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Comienza el juicio contra 16 amish acusados de cortar barbas en Ohio

Los integrantes de una secta apartada de la ortodoxia están acusados de crímenes de odio. Los amish creen que la barba de los hombres es símbolo de la identidad masculina

Los amish, el grupo religioso que rompió con la ortodoxia menonita en 1693, creen que la barba de los hombres es símbolo de la identidad masculina y que la Biblia obliga a las mujeres a dejarse el cabello largo. Por ello este lunes comienza en Ohio, un estado en el norte de Estados Unidos, el juicio contra 16 miembros de una secta amish, acusados de crímenes de odio por haber cortado el cabello y la barba a integrantes de su propio grupo como modo de castigo.

Samuel Mullet, el líder de una secta aislada del resto de la comunidad religiosa, al igual que varios de sus familiares, se enfrentan a una condena de al menos 20 años, según The Guardian. Las autoridades sostienen que, como líder del asentamiento de Bergholz, un pueblo de unos 180 habitantes en el este de Ohio, Mullet, de 66 años, mantuvo relaciones sexuales con mujeres casadas para “purificarlas”, permitió que aquellos que le desobedecían fueran golpeados y, en el otoño de 2011, ordenó a sus seguidores cortar la barba y el cabello a sus críticos, algo sumamente ofensivo para la cultura amish. Junto con otros nueve hombres y seis mujeres, Mullet está acusado de crímenes de odio, conspiración, manipulación de evidencia y obstrucción a la justicia.

Los acusados, entre los que se cuentan cuatro de los 17 hijos del líder amish, su yerno y tres de sus sobrinos, rechazan el proceso judicial, al que consideran una intromisión en las medidas disciplinarias de su grupo religioso. Todos rechazan los cargos y han desestimado una oferta de acuerdo de la parte acusadora que implicaba condenas de entre dos y tres años. Dos de ellos han alegado que los crímenes de odio, que pueden ser penados con la cadena perpetua, no se aplican a las disputas intra-religiosas, según el diario Chicago Tribune

La semana pasada, el juez Dan Polster, prohibió a la Fiscalía referirse a la comunidad de Mullet con el término despectivo de secta, pero le permitió incluir dentro de la evidencia las actividades sexuales del líder religioso, a pesar de que no ha sido acusado de ningún delito sexual, según el matutino de Chicago.

En el primero de los incidentes, el 6 de septiembre de 2011, Martin y Barbara Miller, un matrimonio que había abandonado Bergholz para intalarse en un pueblo cercano, fueron atacados por sus propios hijos, sus esposas y sus yernos, que habían decidido permanecer en la comunidad liderada por Mullet, según The New York Times. El grupo cortó la barba al padre de la familia y el cabello a la madre, a su vez cuñada del líder. Según informaba el matutino neoyorquino en octubre de 2011, poco después del ataque, el matrimonio se negó a testificar y afirmó que prefería “poner la otra mejilla”.

La ortodoxia amish se define como cristiana, y aunque tiene raíces en la Europa del siglo XVII, la inmensa mayoría de sus 250.000 integrantes vive en Estados Unidos. Lo que hace inusual al caso del Bergholz, es que las medidas de castigo impulsadas por Mullet son contrarias a los principios de la cultura, que rechaza la venganza y la violencia. Por ello, otras comunidades han dejado de considerar a Mullet como integrante de su grupo religioso o como un verdadero cristiano.

La religión amish, que carece de una autoridad central, tiene una historia de recurrentes divisiones, que ha derivado en una proliferación de congregaciones con reglas y creencias diferentes. En general, se caracterizan por la vida simple y el rechazo de los avances tecnológicos. Las comunidades, sin embargo, suelen mantener relaciones de cooperación, algo que no ocurre en el caso de la aislada secta de Bergholz, según explicó a The New York Times el antropólogo David MacConnell, experto en el grupo religioso.

La Fiscalía sostiene que los ataques de la secta de Mullet son una venganza por su fallido intento de excomulgar de la religión amish a ocho familias que abandonaron Bergholz hace unos seis años, según el Chicago Tribune. Los líderes de otras comunidades intervinieron para evitarlo y desde entonces Mullet ha acumulado un gran resentimiento, según explicó al diario neoyorquino el sheriff del condado de Jefferson en octubre pasado.

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