La enseñanza del catolicismo y la imposición de sus preceptos en las escuelas públicas de la República Dominicana obedecen al Concordato, no a la Constitución
El Artículo XIX del Concordato, en su acápite 2, estipula que “en los asilos, orfanatos, establecimientos o instituciones oficiales de educación, corrección y reforma de menores dependientes del Estado, se enseñará la religión católica y se asegurará la práctica de sus preceptos”. El artículo no se limita a demandar el monopolio y la enseñanza de los dogmas católicos en todas las escuelas públicas; su objetivo es vertebrar la moral de la juventud dominicana, y comprometer al estado en asegurar que los comportamientos al interior de la escuela pública sigan los preceptos católicos.
Este mandato del Concordato constituye una instrumentalización de las instituciones del estado con el fin de beneficiar a una religión que se define como oficial. Constituye una violación a la Constitución de la República que desde la reforma del 13 de junio de 1924 se declara laica y omite el acápite confesional presente desde la primera Constitución de la República del 6 de noviembre de 1844. El Concordato, resultado de la alianza de la Iglesia Católica Romana con el régimen más sanguinario y totalitario de la historia Dominicana se ha colocado de facto por encima de la Constitución desde que Trujillo tomara el poder en 1930. Y esto continúa con los nuevos gobiernos de extrema derecha a pesar de las luchas patrióticas de 1963 y de la Guerra Revolucionaria de 1965 por implementar en la realidad y no en teoría una Constitución laica.
Los parámetros del Concordato obedecen a los criterios de legitimación de la autoridad propios de una teocracia medieval. Constituyen un obstáculo para que la escuela pública cumpla las funciones propias de un orden social democrático fundamentado en el poder del pueblo para elegir representantes cada cuatro años. La Constitución del 2010 es la garantía de que los derechos humanos de la ciudadanía sean respetados por encima de autoridades de otras naciones o religiones. En nuestro caso el estado teocrático del Vaticano y la Religión Católica Romana.
Veamos a continuación cuales son las principales razones que fundamentan la necesidad de sacar la enseñanza de religión de la escuela pública:
PRIMERA. Respetar y promover el derecho a la libertad de conciencia. Este derecho es la razón principal por lo que la escuela debe de ser neutral ante las creencias religiosas. Cuando se imponen las creencias de una religión estamos en presencia de un estado confesional, o teocrático. La laicidad constituye una condición indispensable para el pleno ejercicio de la libertad de conciencia. En palabras de D. Llamazares “cualquier Estado democrático que propugne como valores superiores la libertad y la igualdad se está declarando laico, excepto en el supuesto de que haga una declaración expresa de confesionalidad, de forma que laicidad, por un lado, es inherente a dicha concepción de Estado y, por la otra, no se configura como un límite a la libertad religiosa, sino a la actuación de los poderes públicos.[1]
En otras palabras, el estado y la escuela laica proclaman la libertad de conciencia de cada persona para creer o no creer doctrinas religiosas. Pero asigna estas creencias al ámbito privado, no el público. Respeta las creencias no por su contenido, sino por el derecho a expresarlas. Promueve la tolerancia para permitir libertad de pensamiento y debates de ideas que pueden ser conflictivas y contradictorias. Pero ni el estado ni la educación pública pueden promover dichas creencias ni financiarlas, por ser contrarias al principio de laicidad que constitucionalmente define al Estado Dominicano.
SEGUNDA. Cumplir el deber de enseñar a los estudiantes a pensar y a construir conocimientos. Esto implica el dominio de la lengua, la escritura, y las matemáticas, necesarios para lograr el conocimiento científico de la realidad. Las ramas de las ciencias naturales y sociales, y las de humanidades, han desarrollado los métodos de investigación vertebrados en la racionalidad y la verificación o falsificación empírica que permite la acumulación de evidencias, y la construcción de conocimientos. El conocimiento se fundamenta pues en resultados empíricos, verificables y replicables mientras las creencias son aceptadas no por su racionalidad o la evidencia que las sustente, sino por la supuesta autoridad de una iglesia o grupo que se proclama depositaria de verdades absolutas reveladas desde un supuesto mundo sobrenatural.
