La milicia Al Shabab, que tiene un número indeterminado de rehenes, mantiene tomado el campus
Al menos 70 personas han muerto este jueves, la mayoría de ellas, estudiantes, cuando la milicia islamista somalí de Al Shabab ha atacado la Universidad de Garissa —en el este de Kenia y fronteriza con Somalia—, ha informado el ministro del Interior, Joseph Nkaiserry, según recoge la agencia France Presse. Otras 79 han resultado heridas. Ha sido el ataque más mortífero desde el bombardeo a la embajada de Estados Unidos en 1998.
“Hay una operación de limpieza de la zona en curso”, ha dicho el ministro a los periodistas. Nkaiserry ha afirmado que cuatro terroristas han muerto después de que las tropas del país hayan lanzado un asalto al edificio en el que los insurgentes habían retenido a centenares de estudiantes y profesores durante 12 horas. Eso quiere decir que “el 90% de la amenaza ha sido eliminada”, en palabras del ministro. Sin embargo, Nkaiserry se ha mostrado prudente sobre los asaltantes que siguen en el interior de la universidad.
A primera hora de esta tarde, la prensa local informaba de que había más de sesenta heridos, pero aseguraba que se seguían oyendo ráfagas de disparos y los asaltantes seguían controlando la operación. Las ambulancias pudieron trasladar algunos heridos de bala hasta los hospitales de la zona.
Unos 50 estudiantes fueron liberados, según la Cruz Roja. Sin embargo, se desconoce el paradero de unos 500 alumnos ya que las autoridades han podido localizar a 280 de los 815 jóvenes inscritos en la universidad. Las tropas kenianas han cercado el campus, como ya ocurrió en el asalto al centro comercial de Westgate en 2013, en Nairobi (la capital), en el ataque más mortífero de Al Shabab en Kenia que se saldó con 67 muertos.
Los asaltantes –cinco hombres armados– entraron en la noche del miércoles al jueves en el campus universitario de la ciudad keniana y empezaron a disparar en la zona de los dormitorios, según han relatado algunos de los estudiantes que pudieron escapar. Uno de ellos ha asegurado que la primera explosión en la puerta del centro, que ha dejado un gran agujero, ha provocado una auténtica “carnicería”.
El Gobierno keniano ha ofrecido una recompensa de unos 200.000 euros a quien ofrezca información que conduzca al arresto de Mohamed Mohamud, uno de los terroristas vinculados al ataque al campus universitarios
Al Shabab –que significa ‘los jóvenes’– ha reivindicado el ataque y ha asegurado que está separando a los rehenes musulmanes de los cristianos. “Kenia está en guerra con Somalia” ha dicho uno de los portavoces de la milicia, Sheik Ali Mohamud Rage, “la misión de nuestros hombres es matar a aquellos que están contra Al Shabab”. No es el primer ataque de la milicia islamista en Kenia, que en 2011 envió a fuerzas de su Ejército a Somalia para hacer retroceder la milicia somalí y debido a una oleada de secuestros en suelo keniano atribuidos a Al Shabab. Las represalias se suceden desde entonces.
La semana pasada, el grupo, vinculado a la organización terrorista Al Qaeda, asesinó a 28 personas no musulmanas en la localidad de Mandera tras pasar un autobús y obligar a los pasajeros a recitar versos del Corán antes de matar posteriormente a los que no los conocían. La milicia reivindicó el atentado como respuesta a las redadas de la Policía en la ciudad keniana de Mombasa. En estas operaciones, efectuadas en varias mezquitas de la ciudad costera, murió una persona y más de 400 más fueron detenidas.
Garissa es un importante núcleo comercial del este del Kenia, a unos 150 kilómetros de la frontera con Somalia y su población es mayoritariamente de la etnia somali. La árida pista de arena que arranca hacia la frontera lleva primero al campo de refugiados más grande del mundo, el campo de Dadaab, una urbe de refugios y casas de los desplazados que llevan años huyendo de la guerra y de la hambruna en Somalia.