Hungría y Polonia guardan silencio
La ONU publica resolución en la que se habla del aborto como un «derecho humano» y recibe fuerte oposición de un gran grupo de países, principalmente naciones africanas.
Una resolución de las Naciones Unidas que define el aborto como un derecho humano y promueve la ideología de género fue adoptada este mes con el apoyo abrumador de los países occidentales, pero contó con la oposición de un grupo de naciones principalmente africanas.
La resolución, titulada «Cooperación internacional para el acceso a la justicia, los recursos y la asistencia a las supervivientes de la violencia sexual», incluye un texto en el que se afirma que los países deben proporcionar «acceso al aborto seguro» como un «derecho humano».
La resolución, adoptada el 2 de septiembre, también hace referencia a una nueva terminología de género que, según algunos países, se opone a sus valores porque contradice una visión tradicional de la sexualidad humana.
Las naciones occidentales definen el aborto como un «derecho humano»
Más de 80 naciones, entre ellas Estados Unidos y miembros de la Unión Europea, copatrocinaron la inclusión de un lenguaje que definía el aborto como un «derecho humano» para las mujeres y las niñas.
«Los derechos humanos incluyen el derecho a tener control y decidir libre y responsablemente sobre asuntos relacionados con su sexualidad», dice el documento.
La resolución incluye la anticoncepción moderna, la anticoncepción de emergencia y el «aborto seguro» en la lista de derechos de las mujeres. También actualiza el lenguaje de la resolución para añadir la «violencia de género» a la definición de «violencia sexual».
Un puñado de países protestó por esta medida, alegando que promovía la aceptación social de la homosexualidad y la transexualidad.
Fracasan las enmiendas africanas a favor de la vida y la familia
El enfoque de la resolución sobre el aborto y la ideología de género fue criticado por 33 países, principalmente de África.
Nigeria lideró la lucha proponiendo varias enmiendas para proteger a los niños no nacidos y eliminar el lenguaje controvertido de la resolución, pero las medidas no consiguieron el apoyo suficiente para ser aprobadas.
«Cada país debe decidir sus leyes sobre el aborto a nivel nacional sin interferencias externas», dijo un representante nigeriano en un encendido debate. «Los países deben ayudar a las mujeres a evitar el aborto y proporcionar a las madres y a sus hijos atención sanitaria y apoyo social. [Esto] crea el peligro de que las mujeres se vean presionadas para abortar a sus bebés».
En declaraciones realizadas en la reunión de la ONU, el representante de Senegal condenó la inclusión del aborto como método de planificación familiar y argumentó que la palabra «género» sólo debe referirse a «las relaciones sociales entre hombres y mujeres».
Entre las 32 naciones que se unieron a Nigeria en el apoyo a las enmiendas para suprimir el aborto y el lenguaje de género de la resolución estaban Uganda, Camerún, Etiopía y Senegal. Filipinas, Nicaragua, Rusia y un puñado de países de Oriente Medio también se sumaron al esfuerzo.
Austin Ruse, presidente del Centro para la Familia y los Derechos Humanos, dijo en una entrevista con CNA que es bien sabido que los países africanos más pequeños se oponen valientemente a las políticas occidentales a favor del aborto y del género.
«Quieren atención médica básica, agua potable, saneamiento seguro; no la agenda de género, salud reproductiva y educación sexual integral que viene de las grandes potencias», explicó.
Asimismo, en el esfuerzo por proteger la vida y la visión tradicional de la sexualidad faltaron Hungría y Polonia, naciones predominantemente católicas conocidas como líderes mundiales en la oposición al aborto y la ideología de género.
Imre Téglásy, director de Human Life International Hungría, dijo a CNA en un comunicado que creía que Hungría no se oponía al aborto en la ONU porque se enfrenta a «fuertes ataques de los representantes liberales de la UE».
Téglásy dijo que la otra explicación posible es que la embajadora de Hungría ante la ONU, Zsuzsa Horváth, no era «realmente consciente» de las políticas pro-familia de su gobierno.
«El silencio de Polonia, al igual que el de Hungría, a la hora de posicionarse en el ámbito internacional, representó un incumplimiento del compromiso adquirido en la Declaración de Consenso de Ginebra de defender los derechos fundamentales y de luchar por restablecer el verdadero significado del concepto de derechos humanos», decía el comunicado.
El instituto calificó la resolución de «oportunidad perdida» para que Polonia defienda sus leyes soberanas y la vida humana no nacida.