“Corrieron sus argumentaciones de narrativas dogmáticas eclesiales para organizar un discurso laico sustentado en la ciencia, el derecho y la ética. Centran su crítica en el sistema político, las políticas públicas y los derechos por su ineficacia para resolver los problemas de la pobreza, el desempleo y las condiciones dignas de vida. Para eso, juegan el juego de la democracia con sus reglas para lograr desestructurarla: así operan los grupos ‘celestes’ que militan contra la sanción de la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo”, describe la socióloga María Alicia Gutiérrez. Trabajan territorialmente, en la captación de jóvenes y en la formación de dirigentes políticos, señala la comunicadora Victoria Pedrido. Docentes e investigadoras de la UBA, Gutiérrez y Pedrido indagaron en el mapa de las principales coaliciones celestes. ¿Quiénes son? ¿Qué discursos esgrimen y cómo esconden sus posicionamientos religiosos? Estas son algunas de las preguntas que buscaron responder en la investigación que desarrollaron desde el Área de Incidencia Política de la asociación civil FUSA, que trabaja por los derechos de adolescentes y jóvenes.
“Su planteo no es solo contra el aborto, sino que es un proyecto civilizatorio de mayor alcance donde, en realidad, lo que están intentando es ver cómo recuperan un orden conservador en el campo de la economía, de la política, de lo sexual y en lo social, volviendo a centrar el eje en la familia heterosexual, en ciertos roles para hombres y mujeres, en la complementariedad y en un argumentación de que se ha perdido un supuesto paraíso –que nunca existió–, pero lo que se borra es el conflicto como constitutivo del orden social”, advierte Gutiérrez.
“Sostiene que la democracia no ha servido tanto para resolver los grandes conflictos sociales, tiene una ambición voraz de incrementar el punitivismo tanto en el ámbito jurídico como extra jurídico –es decir, defienden la justicia por mano propia–, muy asentado en el convencimiento de que con mayor castigo y sanción se resuelve el conflicto social”, señala Pedrido.
El municipio bonaerense de San Miguel, gobernado por el intendente Jaime Méndez, de Cambiemos, es un ejemplo de su despliegue: fue declarado “provida”, no realiza abortos legales e implementó en el Hospital Larcade las consejerías llamadas “Guadalupe” que consisten en el acompañamiento de mujeres que se enteraron de que están embarazadas y están en una situación de angustia, de sufrimiento: “Captan a aquellas mujeres que no quieren seguir con ese embarazo, y las acompañan en todo el proceso para que no cambien de decisión. De alguna forma, cordialmente, las someten a un embarazo forzado como política pública, es decir, operan con fondos del Estado”, revelan Gutiérrez y Pedrido en una entrevista con Página/12.
El Frente Joven es la coalición con mayor presencia territorial a nivel nacional y regional. En el mapeo de grupos conservadores fundamentalistas se ubican también los “liberales libertarios” con influencers como Javier Milei en el campo de la economía. Al mismo tiempo, hay grupos evangélicos que están apostando a un armado político para las próximas elecciones legislativas con el Partido UNO (Una Nueva Oportunidad): lo lanzaron en nueve provincias y se definen como “conservadores populares”. El hilo conductor que hilvana a todos estos grupos es “la defensa de la vida”.
El Frente Joven
Gutiérrez forma parte de FUSA y también es integrante de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito; Pedrido es activista en Akahatá –Equipo de trabajo en sexualidades y géneros–, consultora en salud y derechos sexuales y reproductivos e integrante de la Dirección Nacional de Salud Sexual y Reproductiva, del Ministerio de Salud de la Nación.
La investigación que realizaron desde FUSA está recién terminada y por eso todavía tiene un título provisorio: “Los grupos fundamentalistas conservadores: continuidades y rupturas en relación a los argumentos globales”. Estos grupos, señalan, no forman una sola coalición, como en el caso de la Campaña. Y aunque han tenido más visibilidad a partir del debate del aborto de 2018, en realidad, “están articulando desde la década del ’70”. Una de las características de su militancia son los discursos de odio: para apelar a la emocionalidad.
