El poderoso líder religioso Edir Macedo intentó tender otra vez un puente hacia el PT y fue criticado por haber fomentado la difamación de Lula
El poderoso líder religioso Edir Macedo intentó tender otra vez un puente hacia el PT y fue criticado por haber fomentado la difamación de Lula
Luiz Inacio Lula da Silva asumirá su tercera presidencia el 1 de enero próximo. Problemas no le faltarán en una transición aceptada a regañadientes por Jair Bolsonaro. Por lo pronto, ya protagoniza su primer culebrón con las influyentes iglesias evangélicas. El obispo Edir Macedo, líder de una de la Iglesia Universal del Reino de Dios (IURD), conocida globalmente por su consigna «pare de sufrir«, buscó recomponer sus relaciones con el líder del Partido de los Trabajadores (PT), a quien supo demonizar y cortejar, en distintas épocas. «Hablamos de que la gente debe perdonar para poder ser perdonada. Eso es lo que enseña Jesús, lo que creemos. Tu fe no servirá de nada si no perdonas», dijo, en clara referencia a la victoria de Lula. «No podemos envidiarle, porque eso es lo que quiere el diablo«, añadió Macedo, dueño de una fortuna que lo ha ubicado en la lista Forbes de los brasileños más adinerados.
La IURD tiene un poder de influencia considerable entre la feligresía evangélica, que representa más del 30% de los creyentes de ese país y hace medio siglo era apenas una expresión marginal. Macedo fue uno de los que le dio a los pentecostales un brío inusitado. Bajo su órbita se sentaron las bases de la expansión que tiene en el canal televisivo Record, el segundo más visto en Brasil, a uno de sus principales armas, además de innumerables radios, sitios de internet y publicaciones. Macedo apoyó al Gobierno de ultraderecha cuando advirtió que el exgobernador paulista Geraldo Alckmin carecía de opciones en 2018. La IURD, así como otras iglesias, formaron un poderoso lobi evangélico a la que algunos emisarios de Lula comenzaron a acercarse, con Alckmin, su futuro vicepresidente, a la cabeza.
Las palabras de Macedo provocaron un seísmo en medio de esos movimientos furtivos. «Recé, ‘Oh Dios, quiero que (Jair) Bolsonaro gane’. Pero que se haga tu voluntad, sobre todo, porque el Señor manda», dijo, sobre las pasadas elecciones. Ganó Lula, sin embargo, y el obispo de las mil piruetas políticas creyó ver una señal en el cielo. «Supuestamente ganó según la voluntad de Dios, pero el que ganó fuimos nosotros, los que creemos». La presidenta del PT, Gleisi Hoffmann, estuvo lejos de agradecer el sermón del pentecostal. «Rechazamos el perdón de Edir Macedo. Es él quien necesita pedir perdón a Dios por las mentiras que propagó, la inducción de millones de personas a creer barbaridades sobre Lula, utilizando para ello a la iglesia y sus medios de comunicación. Nuestra conciencia está tranquila».
Enfrentamientos y reconciliaciones
Como recordó el diario paulista Folha, Macedo tiene «un historial de idas y venidas con Lula». En 1989, cuando el PT se inclinaba claramente hacia la izquierda, el ya multimillonario alentó el voto en contra del extornero mecánico con profusas citas bíblicas y advertencias apocalípticas si vencía al derechista Fernando Collor de Mello. Tres años más tarde, Macedo fue arrestado y acusado, entre otras cosas, de charlatanería. Lula fue uno de los pocos dirigentes políticos que lo visitó en prisión. «Si no tenemos cuidado, dentro de poco la policía estará en tu casa, deteniendo sin discreción», dijo entonces. Semejante gesto no inmunizó a la IURD de su alergia hacia el PT y a lo largo de la década del noventa retomó sus discursos agresivos. Tuvo lugar, sin embargo, una nueva reconciliación en 2002, cuando Lula ganó las elecciones presidenciales con el empresario José Alencar, por entonces integrante del PL, el actual partido de Bolsonaro, que hace dos décadas ya albergaba en su seno a los seguidores de Macedo. La tregua duró hasta 2016. Los evangélicos no dudaron en levantar la mano en el Congreso para destituir a la presidenta Dilma Rousseff.
El hombre que hace milagros
Lo que no esperaba Macedo después de su «perdón» a Lula es que lo tacharan de tránsfuga ciertos bolsonaristas despechados. «Se han confundido. No indulté a Lula, no indulté a nadie, no tengo nada contra Lula. Si él tiene algo contra mí, ese es su problema». Macedo reconoció que «mucha gente está diciendo que el obispo les ha dado la espalda porque se estaba acercando». Eso, sostuvo, no es cierto. Aseguró a su vez que si alguien le debe un favor es a Lula, quien, dijo, lo buscó cuando le diagnosticaron cáncer de garganta, al abandonar la presidencia, hace 12 años. «Puse mis manos en su cuello y recé por él, y se curó, fue tratado en el hospital (Albert) Einstein, pero se curó». El obispo y potentado prometió no obstante orar por el futuro mandatario, como lo haría por «cualquiera que sea el presidente o el rey o la reina» porque «esa es nuestra obligación».
El pastor Silas Malafaia, de la Asamblea de Dios Victoria en Cristo, una de las iglesias que compite con la IURD, aprovechó la controversia para tomar distancia de los llamados petistas a negociar una coexistencia pacífica en el Congreso. Bolsonarista de pura cepa, Malafaia advirtió que no quiere saber de «ninguna conversación» con Lula ya que no es como «algunos» líderes pentecostales. «Lamento decir que algunos líderes evangélicos no pueden ver el caramelo del poder que corre hacia ellos».