Uno entiende que en la Policía hay muchos hombres y mujeres muy religiosos, más eso no debe ser excusa para que nuestros impuestos se usen en la construcción de un templo
Otra vez se sienten los pasos de una, en apariencia, inevitable reforma tributaria y con ella el dolor de saber que gran parte de los impuestos que recauda la DIAN termina en los bolsillos de esos detestables políticos que no hacen más que enriquecerse a costas nuestras. Es repugnante pensar que tantos y tantos billones de pesos que nos sacan por cada tributo terminan convertidos en la caja para pagar campañas, para darse una vida de lujos, para ayudar al amigo o garantizar la liquidez del padrino político. Es infortunado, pero hay que seguir pagando, pues de los ripios que dejan los corruptos es que sobrevive nuestro lento e ineficaz Estado. Así que a mirar hacia otro lado y pagar.