“Hay una circulación de las acciones y las articulaciones, en los distintos países, hacia niveles regionales y globales”, describe Gutiérrez. El paraguas que los une es el ataque a lo que llaman “la ideología de género”. “Su gramática coloca a los feminismos y grupos LGBTTIQ+ en el centro de la mira, acusándolos de ser una avanzada neomarxista y feminista y una propuesta desintegradora del orden social”, precisa Gutiérrez.
En estos momentos en Argentina los temas fuertes de su activismo son el aborto –justamente por el avance en el debate–, la educación sexual integral –porque también tiene una estrecha relación con el aborto– y los feminismos, sin dejar de lado otros frentes como la población LGBTTIQ+. Este posicionamiento tiene que ver con el avance de los feminismos en el país a partir del surgimiento del movimiento Ni Una Menos, con el debate por el aborto legal que se da desde 2018 y con un rasgo de la Argentina –que desde la Campaña lo han señalado siempre– de un proceso fuerte de despenalización social del aborto. Una de las principales articulaciones celestes es el Frente Joven, liderada por Leandro Flocco, con presencia en Argentina, Ecuador, Perú y Paraguay: si se observa su discurso sin profundidad, cualquier activista verde podría apoyarlo, dicen las investigadoras. Su slogan es “Construyendo una sociedad más digna”. No hacen declaraciones relacionadas con la religión. Se trata de una coalición de juventudes. Es la de mayor alcance territorial a nivel local y regional. Actúa también para influir en las decisiones de la ONU y la OEA. “Uno de sus ejes de trabajo, además, es la formación de dirigentes, algo que vienen haciendo sobre todo en los últimos dos años junto con el asesoramiento en algunos casos a parlamentarias y parlamentarios, y a funcionarios de otros poderes. También forman promotores y promotoras territoriales. Tienen un dispositivo desplegado que no solamente apunta a la llegada de su ideario y escala de valores a la población destinataria final sino a la formación de una vocería, de sus replicadores”, detalla Pedrido.
-¿Son evangélicos y católicos? -les preguntó este diario a las investigadoras.
“En un mapa dentro del ámbito religioso -respondió Pedrido-, sus discursos tienen más que ver con la doctrina social de la iglesia, con una cuestión católica más popular y territorial que de elite: más línea Bergoglio, que habla de amistad social, de la fraternidad entre hombres y mujeres, en contra de la “cultura del descarte”. En sus discursos apelan al lenguaje de la política pública, hablan de desarrollo, de futuro. Una de sus líneas de trabajo se llama ‘el derecho al futuro’ y tienen programas de ‘defensores de mamás’. Han adoptado el lenguaje de los derechos humanos: entonces, más que llamarlos antiderechos –y no porque no consideremos que tergiversan esos derechos de alguna manera– hay que definirlos como conservadores fundamentalistas: son grupos antigénero. En cada país tienen su propia agenda antigénero, de acuerdo a sus objetivos de lucha. Pero cuando hablan de sus acciones hablan de construir una sociedad más digna a través de la promoción de los derechos humanos fundamentales. Si yo en vez de ponerte Frente Joven y estudiar sus discursos en profundidad, pongo la Campaña u otra coalición de organizaciones, coincidiríamos en una retórica. Las retóricas son expropiadas. Hay un lenguaje de los derechos humanos usado muy estratégicamente y mediante otras estrategias comunicativas lo socavan”.
En noviembre, el Frente Joven cumplió 10 años. A los jóvenes y adolescentes los convocan a participar a una suerte de voluntariado, pero en realidad se trata de una militancia más allá de que despoliticen esta impronta. Aunque se acercan en su discurso más a la doctrina social de la iglesia, no dejan de tener entre sus aliados a actores ligados al Opus Dei como la Universidad Fasta, que tiene como uno de sus líderes a un cura antisemita con cercanías con el nazismo. El Estado, finalmente, termina financiando muchas de sus acciones: como muestra vale señalar que para el 2018, la Conferencia Episcopal Argentina recibió del Estado 130.421.300 pesos (el equivalente a 6500 millones de dólares de enero de ese año), como parte del sostenimiento que menciona la Constitución Nacional, según reveló Maximiliano Campana en “Políticas Antigénero en América Latina”.
