La Comisión de Derechos Humanos de Alberta ha estado en el centro de una controversia durante varios meses. Su exgerente, Collin May, fue despedido. Después de trabajar allí durante tres años, se convirtió en jefe la primavera pasada. Graduado de la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales de París, había trabajado en particular para la Cruz Roja en Ginebra y tenía el perfil perfecto.
Blasfemia islamófoba
Pero aquí. Hace trece años, Collin cometió un delito muy grave. ¿Cual? Escribió una reseña de lectura de un libro de un historiador judío. Dentro imperialismo musulmán, Efraim Karsh explica que el Islam es propenso a la violencia y la expansión. Sin embargo, Collin May se atrevió a informar sobre las palabras de Karsh en su reseña.
Por supuesto, esta blasfemia islamófoba era inaceptable para el Consejo Nacional de Musulmanes Canadienses (CNMC), una organización de activistas fundamentalistas. Mencionemos por ejemplo a Wael Haddara. En 2012 dimitió del Consejo de Administración de la CNMC. Se convirtió en asesor político del entonces presidente egipcio Mohamed Morsi, un musulmán radical miembro de la Hermandad Musulmana. Su gobierno quería convertir a Egipto en una teocracia religiosa, como en Irán, y finalmente fue derrocado por los militares.
Todo ello para decir que la CNMC presionó para que se despidiera a May, campaña a la que se sumaron, entre otros, el Canadian Muslim Research Think Tank. En abril pasado, esta organización declaró en su página de Facebook que los niños palestinos eran víctimas de la pedofilia practicada por los judíos. Israel también fue acusado de participar en el asesinato sistémico y planificado de toda la población palestina. Para evitar esta situación, se invitó a Canadá a ayudar militarmente.
20 millones de muertos
Este grupo musulmán también afirmó en otra publicación que Estados Unidos y la OTAN, de la que Canadá es miembro, han “masacrado a más de 20 millones de personas, incluidos 15 millones de musulmanes”. También denuncia “la hipocresía y el sesgo colonial judeocristiano” de Occidente. —
Estos son los tipos de organizaciones que destruyeron la vida de Collin May. Ya no tiene trabajo y debe librar una batalla legal solo contra el gobierno de Alberta y contra quienes lo calumniaron. Está deprimido y casi nadie lo defiende públicamente en el Canadá inglés.
Desafortunadamente, esto no es sorprendente. Hace poco asistí a una conferencia de Yasmine Muhamed, esta mujer de Vancouver que fue martirizada durante años por su familia islamista y que publicó sus memorias. Los medios de comunicación en inglés han hablado muy poco de su historia. ¿Por qué? Porque el acoso funciona. Periodistas y políticos tienen miedo de que los llamen islamófobos. Se estrellan ante organizaciones de fundamentalistas musulmanes.
¿Cómo no decir una palabra aquí sobre Justin Trudeau? Su gobierno está actualmente en proceso de contratar a un comisionado de islamofobia. La caza de brujas islamófobas ya no será prerrogativa exclusiva de grupos de extremistas religiosos. Pasará a ser la política oficial del país y la llevará a cabo Ottawa, que la financiará con nuestros impuestos. ¡Viva el multiculturalismo canadiense!
