El Gobierno chino insta a los líderes religiosos de la Región Autónoma del Tíbet a que «resistan la influencia de las fuerzas extranjeras» para asegurar la estabilidad en la zona.
Yu Zhengsheng, «número cuatro» en la jerarquía del Partido Comunista (PCCh) como presidente del Poder Consultivo (equivalente a una Cámara Alta), fue el encargado de transmitir el mensaje durante su visita este fin de semana a Qamdo, al este del Tíbet, según publica hoy la agencia oficial Xinhua.
Allí visitó negocios, hospitales y el monasterio budista Galden Jampaling, donde exhortó a sus miembros a que «continúen con sus tradiciones patrióticas y guíen a sus seguidores de la región para salvaguardar la unidad nacional y étnica».
Asimismo, según Xinhua, instó a las autoridades locales a defender la libertad religiosa de todos los grupos étnicos y a proteger los monasterios para que garanticen una «vida religiosa normal» entre sus fieles.
No obstante, enfatizó que el budismo tibetano debe interpretar la doctrina religiosa en línea con «los valores centrales socialistas para adaptarse mejor a la sociedad».
Pekín acusa al dalái lama, exiliado en Dharamsala (India) desde que China invadió Tíbet en 1950, de orquestar actividades separatistas en la región y de estar detrás de las tensiones que se viven tanto allí como en las tres provincias chinas (Sichuan, Gansu y Qinghai) por las que se extiende la meseta tibetana.
Desde 2008, cuando las tensiones llegaron a su punto más álgido de las últimas décadas al morir decenas de personas en unas revueltas que arrancaron en Lhasa (capital del Tíbet), al menos 145 tibetanos se han quemado a lo bonzo en Tíbet y en las provincias vecinas, según organizaciones como Save Tibet o Radio Free Asia.
Estos organismos atribuyen este tipo de sucesos a la represión que la población tibetana sufre por parte de las autoridades comunistas, mientras Pekín lo niega y afirma deberse a la influencia de figuras como el dalái lama.
El pasado mes, las autoridades chinas incineraron en una «prisión secreta» a un popular monje fallecido en Sichuan, pese a las protestas pacíficas de familia y vecinos para que les devolvieran su cuerpo y poder celebrar los rituales fúnebres del budismo tibetano.