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Ciencia al servicio de Alá

La comunidad islámica requiere los servicios de compañías biotecnológicas para asegurarse de que en la comida que consumen no hay rastro de cerdo. En la producción de las vacunas se utilizan sustratos de cerdo. Hay centros de investigación islámicos que buscan alternativas

En el corán está recogida, según los musulmanes, la palabra de Dios, que muestra a los humanos cómo vivir de forma correcta. Entre otros muchos mandatos, se pueden encontrar preceptos dietéticos, como la prohibición de comer cerdo. Desde el punto de vista de quien no cree, puede resultar complicado entender por qué la divinidad considera tan relevante el consumo de un animal específico a la hora de juzgar a sus criaturas, pero este apartado de la ley islámica se ha convertido en un peculiar punto de encuentro entre la ciencia, basada en la razón, y la religión, que se sustenta en la fe.

Esta semana, en un encuentro con periodistas, Jesús García Gil, director de la empresa biotecnológica Microbial, hablaba sobre el tipo de trabajo que desarrollan en su compañía. A través de una precisa tecnología de análisis de ADN, tratan de descubrir amenazas invisibles para la confianza de los consumidores, de la salud o incluso del alma. El código genético es exclusivo de cada ser vivo y permite detectar, por ejemplo, si en el queso que nos dicen que es de cabra hay más leche de vaca que otra cosa, si una bacteria letal nos acecha invisible en la ensalada o si estamos cumpliendo con fidelidad una doctrina revelada hace catorce siglos.

García Gil explica que en el caso de los lácteos, además de la leche del animal, hay millones de sus células, que son las que sirven para identificar su origen. “100.000 células del animal por mililitro”, concreta. Este mismo trabajo forense, aplicado a los intereses religiosos, trataría de identificar pequeños restos de ADN porcino producto de contaminaciones en procesos industriales en los que, aunque sea en momentos diferentes, se utilizan las mismas máquinas para procesar la carne de distintos animales. En la actualidad, el director de Microbial comenta que con las técnicas de que disponen pueden llegar a detectar si hay un 0,005% de material genético de cerdo en una muestra.

En España, la institución que vela por el cumplimiento de estos requisitos del islam es el Instituto Halal, con sede en Córdoba (halal hace referencia a las prácticas permitidas por esta religión, frente a las prohibidas o haram). Esta entidad ha acreditado a Sistemas Genómicos y al Instituto de Medicina Genómica, ambos en Valencia, como laboratorios oficiales a la hora de determinar qué es halal y qué no. “Desde el punto de vista religioso, lo que se busca es la ausencia total de porcino, aunque desde el punto de vista científico no sea posible al 100%”, apunta Said Bouzraa, responsable del departamento de auditoría del Instituto Halal. Para poder asegurar la deseada ausencia de impurezas, Bouzraa comenta que su objetivo es que los productos se elaboren en líneas “donde no pase nada de porcino”, una medida que evitaría que apareciese ninguna traza.

Por el momento, el mercado en España para este tipo de productos no tiene el volumen y por lo tanto la influencia sobre las empresas que ha alcanzado en otros países como Francia. Sin embargo, según explica Bouzraa, sí hay algunas compañías interesadas en producir con estándares halal para poder comercializar sus productos en países islámicos.

Fármacos para piadosos

Otro ámbito en el que la ciencia le puede echar una mano a la religión es la fabricación de fármacos halal. En la producción de algunas vacunas y otras proteínas, las células se cultivan en sustratos que suelen estar hechos con gelatina porcina. En Malasia, en la Universidad Islámica Internacional en Kuala Lumpur, cuentan con un centro de investigación dedicado a satisfacer las necesidades de la “industria halal”. En el Instituto Internacional para la Investigación y el Entrenamiento Halal hay equipos que tratan de desarrollar métodos de producción de fármacos en los que los nutrientes necesarios para cultivarlos no contengan cerdo.

En España, según comenta Bouzraa, pese a lo pequeño del mercado, hay alguna compañía que ya produce fármacos adecuados a la norma islámica. Una de ellas es Bioibérica, que produce versión halal del coindritín sulfato, un fármaco para la artrosis. Esta empresa biotecnológica pionera en este mercado religioso es, curiosamente, la productora del 20% de toda la heparina que se utiliza en el mundo . Este anticoagulante, ampliamente utilizado en medicina, se obtiene a partir de la mucosa intestinal del animal prohibido.

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