Se trata del sacerdote Franco Lütens (61), acusado por atacar sexualmente a tres personas.
«Las víctimas sienten alivio y denunciaron para que no suceda más», dice la psicóloga Liliana Rodríguez, quien los acompaña en su tratamiento.
El 11 de julio, el sitio Sobrevivientes de Abusos Eclesiásticos de Argentina emitía un posteo que, con letras mayúsculas, advertía con un inquietante Atención Conurbano Bonaerense. Y se leía a continuación: «Informamos que Franco Alberto Lütens, cura denunciado en la Fiscalía 8 de Quilmes, a cargo de la doctora Bárbara Velazco, ‘ha sido pasado a resguardo‘ por decisión del Obispo de Quilmes Carlos José Tissera».
En el mismo comunicado, que muestra una imagen con el rostro borroneado, de Lütens, aparece la carátula de la denuncia: abuso sexual gravemente ultrajante con acceso carnal, agravado por haber sido cometido por un ministro de culto».
Este martes se conoció a través del equipo de Protección de Menores y Adultos Vulnerables de la Diócesis de Quilmes que el obispo Tissera “apartó al sacerdote denunciado de la parroquia y de todas las actividades pastorales, ante las gravísimas denuncias publicadas en redes sociales, y ante la constatación del inicio de la causa penal en la Justicia”.
Además, este equipo de Protección de Menores agregó que “el Obispo Tissera dio inicio a la investigación formal en el ámbito eclesial, como recomendó el Papa Francisco a todas las conferencias episcopales del mundo”.
«El Obispo Tissera ya no pudo tapar más el sol con las manos. El tema detonó…», deslizó picante Liliana Rodríguez, psicóloga e integrante de la ONG Sobrevivientes de Abusos Eclesiásticos en Argentina, a la que pertenece desde sus comienzos.
«Yo no soy quién para acusar, pero entiendo que Tissera ya sabía de las atrocidades cometidas por Lütens, pero no accionó como correspondía. En su momento, lo removió de la Parroquia Señora del Buen Ayre, de Berazategui, pero él siguió ejerciendo como cura».Además, este equipo de Protección de Menores agregó que “el Obispo Tissera dio inicio a la investigación formal en el ámbito eclesial, como recomendó el Papa Francisco a todas las conferencias episcopales del mundo”.
Rodríguez estuvo ayer con los tres catequistas, a los que asiste psicológicamente desde hace tiempo, y que fueron víctimas de Lütens. «Por supuesto que han pasado por todas las situaciones y sensaciones, tuvieron dolor, angustia y hoy, que la causa está tomando mayor visibilidad, te diría que sienten algo de alivio. Ellos repiten: ‘Denunciamos para que no les vuelva a pasar a otros lo que tuvimos que padecer nosotros’. Ellos tuvieron la valentía de denunciar, y lógicamente sienten ansiedad al ver que la Justicia no avanza».
La profesional enfatiza que su trabajo para con las víctimas «es un tratamiento de acompañamiento luego de que éstas se comunican con nuestras redes, y yo soy quien los entrevista y evalúa, como sucedió con estas tres personas. Es importante que elijan haber denunciado a la Justicia penal, porque hay muchos abusados que, quizás por temor, optan por la justicia canónica. ¿Qué significa? Que denuncian en la misma iglesia, ante una autoridad eclesiástica, lo que nos parece una revictimización».
A partir de las sesiones en las que entrevistó a las tres víctimas -«pero son muchos más los que fueron abusados por Lütens», insiste-, Rodríguez pudo construir el perfil del señalado. «Sus características responden a quien realiza estos delitos y quizás es todavía más particular. Él tiene mucha inserción en la comunidad más vulnerable, llega a las familias, es sociable y dice ser sanador, tiene labia y es aparentemente amable. Pero por otra parte, tuvo cierto amparo de sus superiores, la Universidad Abierta Interamericana, adonde estudia, estaba en conocimiento tanto su dueño como el director de los delitos que se lo acusan, y por si fuera poco, tiene un hermano fiscal en San Luis»
La especialista remarca que estudia Psicología y que va por el tercer año. «No es un tema menor, porque él sabe el gran daño que causa y lo lleva a cabo con total impunidad. Por otra parte la psicología lo ayuda para sus abusos, le brinda herramientas que utiliza para perfeccionar su modus operandi».
Según pudo averiguar Clarín, muchos de sus compañeros «lo encararon y él se defendió arengando que sólo se trata de difamaciones y puro chusmerío. Cosas que nada tienen que ver con la realidad», señaló un testigo que lo fotografío y vio cómo se defendía en un pasillo del establecimiento. Media docena de compañeros se han ido o cambiado de turno.
Hasta el momento hay tres denuncias oficiales en la Fiscalía 8 de Quilmes a cargo de Bárbara Velazco, que todavía no lo imputó, aunque sí dictó una perimetral para que Lütens no se acerque a las víctimas.
A través de las redes se viene denunciando al sacerdote Franco Lütens. Este comunicado data del mes de julio último.
«La Fiscalía lo llamó a declarar y no se presentó. Ahora fue citado otra vez para los días 26 y 27 de noviembre. Veremos qué sucede, pero nos preocupa el accionar la Justicia, la balanza no se inclina como debería, no se toman las medidas contundentes necesarias, lo que genera angustia y preocupación».
Dice la terapeuta que «las víctimas no sienten odio ni rencor, pero sí mucho dolor por la traición. Lütens quebró la confianza que ellos depositaron en él. Ese señor avasalló sus cuerpos. Ellos transmiten un dolor profundo, porque esto que atravesaron deja huellas profundas y emocionales que no son visibles, pero sí dejan datos para una mirada capacitada, aunque no hay secuelas físicas a la vista».
«Un golpe deja un hematoma, las huellas emocionales dejan profundos dolores, inseguridades y cuestiones que hay que trabajar para seguir adelante. Se puede seguir adelante, pero es necesaria la reparación social y la reparación de la Justicia. Esto no es un pecado como quiere instalar la Iglesia, esto es un delito y debe castigarse».
La ONG Sobrevivientes de Abusos Eclesiásticos en Argentina lleva disputados 13 juicios en los que todos los acusados recibieron condenas. «No es fácil llegar a juicio, ellos, los abogados defensores de los curas abusadores pagados por la Iglesia, saben cómo dilatar todo lo máximo posible y dilatar significa patear para adelante, pero para las víctimas es mantener la herida abierta».
MG