Este 25 de Mayo, el presidente junto con Juliana Awada y algunos de sus ministros mantuvo los festejos con las fuerzas armadas, en una ceremonia protocolar con poco color y fuertemente custodiado.
En una nueva conmemoración por el 25 de Mayo, desde el Gobierno no se ofrecieron festejos oficiales. En el comienzo de la jornada, Macri compartió un chocolate con funcionaros de su gobierno, para luego dirigirse hacia la Catedral para participar del Tedeum.
Entre los funcionarios estuvieron el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti; la vicepresidenta Gabriela Michetti; el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta; el presidente provisional del Senado, Federico Pinedo; el titular de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó.
Previo a la Catedral, Macri pasó por la Plaza de Mayo que estaba fuertemente custodiada, con el vallado que se mantuvo y extendió por las calles aledañas.
Cambiemos prefirió una ceremonia estrictamente protocolar (donde Macri puso flores donde están los restos de San Martín) con mucha presencia de las Fuerzas Armadas.
Ya en el Tedeum, la alocución del cardenal Poli abrió paso a la polémica, citando un pasaje de la biblia para hablar de la difícil situación que sufren millones de trabajadores por el ajuste macrista. Poli le advirtió a Macri que “la indiferencia y el egoísmo de los ricos frente a la miseria de los pobres no pasan inadvertidos ante los ojos de dios”.
La Iglesia ve con preocupación la miseria creciente porque entiende que el ajuste en marcha causa la reacción de los trabajadores. Como una institución milenaria al servicio de mantener el statu quo, teme que la resistencia de los trabajadores se vuelva difícil de contener. Para eso se preparan y aconsejan al Gobierno que tenga cuidado con la fuerza de los de abajo.
Más allá de la coyuntural preocupación por los pobres, el cardenal Poli volvió a la conservador postura de la Iglesia y dio un agitado discurso en contra de la legalización del aborto. Recordando a más de una que por más que quiere pintarse la cara de “velar por los pobres”, la Iglesia sigue siendo una institución profundamente reaccionaria y oscurantista que no le importa la vida de cientos de mujeres que mueren porque todavía no se ha legalizado la interrupción voluntaria del embarazo.