La decisión eclesiástica se da en el marco de un fuerte ajuste presupuestario, la apostasía colectiva y la interpelación a la Iglesia luego del debate por el aborto. Argentina lucha para ser un Estado laico en el futuro cercano
Luego del rechazo a la legalización del aborto, obtenida en el Senado por la fuerte presión de la Iglesia en las provincias, el debate por el fin de la financiación del Estado a la Iglesia católica tomó preponderancia en la sociedad.
Ese contexto, sumado a la reducción presupuestaria que encara el gobierno por mandato del Fondo Monetario Internacional, la Conferencia Episcopal Argentina decidió renunciar progresivamente a los aportes estatales.
Finalizada la asamblea plenaria informaron que “trabajará en la creación de un fondo solidario” y dará “continuidad del diálogo con el Gobierno Nacional, consensuando diversas alternativas que facilitarán este reemplazo”.
Consultado por FILO, el especialista en religión Fortunato Mallimaci explicó que la decisión del Episcopado le da credibilidad a la institución ya que “muestra al resto de la sociedad que son iguales al conjunto”.
A pesar de ello, para el investigador la influencia de la Iglesia en la política, que se registra desde tiempos de la Independencia, aumentará.
“Las experiencias históricas en países democráticos europeos es que se inventaron otras maneras de subsidiar, con impuestos o aportes específicos”, aseguró Mallimaci.
¿Se separan la Iglesia y el Estado?
En los últimos meses tomó mucha fuerza la apostasía, es decir, la renuncia a la condición de apostólico romano que se tiene desde el bautismo. Ese fue tomado como el primer paso para los grupos que buscan el laicismo estatal.
Para Mallimaci, esta decisión eclesiástica va en ese sentido aunque el debate que se debe dar “es mucho más profundo”.
En sintonía con la separación deberían derogarse viejas leyes impuestas por la dictadura militar, como el registro de culto, impuesto en 1979 por Rafael Videla y su ministro del Interior Albano Harguindeguy.
Hoy los cultos religiosos deben anotarse ante el Registro de Culto y la IGJ para no quedar por fuera de la ley.
El rol de la Iglesia en los barrios vulnerables
El padre villero de Quilmes, Eduardo de la Serna, explicó a FILO que su trabajo no se ve afectado por la financiación de la Iglesia: “A mí no me afecta en lo más mínimo, yo nunca recibí un centavo del Estado”.
Quienes reciben el dinero al que renunciará el Episcopado son los obispos, los curas de frontera y los seminarios y los curas de barrio no reciben dinero de allí.
Según explicó De la Serna, se verán perjudicadas las diócesis de provincias más pobres, las cuales deberán resolver su financiamiento tras esta decisión. “Los comedores que tenemos muchas veces reciben apoyo de los intendentes, de Cáritas, a veces del Estado, pero solo al comedor”.
Ese aporte, explicó, muchas veces es únicamente en especias y no con dinero.
Sobre este tema, Mallimaci explicó que es un defecto del Estado ya que a través de sus instituciones no controla el monopolio de la ayuda social “cree que tiene que hacerlo también a través de grupos religiosos”.
“Vivimos en un capitalismo tan salvaje, que empobrece a tantas personas, que los partidos políticos pierden credibilidad y los grupos religiosos aprovechan que los partidos se debilitaron”, explicó el investigador.