Hoy se celebra en Argentina, y toda América Latina, el Día Internacional de la Obstetricia y la Embarazada. Reconocido por ministerios y sindicatos, la fecha homenajea el fallecimiento de San Ramón Nonato, patrono de la Iglesia Católica de obstétricas, parturientas y embarazas. La celebración fue reiteradas veces utilizada por la curia para hacer política contra el aborto cada vez que el movimiento de mujeres salió a las calles por este derecho.
El homenaje al santo medieval poco tiene que ver con la marea verde que inundó las calles y puso en el centro el derecho a que la maternidad, y les hijes, sean decisiones y no bendiciones que aceptar sin más.
Hagamos un poco de historia: según fuentes de la propia Iglesia, Ramón nació cerca del 1200 en Cataluña, España, de forma “extraordinaria”. Al parecer, cerca de la fecha de parto, su madre murió en forma repentina, unas horas más tarde Ramón Folch, el Vizconde de Cardona, se encontró con la situación y al ver un movimiento en el vientre de la mujer muerta utilizó su cuchillo de caza para realizar una especie de “cesárea” y sacar al bebé, que resultó con vida y luego bautizaron Ramón. El niño fue canonizado y la curia Católica lo ungió patrono de obstétricas, parturientas y embarazadas.
Corría el año 1962 y pasado el llamado baby-boom de la posguerra el feminismo de la segunda ola, con los anticonceptivos y la liberación sexual y reproductiva en el centro, ponía en jaque entre millones de mujeres la idea de la maternidad como algo inevitable. En paralelo, se realizaba en Lima, Perú, el Segundo Congreso Interamericano de Obstetricias, que elegiría el 31 de agosto como “Día Internacional de la Obstetricia y la Embarazada”, en homenaje a que en este día, pero del año 1240, falleciera San Ramón Nonato.
Pero la historia del santo medieval como símbolo contra el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos recién empezaba.
Es interesante rastrear como la celebración de San Ramón se volvió una actividad periódica para fomentar públicamente la “defensa de la vida”. El crecimiento de misas a San Ramón de tinte político creció en paralelo al desarrollo del reciente movimiento de mujeres en Argentina. Desde que la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto lanzara formalmente el proyecto de ley de IVE el 28 de mayo de 2005, cada 31 de agosto, la jerarquía católica con Bergoglio, hoy Francisco, a la cabeza, respondió contra ese derecho con misas en su conocida campaña de “salvemos las dos vidas”. Llamativamente, utilizaron cómo espacio de celebración el aniversario de un santo que naciera de una madre muerta. Las homilías más recordadas son las de 2005 y 2009, dónde el entonces Cardenal no se limitó a defender “la vida”, sino que lanzó el famoso concepto de “cultura de la muerte” contra el derecho a decidir.
Mientras miles de mujeres y personas gestantes nacieron a la vida política con la marea verde, el estado nacional aún reconoce y celebra a San Ramón en este día, pero poco tiene para decir y ofrecer el Gobierno que festejó “ponerle fin al patriarcado” a quienes transitan el camino de la maternidad deseada. Un 77% de las personas gestantes en Argentina dicen haber sufrido algún tipo de violencia obstétrica, en base a 59 mil testimonios recabados por el Índice Nacional de Violencia Machista impulsado por el colectivo #NiUnaMenos, estos datos es probable que con la pandemia sólo hayan empeorado. Nuestro país está en el grupo de países con licencias de maternidad más cortas de toda América Latina, ni hablar de los vastos dos días de licencia que otorga la Ley de Contrato de Trabajo a los padres. Muchos centros de salud cuentan con pocas o ninguna obstétrica, y las puericultoras no están en las cartillas ni siquiera de las prepagas más caras.
Son miles las mujeres que luego de conquistar el derecho al aborto siguen peleando por una maternidad deseada, porque ese deseo que convirtieron en derecho aún se topa con los intereses de la iglesia, el estado y los patrones.