Ayer, la Asociación de Ateos de Bogotá convocó a un plantón para pedir que el sacerdoteJesús Hernán Orjuela, alias padre Chucho, deje de hacer misas en un parque vecinal de Castilla (Bogotá), porque está prohibido (de hecho, Orjuela alquila las sillas en el parque, algo que también está prohibido).
El padre Chucho incitó una turba para que respondieran con amor cristiano (patadas, puños —a uno de los manifestantes le reventaron el labio—, destrucción de las pancartas ¡y hasta destrucción de las cámaras!) y a la Policía, en vez de defender a los manifestantes, no se le ocurrió otra cosa que capturarlos — el comunicado de prensa de la Asociación lo cuenta todo:
Los asistentes al culto de Orjuela empezaron a criticar a los manifestantes que defendían el espacio público y el imperio de la ley y, como eso no sirvió para ahuyentarlos, sus reacciones se empezaron a escalar, yendo desde la destrucción de la propiedad de los manifestantes —cámaras y pancartas— hasta los ataques físicos, como puños a la cara y patadas.
A pesar de haber gestionado el acompañamiento de la Policía para proteger a los manifestantes, la Policía no apareció en un primer momento y la seguridad de los manifestantes se vio comprometida. Afortunadamente la Defensa Civil, presente en el parque, se interpuso entre los manifestantes y la turba enfurecida que pretende que el señor Orjuela y sus fieles están por encima de las leyes, algo que ha sido denunciado reiteradamente desde hace dos años.
A la vez, Orjuela incitaba a la turbamulta desde los altavoces, inventando que los manifestantes estaban agrediendo a los creyentes.
Antes de que los fanáticos católicos llegaran a causar víctimas fatales llegó la Policía e, inexplicablemente, detuvieron a los manifestantes pacíficos y los retuvieroncuando estos se negaron a dejar que les quitaran las cédulas, dejando en libertad a los victimarios que los golpearon y destruyeron sus pertenencias.
Por si no fuera poco, un agente de Policía amenazó a algunos manifestantes que no fueron llevados a la UPJ, diciéndoles que los detendría si se quedaban para averiguar la suerte de sus compañeros en vez de irse para sus casas. Entre los manifestantes detenidos hay miembros de nuestra organización hermana, Bogotá Atea.
Estamos perplejos porque la Policía faltó a su palabra de garantizar la seguridad de los manifestantes y luego abusaron de sus funciones deteniéndolos mientras ejercían sus derechos constitucionales.
Hasta ahora, tres de los manifestantes fueron puestos en libertad pero les exigieron dinero para dejarlos salir y uno de ellos fue golpeado dentro de la UPJ para robarle sus pertenencias (!).