«Parece que la cultura ha perdido sus referencias y que, por lo tanto, ha elegido dos posiciones ideológicas como absolutas», denuncia el arzobispo Scherer
El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva ha vuelto a reunirse con religiosos y clero para reforzar su imagen antelos votantes católicos. De este modo, la religión se ha convertido, una jornada más, en uno de los elementos centrales de la campaña electoral, tanto de Lula como del presidente Jair Bolsonaro, autoproclamado defensor de los «valores cristianos» y «elegido de Dios» por Michelle, –su mujer–, con el apoyo masivo del protestantismo evangélico en Brasil.
El exmandatario ha recibido una carta firmada por los religiosos, en la que alertan del «peligro real» al que se enfrenta el régimen democrático, en una alusión velada al presidente Bolsonaro, y han expresado su confianza en Lula a la hora de garantizar la libertad religiosa del país.
El candidato de la izquierda, que aspira a su tercer mandato y cuenta con el apoyo mayoritario de los católicos, ha participado de cánticos religiosos junto a su esposa, Rosangela Janja Silva, y se ha santiguado ante una pequeña estatuilla de la Virgen de Nuestra Señora de Aparecida, patrona de Brasil.
He leído noticias sobre curas siendo atacados en la misa porque están hablando de pobreza, defendiendo la democracia
Luiz Inácio Lula da Silva
Politizar a Dios
El encuentro del líder del Partido de los Trabajadores con religiosos se ha producido tan solo una semana después de la polémica visita de Jair Bolsonaro al Santuario de Nuestra Señora de Aparecida, en la ciudad homónima, ya que durante la misa en honor a la Virgen carioca, algunos de sus seguidores abuchearon al arzobispo Orlando Brandes, cuando este pidió en su sermón combatir el «dragón de la mentira», del hambre y del desempleo.
Lula ha asegurado que «nunca había visto un Brasil invadido por el odio, como una parte de la sociedad brasileña lo está hoy. He leído noticias sobre curas siendo atacados en la misa porque están hablando de pobreza y defendiendo la democracia».
El obispo «rojo»
La tensión electoral en Brasil ha salpicado al arzobispo de Sao Paulo, Odilo Scherer, tras hacer pública su opinión sobre las discusiones en las que se han confundido política y religión en los discursos de los candidatos, relegando a Dios a un segundo plano.
A veces me parece revivir los tiempos de ascensión al poder de los regímenes totalitarios, especialmente el fascismo
Odilo Scherer, arzobispo de Sao Paulo
«La fe en Dios– según Scherer– ha quedado después de las elecciones; así, los valores morales: la justicia, la fraternidad, la amistad, la familia…», y se ha preguntado si «vale la pena poner todo eso en riesgo al calor de la discusión política» en sus redes sociales. Es necesario, a juicio del arzobispo metropolitano de São Paulo, denunciar «la instrumentalización de la fe en función de la ideología y la política. La polarización viene de lejos, no es nueva y no es solo brasileña. Parece que la cultura ha perdido sus referencias y que, por lo tanto, ha elegido dos posiciones ideológicas como absolutas».
El arzobispo de Sao Paolo, Odilo Scherer, alerta de la polarización en la campaña por la presidencia de Brasil
Estas palabras le han costado al obispo Scherer una avalancha de críticas y de insultos a los que se ha visto obligado a salir al paso, tras ser acusado de apoyar a la izquierda por el rojo de su sotana cardenalicia.
«Si alguien se sorprende con mi ropa roja, que sepa que el color de los cardenales es el rojo, simbolizando el amor a la Iglesia y la prontitud al martirio, si fuera necesario. Que Dios les bendiga a todos. Pero… ¡Nadie hiera a nadie!», ha explicado el arzobispo. Además, ha recalcado su creencia en Dios y su posición contraria al aborto y a favor de la familia.
El cardenal ha resaltado que «a veces, me parece revivir los tiempos de ascensión al poder de los regímenes totalitarios, especialmente el fascismo» y ha advertido que «es necesario tener mucha calma y discernimiento» en esta campaña hacia la presidencia de Brasil en la que, sobre todo, se polariza y se divide a los hermanos y contra el mismo Padre.