En el Catolicismo Romano prima un fundamentalismo de iglesia, diferenciándose del fundamentalismo bíblico de las Iglesias Evangélicas y de otras Iglesias cristianas que seleccionan pasajes Bíblicos literalmente. En el fundamentalismo de Iglesia, el pontífice declara los dogmas que deben de ser creídos y la moral que todos deben seguir, y es su auto-declarado magisterio el único autorizado para interpretar los textos Bíblicos.
El pensamiento científico no reconoce fundamentalismos y los conocimientos son verificables y no se plantean como verdades eternas. Cambian sus paradigmas cuando resultados experimentales producto de nuevas innovaciones tecnológicas producen evidencias que no pueden ser explicadas por los viejos paradigmas.
Por ejemplo, la pregunta ¿quiénes somos? fue respondida de muy diversas maneras en los mitos creacionistas de diferentes pueblos, recogidos y publicados admirablemente en varios volúmenes por Joseph Campbell. En la tradición cristiana la respuesta Bíblica del Génesis fue impuesta a toda la población del Antiguo Imperio Romano desde que el cristianismo se convirtiera en la religión teocrática del imperio en el año 325 de la era común. Según el mito bíblico, cada planta y cada especie animal fue creada por un ser supremo en su estado actual, y la especie humana fue creada “a imagen y semejanza de Dios”, ejemplo clásico de un antropocentrismo desorbitado.
La respuesta científica al origen de la especie humana no fue posible hasta finales del Siglo XVIII con los enunciados de la Revolución Francesa, el movimiento de la Ilustración, y los avances científicos del Siglo XIX. Charles Darwin realizó la investigación necesaria para documentar la teoría de la selección natural y evolución de las especies. Idea que ha sido calificada como la más revolucionaria que el cerebro humano ha podido establecer. Nos permite responder la pregunta de investigación de ¿quiénes somos? con evidencias que el desarrollo de nuevas ramas de la ciencia, como la genética y el análisis de los genomas de las especies, confirman de manera irrefutable.
La Iglesia Católica no aceptó esta teoría hasta el 22 de octubre de 1996, fecha en que Juan Pablo II lo hiciera público en su mensaje a la Pontifica Academia de Ciencias; pero reafirmando a la vez la creencia en la infusión del alma.
TERCERA. La necesidad de articular una moral fundamentada en el respeto a los derechos humanos que permita el establecimiento de un estado de derecho. El estado de derecho se ha logrado en las sociedades modernas a partir de los principios de la Revolución Francesa de libertad, igualdad, y fraternidad. La moral derivada surge de los derechos humanos del pueblo, no se justifica por voluntad de uno o varios dioses.
No es casual, que Francia sea en el presente el país más auténticamente laicista de Europa, neutral ante lo religioso y respetuoso del ámbito privado de la religión. Esta moral que puede dar lugar a una ciudadanía participativa, educada y consciente de sus derechos, es la que debe ser enseñada en la escuela pública. Delegar la moral a una Iglesia en particular es propio de estados confesionales o teocráticos, no de estados aconfesionales o laicos como el dominicano.
Además, podemos argumentar, que no existe una religión común capaz de crear cohesión social. En el mundo de hoy, las religiones dividen, no unen. La sociedad dominicana es heterogénea, formada por personas de diferentes denominaciones cristianas y no cristianas, y de personas que no profesan ninguna religión. El papel de cohesión social asignado a la religión por los primeros sociólogos clásicos, no es funcional cuando la pluralidad de visiones religiosas y seculares son conflictivas o incompatibles.
Por esta razón, resulta inquietante la declaración del nuevo Presidente Danilo Medina de que gobernará apoyado en la Iglesia Católica. Esta es mala señal. Los gobiernos que necesitan el apoyo de una iglesia para gobernar son aquellos que necesitan de legitimización externa como ha sucedido con los regímenes corruptos, militares y totalitarios de la derecha europea y latinoamericana, y en particular, de la República Dominicana.