–¿Qué otras articulaciones celestes identifican? –preguntó este diario.
M.A.G.: –Hay otros grupos como los libertarios que dicen que el género es un invento del marxismo cultural, ligado al posmodernismo, a la idea de la ruptura del sujeto, a la complicada noción de presente-historia y futuro. Ellos frente a eso se plantan con la idea del derecho al futuro y dicen que defienden “el derecho de todos a vivir”. “Sin vida no hay derechos y sin derechos no hay futuro”. De ahí derivan, que es lo que han llevado al Congreso, tanto en 2018 como ahora, que “la vida no se debate”. Esto me parece muy interesante porque no se contradice con la defensa de los derechos humanos centrados en la vida de todes: en la vida del por nacer y de las mujeres. Recuperan también el famoso “Viva la Patria” en las marchas, donde participan con la bandera blanca y celeste.
–¿Cómo es su militancia territorial?
V.P.: —A nivel territorial es donde las iglesias tienen mucho más peso y protagonismo. Actuaron muchísimo durante la pandemia. Se proponen la visita a los barrios. Hacen acciones basadas en la política de caridad, en la convocatoria más comunitaria para juntar fondos, visitar a las familias en situación de vulnerabilidad, para poder acercarles un recurso en el contexto de aislamiento. Acompañan en todos aquellos procesos donde las personas tengan algún tipo de padecimiento y sobre todo en una promoción de la contención a nivel emocional, para que sea integral. Usan el mismo lenguaje de las políticas públicas.
Gutiérrez advierte que estos grupos, cada vez más, se han bajado casi totalmente del discurso católico religioso y se han centrado en el discurso de la ciencia y lo jurídico: “Lo vimos en el debate de este año en Diputados y luego en el Senado. Incluso en la última encíclica del Papa tampoco hay mucha referencia a Dios sino a la amistad, a la solidaridad, además del gran ataque al modelo neoliberal y a la globalización”.
“Francisco lo llama la cultura del descarte –apunta Pedrido–. Lo que hace este papado es justamente traducir a un lenguaje más ameno, popular, más comunitario, todo el aparato teórico, más erudito, en contra del género, de las luchas feministas, LGBTIQ. El gran teórico de eso es Ratzinger. Desde un lugar de erudición mucho mayor y también anclado en una visión pseudocientífica: él ha descripto la ideología de género como la última subversión de la criatura humana de ir en contra de su propia naturaleza humana”.
M.A.G.: –Desprecian profundamente la democracia pero tienen una gran estrategia para utilizar la democracia desde adentro, como dice la investigadora brasileña Sonia Correa. El caso de (Jair) Bolsonaro es bien evidente.
V.P.: Una de las cosas que más aprovechan de la democracia es ese reclamo de libertad de expresión en contra del supuesto adoctrinamiento de todas las políticas progresistas que se ponen en marcha y que para ellos han fracasado. Tienen una idea muy convencida de que quienes se benefician de las políticas sociales no son quienes las financian. Esto va de la mano de le meritocracia que, sostienen, no hace nada por mejorar sus situaciones de vida.
Las investigadoras advierten que mientras la Iglesia Católica lo hace en la superestructura, los grupos evangélicos, una mixtura entre pentecostales y neopentecostales, han crecido y operan a nivel territorial.
V.P.: “Quieren formar un partido político. Ya han apelado al Frente Nos, con Juan José Gómez Centurión y Cynthia Hotton. Ahora formaron el Partido UNO (Una Nueva Oportunidad) que se fue armando en 2019, e involucra a nueve provincias: La Pampa, Mendoza, Buenos Aires, Chaco, Entre Ríos, Formosa, Corrientes, Salta y Santa Fe. En realidad se iba a lanzar oficialmente en marzo y quedó suspendido por la pandemia. Son agrupaciones evangélicas de las distintas provincias cuya pretensión es conformar una fuerza de cara a las próximas elecciones. Si bien se consideran como “provida” no se perciben tan en la extrema derecha como Centurión y Hotton. Se visibilizan como “conservadores populares”.
