En la sociedad actual los animales no humanos y diferentes colectivos de humanos se encuentran excluidos.

A todo lo anterior se suma el auge de ciertos discursos y de ciertas ideologías, ancladas en la extrema derecha, que no solo pugnan por detener cualquier avance en este sentido, sino también retrotraer a la civilización a épocas pasadas, con un alto coste para los sistemas políticos, las sociedades y la estabilidad.

La nueva derecha radical, guiada por poderosos organismos, élites económicas y políticas, como ya sucedió en los años 20 y 30 del siglo pasado, y más tarde en los 70 apoyando golpes de estado en América Latina, harán lo posible con tal de preservar el statu quo y sus privilegios en un momento en el que se necesita, precisamente, todo lo contrario. Niegan el cambio climático cuando está justo enfrente, niegan la violencia de género con asesinadas todas las semanas… por negar, niegan hasta la pandemia.

Está en nuestras manos hacer que esta situación cambie.

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