El mayor de los Ferrari nació en Italia y recién a los 20 años recibió el apellido de su padre biológico. Llegó a la Argentina con un contrato para pintar una iglesia y no se fue más. Aquí construyó basílicas y templos, se casó y tuvo a su hijo León, un provocador artista duramente criticado por Jorge Bergoglio, cuando era Arzobispo de Buenos Aires
Muchos conocen la obra y trayectoria del artista plástico León Ferrari. Artista condenado por la jerarquía católica argentina como “blasfemo” a punto tal que una muestra llamada “León Ferrari, Retrospectiva 1954-2004″ que se iba a realizar en el centro cultural Recoleta en el 2004, suscitó una presentación judicial realizada por una institución denominada “Cristo Sacerdote”. El entonces cardenal primado Jorge Mario Bergoglio convocó a un día de ayuno como acto de reparación, y en el mismo sentido se oficiaron misas por la blasfemia a Jesús realizada por el artista plástico. Sobre todo, su obra más controversial , titulada “Occidental y cristiano”.
Bergoglio decía en una carta pastoral dirigida a los sacerdotes, consagrados y fieles de la arquidiócesis, difundida a los medios: “Desde hace algún tiempo se vienen dando en la ciudad de Buenos Aires algunas expresiones públicas de burla y ofensas a las personas de nuestro Señor Jesucristo y de la Santísima Virgen María; así como también a diversas manifestaciones contra los valores religiosos y morales que profesamos. Me dirijo a ustedes muy dolido por la blasfemia que es perpetrada en el Centro Cultural Recoleta con motivo de una exposición plástica. Frente a esta blasfemia que avergüenza a nuestra ciudad, todos unidos hagamos un acto de reparación y petición de perdón el próximo 7 de diciembre”.
A todas estas acusaciones de blasfemia, el secretario de cultura de la ciudad, Gustavo López, señalaba que “la muestra no expresa la opinión del gobierno de la ciudad y que debe entenderse sólo como un hecho artístico. En ningún momento pensamos que se tratara de un ataque al cristianismo o que violara alguna ley”. El abogado Agustín Durañona y Vedia intentó romper parte de la instalación de Ferrari en el centro cultural Recoleta en nombre de la catolicidad.
«La Civilización Occidental y Cristiana» de León Ferrari
León Ferrari le respondió al cardenal arzobispo Bergoglio: “Más lamento yo que la religión que Bergoglio profesa castigue a los que piensan diferente y si algo avergüenza a nuestra ciudad no es esta muestra, sino que se sostenga que hay que torturar a los otros en el infierno”. Ferrari no pudo exhibir su obra.
Lo que muchos no saben es que el padre de León, Augusto César Ferrari, fue un eximio constructor y pintor de iglesias en todo el país. Don Augusto nació el 31 de agosto de 1871 en el pueblo de San Possidonio, provincia de Módena, Italia. Los comienzos de su vida no fueron fáciles, fue criado en el orfanato del pueblo y bautizado como Augusto César y con un apellido vinculado a los niños abandonados, “Fiorellini”.
Durante los primeros cinco años de su vida pasó de mano en mano, hasta que una pareja formada por Elena Tecchin y Martino Lucchini, labradores y jornaleros, lo llevaron a su casa. Pero no lo adoptaron, Augusto estuvo con ellos hasta los 20 años. A esa edad viajó a Génova y allí conoció a su padre biológico Francisco Ferrari, que lo reconoció y le dió su apellido.
