Los expertos advierten de que la situación es mucho peor y llaman a no perder de vista la amenaza del grupo.
El Ejército estadounidense ha reconocido esta semana lo que muchos expertos en terrorismo llevan advirtiendo desde hace tiempo: Estado Islámico se está reconstituyendo en Irak y Siria, la cuna que lo vio nacer, y está recuperando la capacidad perdida tras la desaparición del ‘califato’ que llegó a instaurar en estos dos países y desde el que sembró el terror a nivel mundial especialmente entre 2014 y 2017.
En un comunicado, el Mando Central del Ejército estadounidense (CENTCOM), encargado de Oriente Próximo y al frente de la misión para derrocar a Estado Islámico, ha señalado que hasta junio el grupo terrorista había perpetrado 153 ataques en estos dos países. De mantener este ritmo, alertan, “más que duplicará el número total de ataques reivindicados en 2023”. Esto demuestra, según el Ejército estadounidense, que “Estado Islámico está intentando reconstituirse tras varios años de una capacidad reducida”.
Para continuar con el esfuerzo de derrotar a este grupo terrorista e impedir que lleve a cabo acciones fuera de esta región, Estados Unidos, junto con sus socios de la coalición contra Estado Islámico, así como las fuerzas iraquíes y las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), han llevado a cabo 196 acciones en los primeros seis meses del año que se han saldado con 44 operativos muertos y 166 detenidos. Con todo, en los dos países hay alrededor de 2.500 combatientes.
Entre los milicianos abatidos, según el CENTCOM, hay ocho altos cargos, mientras que 32 han sido capturados, con lo que se ha contribuido a “degradar las capacidades para realizar operaciones externas en Estados Unidos y países aliados”. “Seguimos centrando nuestros esfuerzos en atacar específicamente a aquellos miembros de Estado Islámico que están buscando realizar operaciones fuera de Irak y Siria”, ha explicado el jefe del CENTCOM, general Michael Erik Kurilla.
“La realidad es mucho peor”
Sin embargo, pese al “inusual” reconocimiento por parte del CENTCOM, “la realidad es mucho peor”, advierte Charles Lister, director de los programas sobre Siria y de Lucha Antiterrorista y Extremismo en el Middle East Institute, subrayando que las cifras parten de las reivindicaciones de ataques que hace Estado Islámico pero desde hace años el grupo “solo reivindica una fracción de sus ataques en un aparente esfuerzo por ocultar su metódica recuperación”.
Según su propio recuento, en Irak ha llevado a cabo 35 ataques hasta junio, frente a los 122 de 2023, lo que supone un 43% menos, mientras que en Siria, tanto en las zonas bajo control del régimen de Bashar al Assad como controladas por las FDS, la cifra se eleva a 551, muy por encima de las 153 acciones que el CENTCOM atribuye a Estado Islámico en los dos países.
Pese a que la actividad yihadista es mayor en Siria que en Irak, Estados Unidos y sus aliados han centrado sus acciones en este segundo país, donde llevaron a cabo 137 operaciones, frente a las 59 en territorio sirio. Aunque Estado Islámico “no sea un problema diario en Irak a día de hoy”, admite en declaraciones a VOA Aaron Zelin, experto en yihadismo del Washington Institute for Near East Policy, “su fortaleza en Siria podría de nuevo amenazar a Irak si Estados Unidos se retirara de Siria”, una cuestión que está actualmente sobre la mesa, al igual que la reducción de la presencia en Irak.
Por lo que se refiere a Siria, Lister llama la atención sobre el hecho de que el grupo terrorista ha perpetrado este año tres atentados con coche bomba, algo que no se veía desde 2019, y empleado a un mayor número de combatientes en sus acciones. Asimismo, estos ataques se producen con más frecuencia en zonas urbanas y tienen como blanco objetivos estratégicos, como las instalaciones de gas o petróleo o los puestos militares.
