Es práctica común en muchos países y religiones el no permitir a las mujeres que sean dueñas de sus vidas, por no hablar de sus cuerpos, que deben servir únicamente a la procreación y deleite del macho correspondiente.
Gulnaz es una chica afgana de 21 años que fue violada por el marido de una prima. A raíz de ese atentado tuvo una hija y la justicia de Afganistán, lejos de defenderla como víctima, le condena a 12 años de cárcel por adulterio. Únicamente la boda con su agresor le puede librar de la condena, aun cuando ella no está conforme con ese lazo.
Ninguna costumbre, religión, ley, Gobierno ni nadie debería tener excusa para agredir una vez más a las mujeres. Es un problema educacional, no de locura ni mandato de un iluminado castrado mentalmente. La ley islámica o sharía la han creado hombres con afán de dominación sobre otros seres humanos que les permite decidir entre la vida y la muerte en muchas ocasiones.