Turbas armadas con cuchillos atacan a comisarías y sedes gubernamentales, según la prensa oficial En la zona reside la minoría musulmana de los uigures
La violencia ha vuelto a estallar en Xinjiang, región autónoma del oeste de China y hogar de la minoría musulmana uigur. Un total de 27 personas han resultado muertas y tres están heridas como consecuencia de los ataques de bandas armadas con cuchillos a una estación de policía, un edificio gubernamental y el lugar de unas obras, según ha informado este miércoles la agencia oficial Xinhua, que cita a funcionarios del Partido Comunista de China (PCCh).
Los disturbios se han registrado a partir de las seis de la mañana (seis horas menos en la España peninsular) en Lukqun, una población de la prefectura de Turpan, unos 200 kilómetros al sureste de la capital regional, Urumqi. Diecisiete personas han resultado muertas, incluidos nueve policías y guardias de seguridad y ocho civiles, antes de que las fuerzas de seguridad abatieran a tiros a 10 de los asaltantes, según las mismas fuentes.
Las autoridades no han atribuido la violencia a ningún grupo en particular, pero en el pasado han acusado a uigures de cometer acciones terroristas en la región, donde hace una semana 19 miembros de esta minoría étnica fueron condenados a penas hasta de seis años de cárcel por promover el odio racial y el extremismo religioso en Internet.
Xinjiang, una región dos veces el tamaño de Turquía, tiene unos nueve millones de uigures, muchos de los cuales se quejan de lo que consideran la represión cultural y religiosa por parte del Gobierno. Regularmente se ve golpeada por estallidos de violencia y revueltas, que, según las autoridades son impulsadas por “terroristas”. Dicen que grupos armados de uigures tienen conexiones con militantes islamistas en Pakistán y Asia Central, y llevan a cabo los ataques para establecer un estado independiente llamado Turkestán Oriental.
Expertos internacionales afirman, sin embargo, que Pekín ha dado pocas pruebas de que exista realmente una amenaza terrorista, y que las tensiones son más bien fruto del resentimiento local contra el Gobierno y la presencia de la etnia han, la mayoritaria en China, que controla la vida política y económica de esta región rica en gas y petróleo. Las organizaciones de derechos humanos aseguran que Pekín exagera la amenaza terrorista para justificar su política de fuerte control en Xinjiang. El Gobierno argumenta que los uigures gozan de amplias libertades y su vida ha mejorado radicalmente gracias a las inversiones públicas.
En 2009 se produjo un brote de odio étnico en Urumqi en el que murieron alrededor de 200 personas, y que condujo al Gobierno a endurecer la vigilancia y, en paralelo, incrementar las inversiones en la zona. Desde entonces, han continuado los ataques esporádicos. En abril pasado, 21 personas fallecieron en un enfrentamiento registrado en la ciudad de Kashgar, cuando un grupo de hombres se enfrentó a la policía después de que unos empleados del Gobierno advirtieran de la presencia de sospechosos y armas en una vivienda. Entre los fallecidos, hubo 15 policías y funcionarios. Seis asaltantes resultaron muertos y ocho fueron capturados vivos. Los uigures eran antes la etnia mayoritaria en Xinjiang. Actualmente suponen alrededor del 46% de la población, debido al flujo de millones de chinos han a la región en las últimas décadas.
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