Esta ola de violencia se localiza en el estado de Benue, concretamente en la zona de Agatu, en la que desde el 22 de febrero los pastores islamistas fulanis han arrasado pueblos, destruido casas y cultivos, lo que ha obligado a cerca de 7.000 personas a abandonar sus hogares.
El jefe de la Policía Benue, Paul Yakadi, ha señalado que los fulanis provienen de áreas cercanas. “La nueva ola de ataques de los pastores fulanis contra las comunidades de Agatu es el resultado de la llegada de un alarmante flujo de ellos a la zona desde las localidades vecinas (…) desde donde el ganado cruza las aguas hasta llegar a Agatu”, ha señalado.
“Las patrullas para determinar aquellas zonas que necesitaban reforzar su seguridad ha descubierto grupos de pastores fulani armados con equipamiento sofisticado y con más de 5.000 cabezas de ganado”, ha aseverado Yakadi.
El presidente Muhammadu Buhari ha anunciado una investigación para esclarecer la identidad de los culpables, algo que no ha evitado que los lugareños denuncien que las masacres aún continúan a día de hoy.
VIEJA SANGRE
Desde 2001, las comunidades granjeras cristianas situadas en el área central de Nigeria, conocida como el Cinturón Central, han sufrido este tipo de persecuciones, especialmente en las áreas de Gobierno local de Benue y Plateau, donde la población es de mayoría cristiana.
“Hoy la milicia ha ido a otro pueblo y ha matado a 16 personas. Tiene que haber un final para toda esta matanza”, ha relatado Adanu, un pastor de la zona de Benue. “Los cristianos del Cinturón Central se han convertido en una especie en peligro de extinción, pero, sinceramente. Nuestro Dios es capaz. Seguiremos rezando y trabajando”, ha señalado un residente de Agatu.
“Muchas de estas personas han huido de su casa sin nada. La vida para ellos es insoportable en Otukpo y las comunidades cercanas” hacia donde huyen las víctimas, ha añadido un residente de la zona.
Según ICC, en el periodo de 2012 a 2013 los asaltos de las milicias fulanis contra las comunidades cristianas de Agatu se saldaron con una gran cantidad de muertos y cerca de 50.000 desplazados.