León Ferrari, un artista polémico que fue tildado de blasfemo por la iglesia católica
Francisco era comerciante en Roma y se encargó de pagarle los estudios a su hijo recuperado. En 1892 comenzó sus estudios de pintura en la “Academia Albertina de Estilos Antiguos y Modernos”, que dependía del Museo Industrial de la ciudad de Turín. En él trabajó hasta mediados del año 1914. Poco a poco, su fama de retratista fue creciendo y en 1901 expuso la primera de sus obras, un rotundo éxito. No obstante, se especializó es un estilo de arte plástico llamado “panorama”, pinturas gigantes que parecen envolver a quien las observa. Así fue que en 1906 colaboró con el maestro Giacomo Grosso en la ejecución del “Panorama de la batalla de Turín”. El 28 de diciembre de 1908, un terremoto destruyó la ciudad italiana de Messina. Pocos días después de la catástrofe una empresa envió a Ferrari a sacar fotos de la destrucción. Estas le servirán de guía para crear un “panorama” que se llamará “Mesina distrutta” de 15 metros de alto y 124 de largo. Con esta fama a cuestas, el maestro Giacomo Grosso es contratado por el estado argentino para pintar un panorama de la batalla de Maipú con motivo del centenario de la revolución de mayo. Augusto se quedó en Argentina y allí, con cartas de recomendaciones de la realeza y el clero Italiano comenzará a ofrecer sus trabajos.
En 1915, la congregación de las hermanas de los pobres de Santa Catalina de Siena, quienes lo conocían por sus obras en Italia, y Mons. Romero, que era el capellán de las hermanas, lo invitan a que decore la capilla del colegio “Divino Rostro”, que es prácticamente circular y se encuentra ubicada en las inmediaciones del Parque Centenario en Buenos Aires. Allí Augusto realizó los murales enteramente con grafito, para que la obra estuviera acorde a la modestia de la institución. Es así que el mural expuesto en la capilla resulta ser único en cuanto a la manera de ser ejecutado. La obra ha sido declarada “Patrimonio cultural de la ciudad de Buenos Aires” en 2011, pero necesita urgente restauración antes que dicho patrimonio se pierda por completo.
Otra obra de León Ferrari, con la Virgen y Jesús sobre un tanque de guerra
En ese lugar conoció a quien sería su esposa, Susana Celia del Pardo. Se casaron en 1916. En 1918 Monseñor Miguel de Andrea lo convocó para pintar la Iglesia de San Miguel Arcángel en Buenos Aires, donde realiza una obra increíble, tomando fotos de gente común para luego plasmar en sus pinturas, y estudiando los cuerpos, en el ábside del templo logra crear un trampa ojo, único en la ciudad: quien lo mira se siente inmerso dentro de la escena que representa la obra. El trabajo realizado por Augusto Ferrari en la Iglesia de san Miguel, posee otras curiosidades. Por ejemplo en la pintura de las “Bodas de Caná”, se retratarán Augusto y su esposa Susana; su cuñado Oscar del Pardo será retratado como santo Tomás Apóstol. Esta obra, lamentablemente también, necesita urgente restauración, dado que el templo fue víctima de los saqueos y quemas a las iglesias el 11 de junio de 1955 y hasta ahora poco se ha podido hacer en torno a la recuperación del templo y su patrimonio.
Hay que agregar un dato: Augusto era tuerto. Perdió un ojo en manos de una patota. No obstante siguió creando, diseñando y pintando sin parar. Nadie advertía que le falta un ojo, dado que utilizó una prótesis de vidrio muy similar a su otro ojo.
Regresó a Italia desde 1922 a 1926 y repitió la experiencia de vincular la fotografía y la pintura, así como lo hizo en la Iglesia de San Miguel, esta vez de caballete. También el jardín de su casa servirá para que modelen hombres y mujeres desnudos que escandalizaban a la sociedad de la época. Asimismo sobre fotografías recreará vistas de Venecia, escenas familiares, retratos, etc…
Mural de grafito de la capilla del colegio “Divino Rostro”
Regresó a la Argentina en 1927, donde en Buenos Aires comenzó, en febrero de ese mismo año, las obras del claustro del santuario de nuestra Señora de Pompeya, de estilo neo-gótico, con una gran escultura de la Virgen de Pompeya sobre unas pilastras de simulando ruinas romanas, de las que sale agua. El simbolismo es claro, la fe del cristianismo se asienta sobre las ruinas del antiguo imperio romano. El claustro posee un hermoso púlpito también neo-gótico. La obra concluyó el 17 de septiembre, a solo siete meses del inicio de las mismas. También realizó un proyecto para construir un nuevo templo al lado del actual, que nunca se concretó.
