Colectivos ciudadanos organizan una campaña de apostasía colectiva en memoria de la antifranquista que se quitó la vida para evitar su conversión forzada al catolicismo
Landa finalmente fue bautizada en contra de su voluntad mientras agonizaba tras tirarse al vacío en el penal Can Sales, en Palma de Mallorca
En su última carta, dirigida a su hija, reconocía que el dolor en el pecho no le dejaba pensar. Y sin embargo sus últimos suspiros fueron la más lúcida expresión de una coherencia política que mantendría intacta hasta el final de sus días. Matilde Landa (1904-1942) se quitó la vida lanzándose al vacío un sábado de septiembre, hace más de ocho décadas. Encarcelada por el régimen franquista, extorsionada entre rejas por las autoridades eclesiásticas, prefirió morir antes que claudicar, saltar desde la galería superior de la prisión en la que se encontraba antes que aceptar su conversión al catolicismo. Durante los larguísimos cuarenta minutos en los que se prolongó su agonía, privada ya de sus capacidades, ocurrió la barbarie: fue bautizada in artículo mortis. Es decir, instantes antes de morir. Este lunes, su nombre volvió a retumbar gracias a una campaña de apostasía colectiva, organizada por un grupo de ciudadanas y ciudadanos en homenaje a su figura.