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Andrés Manuel López Obrador, el religioso

Un escritor ruso ha sido la guía en la formación espiritual de Andrés Manuel López Obrador. Para entender el cristianismo del Presidente y su admiración por Jesucristo basta con leer las obras del autor León Tolstói, de quien ha retomado frases en varios de sus discursos políticos.

Para el mandatario, ser admirador de la obra liberal del expresidente Benito Juárez no choca con su espiritualidad. Es padrino por la Iglesia católica de la hija del empresario Miguel Rincón y carga siempre en su cartera la imagen de la Virgen de Guadalupe y a veces un Sagrado Corazón de Jesús para protegerse de sus enemigos.

Sin embargo, no es católico. Desde la campaña presidencial de 2012 se declaró abiertamente cristiano y no esconde que es seguidor de la vida y obra de Cristo Jesús.

El mismo López Obrador ha declarado que dos libros han marcado su formación espiritual: Cuál es mi fe. La Iglesia y el Estado y El Reino de Dios está en vosotros, ambos del escritor León Tolstói.

Tal es la influencia del escritor ruso y la Biblia, que algunas de sus ideas del cristianismo relacionadas a la no violencia, dejar los lujos y decir no a la venganza, fueron utilizadas por el mandatario como propuestas de campaña, y recientemente llevadas a la práctica en su política de gobierno. Incluso, ha llegado a mencionar que llevará la austeridad republicana a la “pobreza franciscana”, lejos de lujos.

Al respecto, recientemente, en conferencia de prensa matutina en Palacio Nacional, López Obrador reiteró que es seguidor de Jesús Cristo, porque esa religión le prohíbe los lujos y la fantochería.

“Soy seguidor de Jesús Cristo porque defendía a los pobres, estaba a favor de los oprimidos”, dijo el pasado 25 de junio.

El 19 de abril, en Semana Santa, el Presidente publicó en Twitter un fragmento del Sermón de la Montaña: “Bienaventurados los pobres, los humildes, los que lloran, los que padecen de persecución, los que tienen hambre y sed de justicia, y los de buen corazón”.

También ha repetido que las personas sólo siendo buenas pueden ser felices: “La mentira es reaccionaria y es del demonio. La verdad es revolucionaria y cristiana. No ayuda en nada, no quita los pecados el ir a la iglesia los domingos y olvidar los mandamientos”.

En los libros que Andrés Manuel López Obrador toma como base, Tolstói explica su defensa hacia la doctrina cristiana sobre la no resistencia al mal con la violencia.

En este sentido, el Presidente ha expresado en varias ocasiones que su estrategia de seguridad no es atacar al mal con el mal.

Incluso, el pasado 20 de noviembre de 2016 inició su tercera carrera por la Presidencia de la República con la propuesta de “construir aquí en la tierra el reino de la justicia y la fraternidad”.

Decisiones polémicas

Aunque el Presidente se ha dicho respetuoso de creyentes y no creyentes, sus declaraciones religiosas han causado polémica.

“Yo me hinco donde se hinca el pueblo”, ha repetido en varias ocasiones, en alusión a las ideas del liberal Ignacio Ramírez.

Polémica fue la decisión del Ejecutivo cuando invitó a que el líder evangélico Arturo Farela y el sacerdote Alejandro Solalinde tomaran la palabra, en un evento oficial, el pasado 8 de junio en Tijuana, Baja California, con motivo de la celebración por el acuerdo con Estados Unidos para frenar los aranceles a los productos mexicanos.

López Obrador ha recibido en dos ocasiones a Farela en Palacio Nacional, siendo esa comunidad a quien más le ha abierto las puertas. También ha recibido en sus oficinas a líderes católicos y de la comunidad judía.

El pasado 17 de junio, en sus oficinas de Palacio, el Titular del Ejecutivo federal se reunión con los líderes de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM). “Prevaleció la cordialidad en una atmósfera de humanismo, Estado laico y libertad religiosa”, escribió López Obrador en Twitter.

Incluso, al iniciar su estrategia de seguridad, invitó al papa Francisco a participar en los diálogos de construcción del modelo de seguridad, situación que fue rechazada. Su único acercamiento con el Papa fue el 14 de octubre, cuando López Obrador viajó al Vaticano con su esposa para entregarle una carta y una medalla de Fray Bartolomé de las Casas al Pontífice.

El pasado jueves 27 de junio dio su definición de Estado laico: “Es muy importante definir qué es el Estado laico. En esencia es que no haya una religión oficial o predilecta, que el Estado no tenga preferencias por ninguna religión y que se respete la libertad de creer o de no creer”.

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