Luego de reunirse dirigente católicos y pronunciarse en contra del aborto, el candidato a presidente les prometió a los evangélicos que en su gobierno “no habrá ninguna actitud que hiera la libertad de culto y de rezo, o que cree obstáculos al libre funcionamiento de los templos”. El voto evangélico es clave en la segunda vuelta y muy disputado entre Lula y Bolsonaro.
San Pablo. Primero, el lunes, se reunió con los católicos y este miércoles con los evangélicos. Con ambas iglesias cristianas el candidato Lula da Silva tomó compromisos; pero hubo una diferenciación: a los fieles de todas las vertientes evangélicas, que representan un tercio de los brasileños, les entregó una carta firmada donde afirma que tendrán un lugar “en las diversas formas de participación social en el gobierno, como consejos y conferencias públicas sectoriales”.
Hay dos razones que movieron al líder petista a realizar esta última cumbre de hoy con líderes religiosos. La primera fue, como dijo en su discurso, es el “uso indebido” de la fe, por parte de su adversario Jair Messias Bolsonaro con fines electorales. La segunda fue la propagación de “mentiras” tejidas alrededor de su personaje, por la campaña del jefe de Estado, que le atribuyen desde el “cierre de iglesias” hasta la promoción de “baños unisex” en las escuelas.
“Puedo asegurar que, en mi gobierno, no habrá ninguna actitud que hiera la libertad de culto y de rezo, o que cree obstáculos al libre funcionamiento de los templos” asegura la misiva. Más aún, para Lula “las iglesias pueden suplir las deficiencias del Estado”. Sin embargo, reforzó el principio de Estado laico: “Respetamos las leyes y las tradiciones que separan al Estado de la Iglesia, para que no haya interferencia política en la práctica de la fe”.
La cita con los evangélicos, que tuvo lugar en un hotel de la alameda Santos, a 100 metros de la icónica avenida Paulista, convocó a más de un centenar de pastores, parlamentarios y fieles de diferentes lugares del país. Los presentes acompañaron la música góspel y los rezos, pero también intercalaron la consigna “Lula lá” (“Lula allá” en el Palacio del Planalto). No dejó de sorprender el relato de los religiosos y creyentes, quienes denunciaron públicamente la persecución política por parte de colegas de las congregaciones evangélicas. Muchos líderes cristianos sufrieron la expulsión de sus iglesias por no concordar con las invocaciones de los obispos que piden el voto a Bolsonaro.
Lula fue contundente al declarar: “Nunca había visto un Brasil tomado por el odio. Oí hablar de padres que son atacados cuando hablan del hambre y de la pobreza”. Recordó, entonces, que el fenómeno es global, tal como se vio en Italia: “Allí, la extrema derecha con cabeza fascista ganó las elecciones”. En línea con el cristianismo, el candidato de la Coalición de la Esperanza (que reúne 10 partidos además del PT), sostuvo que “personalmente estoy en contra del aborto”, pero aclaró que cualquier decisión sobre el tema le corresponde al Congreso.
La carta vio la luz luego de un debate intenso y prolongado dentro del cuartel general lulista. Y finalmente dominaron aquellos que juzgaban indispensable la misiva, para desarticular las “fake news” del bolsonarismo respecto de Lula. En un principio, los articuladores de la campaña creyeron que sería suficiente contraponerse a la batería de “difamaciones” con propuestas de recuperación económica. Pero los datos de las encuestas mostraron que no alcanzaba con esa estrategia para ejercer influencia sobre los distintos sectores del cristianismo. Así lo reveló una investigación de Datafolha al mostrar que Bolsonaro es la figura preferida por 67% de los evangélicos, mientras que sólo 32% indicó su opción por Lula. En cuanto al catolicismo, la mayoría (57%) está enrolada con el lulismo.
El ex mandatario insistió en el “compromiso con la verdad, con el cuidado de los niños, con los trabajadores y jubilados”. Y no ahorró palabras para acusar a su contrincante: lo trató de sicópata y mentiroso, como ya había hecho en el primer debate de la emisora Bandeirantes, el domingo último. De fe católica, Lula se resistía a presentar por escrito sus promesas en el ámbito religioso. El lunes, frente a padres y obispos católicos, reiteró que no quería mezclar su campaña con la religión, para diferenciarse del procedimiento Bolsonaro adoptó desde un inicio. Pero estos días, el tema pasó a formar parte también de programas de TV y entrevistas realizadas al líder petista.