El acto cívico, seguido de la celebración eucarística en la catedral, contó con la presencia con autoridades, diplomáticos y representantes de fuerzas armadas
Por momentos alcanzó altos niveles de emotividad. Era el escenario de la inminente guerra antes de la Navidad de 1978 que dio lugar a la mediación del Papa Juan Pablo II, a través del Cardenal Antonio Samoré. En la ahora llamada plaza Cardenal Samoré, frente a la Catedral en Punta Arenas, tuvo lugar la conmemoración del 40° aniversario de la firma del Tratado de Paz y Amistad entre Argentina y Chile, que solucionó la controversia por límites en el sector del Canal Beagle, el domingo pasado.
El acto cívico contó con la participación del gobernador regional de Magallanes y Antártica chilena Jorge Flies Añón; el delegado presidencial de Magallanes y Antártica Chilena, José Ruíz Pivcevic; el embajador de la Cancillería chilena, Juan Anibal Barría García; el cónsul de la República Argentina en Punta Arenas, Germán Domínguez; el decano del Cuerpo Consular en Punta Arenas, Rodrigo Fernández Dubrock, cónsul honorario de España junto a otros cónsules honorarios; los comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas y de las Policías de la Región, estudiantes de los colegios y muchos integrantes de las comunidades eclesiales.
Luego de entonar los himnos patrios de Chile y Argentina, el obispo diocesano Óscar Blanco Martínez manifestó la gratitud al Señor por el regalo de la paz y el compromiso a cuidarla y trabajar por ella. También se dirigieron a los presentes el Gobernador, el delegado Presidencial y el Cónsul de la República Argentina en Punta Arenas.
La crisis afectó la vida
Germán Domínguez, cónsul de Argentina en Punta Arenas, señaló: “Es para mí un gran honor estar hoy presente junto a todos ustedes frente al monumento al cardenal Antonio Samoré para conmemorar los 40 años de la firma del tratado de paz y amistad entre Argentina y Chile. Se trata de un ejercicio de memoria, una memoria que aspiramos compartida y sentida en una narrativa común, una narrativa que dos pueblos unidos por una sensibilidad religiosa común contribuyeron a construir hace ya 46 años en vísperas de la Navidad de 1978, bajo la guía de Su Santidad el Papa Juan Pablo II, a través de su representante el cardenal Samoré”.
Continuó Domínguez con su testimonio: “En esta parte del extremo sur de América, la crisis del 78 afectó la vida, las alegrías y las esperanzas de dos comunidades hermanadas por una larga historia de convivencia pacífica y fraterna, con intereses comunes, con familia y apellidos que se repiten a un lado y otro de la frontera desde fines del siglo XIX. En el caso particular de quien habla, recuerdo que en mayo de 1978 terminé mi servicio militar obligatorio y unos meses después recibí una convocatoria para una eventual movilización”.
“Esto terrible que sucedió hace ya 45 años entre argentinos y chilenos ha de tener un sentido. Ese sentido es tal vez el llamado a una tarea diaria para salir del “yo y tú” o -peor aún- del “ellos” y ver cómo lentamente podemos construir un “nosotros”. En este contexto, el acuerdo al que se arribó en 1984 por la intercesión del papa Juan Pablo II y la mediación del cardenal Antonio Samoré reafirmó el valor de la diplomacia y de la solución pacífica de las controversias junto a la vocación de hermandad y compromiso con la paz de nuestras naciones”, reflexionó el Cónsul.