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[ALyC] Más de la mitad de las religiosas de América Latina y el Caribe ha experimentado abuso de poder

La CLAR presenta un informe sobre abusos en la vida religiosa femenina

El 55,2% de las religiosas de América Latina y el Caribe ha experimentado abuso de poder al interior de la vida religiosa

Abusos de poder ejercidos por parte de sus superioras en un 51,9%, de los presbíteros con el 34,2%, de las formadoras con un 23,1% y finalmente de los obispos con un 10%

Lo evidencian los resultados de un sondeo efectuado por la Comisión de Cuidado y Protección de Niñas, Niños, adolescentes y adultos vulnerables de la Confederación Latinoamericana de Religiosas y Religiosos (CLAR)

El 55,2% de las religiosas de América Latina y el Caribe ha experimentado abusode poder al interior de la vida religiosa. Es decir, en el contexto de su congregación, comunidad o en un ambiente eclesial que se relaciona con los lugares o instituciones pertenecientes a la Iglesia.

Abusos de poder ejercidos por parte de sus superioras en un 51,9%, en segundo lugar, están los presbíteros con el 34,2%, seguidos por las formadoras con un 23,1% y finalmente están los obispos con un 10%.

Poner palabra al abuso

Este es apenas uno de los datos que revela, un sondeo efectuado por la Comisión de Cuidado y Protección de Niñas, Niños, adolescentes y adultos vulnerables de la Confederación Latinoamericana de Religiosas y Religiosos (CLAR). La encuesta de carácter anónimo fue respondida por 1.417 religiosas de 23 países de América Latina y el Caribe. Los resultados aparecen publicados en el libro titulado «Vulnerabilidad, abusos y cuidado en la vida religiosa femenina».

La producción editorial, fruto de la construcción colectiva estuvo coordinada por la Hna. Rosaura González Casas . Un equipo de investigación que busca animar a la vida religiosa del continente a profundizar en la problemática del abuso, para suscitar conciencia, conversión y nuevas prácticas relacionales». Así lo explican las primeras páginas del libro.

La Hna. Liliana Franco presidenta de la CLAR, asegura que la realización del libro ha sido un proceso que representa el fruto de la conciencia de la dimensión profética de la vida consagrada. Esto implica aceptar que existen modos relacionales alejados del querer de Dios que generan abusos de poder, abusos de conciencia y sexuales que como religiosos les corresponde visibilizar o como ella define «ponerle palabra al abuso de tal manera que podamos hacer caminos de justicia, de reparación«.

Para la religiosa este proceso les ha puesto de cara a la realidad de las mujeres consagradas que han sido víctimas de abuso, ahondando en la reflexión en torno a esta situación. Pero quizá lo más importante es que ha logrado acercarlos a las historias de vida de mujeres de carne y hueso que han padecido diferentes formas de abuso. «Es una situación dolorosa, una situación que conmueve profundamente y que nos tiene que llevar a hacer una opción que queremos tomar desde la CLAR; de ser mano tendida, ser presencia que acompaña y ayuda en estos procesos de reconstrucción, de reparación, de justicia en medio de esta situación tan compleja que se está viendo,” asegura.

Desafíos y resultados

Dentro de los primeros hallazgos están los países en donde se obtuvo un mayor número de respuestas por parte de las religiosas. En su orden aparecen: México con 429, Brasil 170, Argentina 129, Perú 113 y Ecuador 79. Igualmente, aparecen los países en donde hubo menos respuestas entre ellos: Nicaragua con 14, Cuba 13, Estados Unidos 13, Panamá 11 y Paraguay con apenas 7.

Los investigadores aseguran que el 48,6% o sea casi la mitad de las respuestas, pertenecen a religiosas cuyas edades oscilan entre los 45 y 65 años. Se  trata de mujeres que cuentan con experiencia en la vida religiosa y varios años en sus congregaciones. El 39,4 % de las religiosas que respondieron, lo que equivale a 559, adelantan su apostolado en centros educativos.

Otra de las realidades que revelan las respuestas es el tema de los abusos. Si bien el 61% niega la existencia del abuso espiritual, hay un 30% convencido de lo contario. Nuevamente, aparecen las superioras como las que más ejercen este tipo de abusos con un 25,5%, seguidas por los presbíteros con un 16,2% y las formadoras con un 15,7%. Igualmente, el 39,4% asegura que ha sido testigo de situaciones de abuso espiritual hacia otra persona. Respecto al acoso sexual el 14, 3% de las religiosas afirma haber sido acosadas por un sacerdote, le siguen los laicos con un 9,7% y cierran otras religiosas como perpetradoras del acoso con un 8%.

En relación al abuso sexual el 19.8% de religiosas afirma haber sido víctimas de esta conducta. 112 aseguran que esto ha afectado su vida religiosa, 105 consideran que no y sólo 9 de ellas, recibieron apoyo terapéutico dentro de su comunidad para enfrentarlo. Sobre el consumo de pornografía 1 de cada 3 religiosas o sea el 33%, considera que es un problema para ellas y solo un 1,7% se declara consumidoras de estos contenidos.

La metodología

Los investigadores plantearon 40 preguntas relacionadas con seis categorías distintas para la obtención de información relacionada con dos preguntas puntuales ¿Existe o no el abuso de poder, conciencia y sexual en la Vida Religiosa de América Latina? ¿Cómo se percibe este tipo de maltrato por parte de las religiosas del continente?

Para lograr responderlas se planteó un cuestionario que partía de la información personal, sin referirse a la identidad de quien respondía, sino a los datos que determinan las características de la población como el país de procedencia, el rango que ocupa dentro de la comunidad y el tipo de apostolado que ejerce.

Se evitó la solicitud de cualquier dato que pudiera relacionarse con una identificación que coartara la transparencia de las respuestas o se percibiera como una investigación con otros fines, mucho menos buscando caer en la revictimización, el juicio.

Luego estaban las preguntas sobre las tres principales clases de abuso que puede padecer cualquier mujer, incluso las religiosas. Abusos de poder, de conciencia y sexual. Además, se consultó sobre el consumo de pornografía, una conducta subsecuente en estos casos.

Finalmente se hizo una pregunta abierta para que las religiosas, tuvieran la posibilidad de exponer con libertad su pensamiento sobre el tema o alguna consideración que desearan compartir a partir de sus propias experiencias como víctimas, testigos del fenómeno o responsables del abuso de otras religiosas.

Monja
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