CUARTA: Cambiar la política que impone el Catolicismo Romano fundamentado en su doctrina discriminatoria de género. La enseñanza de dogmas católicos en las escuelas y la vertebración del comportamiento moral alrededor de sus dogmas, tienen consecuencias negativas para todo el estudiantado pero particularmente para las féminas y para estudiantes con orientación de género ambigua, lo cual es considerado aberrante y pecaminoso por los preceptos católicos. Debido a los dogmas católicos en las escuelas dominicanas se omite la educación sexual, exponiendo a niños, niñas y adolescentes a situaciones que arriesgan su salud física, mental y hasta sus mismas vidas.
Los niños que dan señales de amaneramiento o ambigüedad sexual son traumatizados de por vida. Sus compañeros los aíslan y torturan con epítetos y persecuciones que en inglés se conoce como bullying. El sufrimiento de estos niños es motivo de escrutinio público en los Estados Unidos donde muchos han optado por el suicidio.
En estados de la mayoría de los países desarrollados, la educación sexual en las escuelas es parte del currículo desde el nivel inicial. De ésta manera pueden reducir la violencia del bullying y educar a todo el estudiantado en la tolerancia y el respeto a las diferencias. En atención al sufrimiento de estos niños, en el condado de Miami-Dade las escuelas han instalado servicios sanitarios unisex, los cuales les permiten a niños hermafroditas usarlos con privacidad sin levantar las sospechas y burlas de sus compañeros. Estos niños escogerán su sexo en la pubertad, cuando conozcan su orientación sexual, la cual no es necesariamente la manifestada por los órganos genitales predominantes.
Otra necesidad de la orientación sexual temprana es empoderar a los niños a defenderse de depredadores sexuales, del acoso sexual durante la adolescencia, y de las presiones que ejercen los novios de adolescentes, para que las jovencitas les den “una prueba de amor” que termina en embarazos indeseados de alto riesgo con el efecto de truncar los sueños de estudios de la joven y salir de la pobreza.
De igual manera, la educación sexual permite revalorizar el rol social de la mujer y cambiar actitudes negativas sobre la igualdad de género. Es necesario educar para que las mujeres no sean vistas como símbolos sexuales y de conquista de los varones; para cambiar la división sexual del trabajo y promover una paternidad responsable; y para desmantelar el modelo católico sexista y dominante en la sociedad dominicana.
El culto a la Virgen María se fundamenta en dos modelos que mantienen a la mujer subyugada y obediente: virginidad antes del matrimonio y maternidad forzada sin anticonceptivos por el resto de su vida fértil. Valoriza la membrana del himen por encima de los valores de su carácter y si por cualquier motivo la pierde, su futuro esposo la humillará y enjuiciará recordándole el gran estigma que la marca por haber perdido su virginidad, algo común con el simple uso de un tampón higiénico. Por otra parte, reduce el valor de la mujer a su rol materno, negándole el uso de anticonceptivos para forzarlas a llevar a término embarazos peligrosos o indeseados.
Parafraseando a las organizaciones de mujeres argentinas, la Iglesia niega la educación sexual en las escuelas para poder elegir; condena el uso de anticonceptivos para no abortar; y condena el aborto subsidiado, legal y seguro para no morir. En Dominicana, cuando una estudiante sale embarazada es sacada del aula, estigmatizada por su embarazo, presionada a casarse con su violador o con un joven que continua en la escuela viviendo su vida de soltero, y forzada a llevar a término un embarazo riesgoso y una maternidad prematura que le afectará su crecimiento y para la que carece de madurez física, económica, y psicológica.
QUINTA. Evitar el desfase entre los contenidos del curriculum religioso y la realidad de las vivencias de los niños y adolescentes. El análisis del desfase de la materia del currículo escolar Promoción Humana Integral y Religión será el contenido de mi próximo artículo.
¡Cuán fácil fuera elevar la calidad de la educación pública y la formación docente si los hijos de legisladores y funcionarios estudiasen en escuelas públicas! ¡Dejemos que nuestros pueblos repitan Libertad, Igualdad, Fraternidad!
[1] Llamazares, D.: Derecho de la libertad de conciencia, 2ª ed., Ed. Cívitas, vol. I, Madrid: 2002 , p.260.
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