Se radicó en Córdoba donde hizo importantes obras arquitectónicas como la basílica del Sagrado Corazón en el barrio de Nueva Córdoba, en la ciudad de Córdoba, conocida vulgarmente como “los capuchinos de Nueva Córdoba”, dado que pertenece a la orden franciscana capuchina. Frente al actual paseo del “Buen Pastor” creó la capilla de las hermanas de Nuestra Señora del Huerto; también la iglesia de Unquillo de Nuestra Señora de Lourdes de estilo neo-románico, que se edificó entre 1925 y 1930 pero recién en el 2015 se pudo completar su torre con la aguja del campanario, la capilla y el colegio de las hermanas de la Merced. La iglesia de Villa Allende de Nuestra Señora del Carmen en 1930, ocupando el mismo solar del antiguo templo que había sido edificado en 1917 y del cual Augusto Ferrari conservó las columnas, con una torre de 28 metros. En dicha villa construirá nueve casonas entre las décadas del ‘30 y el ‘40, que poseen nombre: Arroyo Seco, La Calandria, el castillo de San Possidonio, Santa Teresita, Las Columnas, El Grillo, La Golondrina, La Cigarra, y San Francisco.
Basílica del Sagrado Corazón en el barrio de Nueva Córdoba, ciudad de Córdoba
La más conocida de estas casonas es “el castillo San Possidonio” (obvia alusión a su pueblo natal) de estilo romántico y paredes con enredaderas. La construcción se llevó a cabo entre 1932 y 1936 a la vera del río. La nueva iglesia de san Francisco en Rio IV (la anterior se había derrumbado) cuyo diseño es de estilo neo-románico-bizantino y para este proyecto fue acompañado por Julio Alonso como ingeniero y José Pires el director técnico de la obra. Y el hotel “san Leonardo” en la localidad de Agua de oro. También realizó proyectos que nunca se concretaron como ser la parroquia de Gigena, la de Arroyito, la de Deán Funes, la capilla del asilo de la Sagrada Familia, el edificio del Instituto Luis Robles, el templo parroquial de Argüello, la iglesia de Mina Clavero, el templo del Salsacate, la parroquia de Tancacha; la de villa Asacasubi, la de los Surgentes, y muchísimos diseños de casas particulares.
Detengámonos en la construcción más destacada de Augusto, “los capuchinos de Nueva Córdoba” de inspiración gótica, resulta ser un eclecticismo supremo. Plagada de simbolismos, el más notorio es el de sus torres (quien mucho creen que están sin terminar) la del lado izquierdo de 40 metros es la torre trunca que representa lo que muere, lo finito; del otro lado la otra torre de 70 metros representa el alma que asciende a los cielos. En su interior cada bóveda representa el cielo nocturno de Córdoba en los distintos meses del año y en cada arco fueron retratados los cielos de la primera medianoche de cada mes de 1930. También las esculturas nos llaman la atención: pequeñas figuras de lagartos, ranas, tortugas y otros animales los cuales representan los confines del infierno. A estos elementos se añaden otros seres de la mitología como los atlantes, representaciones de hombres que sostienen las columnas del templo. La iglesia fue inaugurada incompleta en 1933 y se terminó en 1980. Otros artistas completaron la fachada del templo como ser las esculturas de Moisés y de Juan Bautista obras del artista Luis Ramaciotti, quien realizara el Cristo de La Cumbre.
Augusto Ferrari murió a los 99 años en 1970 (Fundación Ferrari)
Susana del Pardo falleció a causa de un aneurisma en 1940. Augusto nunca se volvió a casar y distribuirá su tiempo entre sus hijos y sus obras. Augusto falleció en 1970 con 99 años. Hasta sus 80 años seguía trepándose en los andamios y caminando por los tablones. Su cuerpo fue sepultado en el cementerio de la Chacarita en una bóveda que él mismo diseñó.
Extraño y paradojal caso el de los Ferrari padre e hijo dentro del espectro del arte y cultura argentinas. Augusto Cesar Ferrari, constructor y diseñador de templos, capillas e iglesias aplaudido por arzobispos, obispos y religiosos. En cambio su hijo León Ferrari, artista plástico de reconocimiento mundial, el clero católico de la ciudad de Buenos Aires decretó su arte como blasfemo.