“Debería hacer sonar las alarmas”
Este experto advierte de que el “resurgir” tanto en zonas controladas por el régimen sirio como fuera es “una realidad que no se había visto desde 2017” a lo que se suma el incremento en sus acciones, lo cual “debería hacer sonar las alarmas no solo en el CENTCOM sino en la Casa Blanca”. “Si no se aborda rápido, corremos el riesgo de ver cómo se repite de nuevo una historia familiar en los próximos meses y años”, previene.
En su último informe publicado en enero, el comité de la ONU encargado de dar seguimiento a las sanciones contra Estado Islámico y Al Qaeda apuntaba a que el desgaste registrado por este grupo terrorista en el último año, en el que se confirmó la muerte de su líder Abú al Husein al Husaini al Qurashi en Turquía, estaba provocando un “desplazamiento del centro de gravedad del núcleo de Estado Islámico al exterior de Irak o Siria” y señalaba que “tanto África como Afganistán eran ubicaciones viables para un nuevo dirigente”, en particular la primera.
Asimismo, indicó que continuaba “la tendencia a una mayor descentralización y autonomía del grupo y sus grupos afiliados” en todo el mundo. Pese a ello, admitió que “sigue existiendo el riesgo de que resurja (en Siria e Irak) en caso de que un gran número de detenidos regrese al campo de batalla o de que disminuya la presión antiterrorista”.
Sin embargo, según subraya Aaron Y. Zelin en un reciente artículo en War on the rocks la idea generalizada de que Estado Islámico es una organización descentralizada, que parece imperar entre los responsables de la lucha antiterrorista, es equivocada y podría perjudicar en la respuesta a la amenaza que plantea esta organización.
Estado Islámico, más integrado que nunca
Estado Islámico “está mucho más integrado ahora como organización entre su red global de lo que lo ha estado nunca Al Qaeda” pero ante el incremento de sus operaciones externas en el último año, con atentados como los de Kermán (Irán) o Moscú, impera un “malentendido sobre cómo funciona el grupo hoy en día”, explica Zelin.
Tras perder el último reducto del ‘califato’ hace 5 años en Siria, el grupo se ha reconstruido y ahora supone “un desafío más complicado ya que la forma en que lo ha hecho es distinta a cómo se recuperó hace una década”, después de que se hubiera dado ‘muerta’ a la que era inicialmente la filial de Al Qaeda en Irak, advierte Zelin. “La historia, en cierta medida, se está repitiendo”, apunta.
Según este experto, la Dirección General de Provincias, que cuenta con varias oficinas que coordinan a su vez las ‘provincias’, tiene ahora un papel preeminente y sería la encargada de coordinar los ataques, como lo prueba el hecho de la conexión de varias de las filiales con algunos de estas acciones.
Así, resalta que aunque tanto gobiernos como expertos han señalado a Estado Islámico Jorasán, la filial en Afganistán, como autora de los atentados en Irán y Rusia, lo cierto es que no los reivindicó. “Esta distinción es importante porque Estado Islámico siempre ha sido meticuloso en cómo informa sobre sus ataques y su ideología en general”, subraya.
Por ello, advierte de que “centrarse en Estado Islámico Jorasán como el principal actor de las operaciones externas hoy en día obvia la imagen más amplia”. Ver solo en una o dos de las ‘provincias’ como “amenaza malinterpreta que la concesión de responsabilidad y recursos dentro de la red global del grupo se ha ampliado, dándole resiliencia a largo plazo”.
“Estado Islámico hoy es diferente del Estado Islámico del pasado”, insiste Zelin, de ahí que “usar el mismo guión contra Estado Islámico en Irak y Siria podría no funcionar en otras partes” donde también está presente, como África. Así, sostiene que comprender esta nueva realidad “es más importante que nunca y es mejor destinar más recursos a esto ahora que una mayor cantidad después cuando pueda haber una futura crisis”.