Víctima de mutilación genital, creó la oenegé Save a Girl Save a Generation para luchar contra diferentes formas de violencia de género. Tras 15 años de trabajo, ha ayudado a centenares de niñas.
Cuando tenía 5 años, Asha Ismail (53 años), se convirtió en víctima de la mutilación genital femenina. Acompañada de su madre y de su abuela en Kenya, una mujer le mutiló los genitales y se los selló con una especie de pegamento casero. “Ya la vida no es lo mismo, te han hecho un daño permanente e irreversible”, denuncia.
La violencia de género no acabó allí. Quince años más tarde, cuando cumplió los 20, tuvo que casarse de manera forzosa con un hombre mucho mayor que ella. “Esa noche, una mujer me cortó con una cuchilla para que mi comprador pudiera violarme”, explica. Se quedó embarazada y, nueve meses más tarde, dio a luz a una niña. “Yo no quería a ese bebé cuando estaba dentro de mí, pero cuando la tuve en mis brazos, la ví tan frágil y pensé: no tengo que llorar, lo que tengo que hacer es protegerla, que no le pase lo que me ha pasado a mí”, recuerda.
A partir de ese momento, empezó a tejer complicidades con todas las mujeres que conocía de su entorno. “La primera que me siguió fue mi hermana, que también se negó a que su hija sufriera mutilación genital“. Poco a poco, se fueron añadiendo más mujeres y consiguió que la generación de su hija ya no tuviera que sufrir esta forma de violencia de género. “Ha habido divorcios en esos grupos porque esas mujeres se negaron a mutilar a sus hijas”, afirma Ismail, que añade que, ahora, “esas hijas están muy agradecidas”.
En ese camino, creó la oenegé Save a Girl Save a Generation, con la que lucha para erradicar la mutilación genital femenina y los matrimonios forzosos, entre otros. Tras 15 años de trabajo, ha ayudado a que cientos de niñas no sean víctimas de violencia de género.