Carta remitida a periódicos de ámbito nacional, autonómico y local, sobre la reacción de algunos padres del Colegio Público San Juan de la Cruz, en contra de la retirada de los crucifijos de las aulas del Centro.
La jerarquía católica (JC) reclama el espacio público para defender sus ideas y creencias. El derecho a la libertad de expresión permite proclamar cualquier idea en público (con escasísimas salvedades perfectamente tasadas en la ley). Pero ese derecho tiene una contrapartida: aceptar la crítica de aquellos que no las comparten. Y hete aquí que eso ya no le gusta tanto a la JC y sus sicofantes.
Animados por las arengas de sus pastores, los fieles que llevan a sus hijos al Colegio Público San Juan de la Cruz de Baeza (obsérvese el nombre "laico" del centro), recogen firmas para que se restituyan los crucifijos que presidían sus aulas y fueron retirados por orden de la Consejería de Educación (el cura Chamizo, Defensor del Pueblo del Señor se ha desmarcado enérgicamente de la decisión). Estos fieles son como el padre orgulloso que anda enseñando a todos la foto de su querubín, venga o no a cuento: al final la insistencia resulta molesta. Pero es que además, para estos católicos profundos no basta con enseñarnos la foto: quieren que la colguemos en la pared de nuestra casa.
Pues si quieren proclamar en público el amor a sus iconos, hablemos en público de ellos y de lo que implican: deberían saber estos católicos que muchos padres intentan que sus hijos no vean imágenes de personas cruelmente torturadas y moribundas; que no quieren que sus hijos crean, conforme van madurando, que los mitos religiosos y culturales (el Ratoncito Pérez, Papa Noel, la Virgen María, el Código Da Vinci, los dioses que mueren y resucitan,…) tengan otra validez que la del mensaje simbólico que transmiten; que no quieren que sus hijos aprendan que por la fuerza física, numérica o la de la costumbre pueden imponer a otros sus "juguetes" favoritos, por mucho que les gusten y les apetezca.
¿Resultan molestas estas opiniones? Son opiniones públicas sobre opiniones y acciones públicas de estos fieles de Baeza, católicos profundos, que se revelan contra la retirada de sus "muñecos" de las paredes públicas: yo no opino sobre asuntos privados.
Lo paradójico es que estos católicos profundos, como todos los enemigos de la libertad (fascistas, comunistas, nacionalistas y otros hijastros del dogmatismo cristiano), lo hacen todo por amor a sus ideas y a nosotros.
En resumen: la JC y sus epígonos quieren estar en misa y molestando. El amor intenso y el sectarismo son así.