M.A.G.: Un aspecto que los caracteriza en sus discursos –y se observó en el debate de este año sobre el aborto– es una crítica profunda a las políticas públicas, y ahí es donde van a la prevención y al acompañamiento de las mujeres embarazadas. A su criterio no se requeriría de ninguna ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo.
–Es el mismo mecanismo que desplegaron en el debate de 2018, cuando hacían hincapié en la necesidad de ESI y cuando se firmó el dictamen en Diputados que eliminaba el artículo 5 de la ley de ESI que le permite adaptar los contenidos al ideario institucional, salieron con los tapones de punta con el slogan “#ConMIsHIjosNoTeMetas.
M.A.G.: Por supuesto. Con la pobreza que tenés, con el desempleo que tenés, con las condiciones económicas que tenés: ese es el problema, repetían. Porque resuelto ese problema con una verdadera política pública y la prevención –mentirosa por supuesto–, no hay ninguna necesidad de aborto porque las mujeres van a llegar a los embarazos acompañadas y con todas las necesidades cubiertas y no van a elegir interrumpirlos: ese es su planteo.
V.P.: Su propuesta de prevención se basa en una idea positivista por la cual si vos aprendés esto y lo otro, seguramente vas a poder cuidarte y si no lo hacés es tu responsabilidad.
M.A.G.: De alguna manera engancha con esa idea del empresario de sí mismo, el que se hace cargo de su vida.
V.P.: Y atravesado por una idea de la prevención moralizante: si yo salgo desabrigada y me agarro una neumonía no me van a dejar de atender por eso, aunque no tuve las medidas de prevención necesarias, pero sin embargo en este tema de la prevención de un embarazo no deseado si aparece esta idea de que te tenés que hacer cargo igual.
–¿Cómo se mueven estos grupos “celestes” en el mundo de las redes sociales?
V.P.: Usan las redes sociales de manera muy exitosa. La vertiente que más se ha apoyado en redes sociales es la de los liberales libertarios. Tienen a sus influencers como Javier Milei dentro de la economía, otros de carácter militar religioso como Nicolás Marquéz, y desde la ciencia política, Agustín Laje. Esta fracción de liberales libertarios, que es la línea José Luis Espert, apunta a la denuncia del feminismo como adoctrinamiento. Buscan captar sobre todo a jóvenes. Hacen videos de youtube, y armar spots y flyers en las plataformas virtuales.
M.G.A.: La apelación a lo emocional, que se articula sobre la base del discurso del odio, desterrando la argumentación racional, es otra de sus características. Ahí es donde tenemos dificultades para jugarla en el mismo campo porque quienes defendemos los derechos humanos lo hacemos desde una narrativa profundamente racional.
V.P.: La aplicación Tiktok es su nuevo teatro de operaciones. Es una app que tiene algo de particular porque se organiza sobre un algoritmo más agresivo que el del Facebook, por ejemplo y otras redes sociales. En vez de priorizar el seguimiento de acuerdo a tus búsquedas –que serían órdenes conscientes tuyas–, TikTok lo hace en relación al tiempo que cada usuario pasa frente a cada video, es decir, frente a un deseo casi inconsciente porque los videos son de 7 segundos. Te impone contenidos de una forma más inconsciente. La extrema derecha tiene una gran oportunidad con esto. De hecho el líder de Vox, Santiago Ascal, domina la red: tiene millonada de seguidores. Una de las cosas más interesantes para observar, sobre todo de esta corriente de los libertarios, es el planteo frente a esta conquista de derechos de que es una imposición. Con lo cual su discurso adquiere un tono contra-hegemónico. Son revolucionarios: si el lenguaje inclusivo es el statuo quo, ellos son lo contrahegemónico.