Tras más de un año de cierre, la semana pasada reabrieron algunos centros educativos que por orden de los talibanes, han vuelto a ser clausuradas
Un grupo de estudiantes y profesoras salió este sábado a la calle para pedir la reapertura de escuelas de secundaria femeninas al enterarse de que volvieron a cerrar los centros abiertos a principios de semana en el este de Afganistán tras más de un año prohibidas por orden de los talibanes.
Al grito de «queremos educación, necesitamos que nuestras escuelas estén abiertas», decenas de mujeres se manifestaron en contra del veto a la educación femenina en la provincia Paktya, donde a principios de esta semana fueron reabiertas al menos cinco escuelas de secundaria bajo la iniciativa de profesores y las familias de las estudiantes.
Por el momento se desconoce el motivo de este cierre, si será temporal o permanente, así como si el Gobierno talibán, que no participó en la reapertura de estas escuelas y mostró su descontento, fue quien dio la orden.
«Todavía no está claro el cierre de las escuelas recién abiertas», dijo a Efe el director de cultura e información de Paktya, Khaliqyar Ahmadzai.
Las redes sociales volvieron a llenarse de mensajes de apoyo a las estudiantes de secundaria afganas, que llevan sin poder asistir a la escuela desde que los islamistas tomaron el control del país.
«Los talibanes volvieron a cerrar las escuelas secundarias de niñas. Estas valientes estudiantes están solas, pero protestando», señaló en Twitter la directora adjunta regional de Amnistía Internacional (AI), Samira Hamidi.
Los fundamentalistas decidieron reabrir todos los colegios, exceptuando los femeninos de secundaria, el pasado 18 de septiembre, tras el cierre de todas las escuelas por la inestabilidad relacionada con su llegada al poder hace algo más de un año.
A su juicio, necesitaban establecer un sistema de acuerdo con la sharía y las costumbres y cultura afgana. La caída de Kabul ha supuesto un retroceso en materia de derechos humanos para las mujeres en Afganistán, como la prohibición a las adolescentes de asistir a las escuelas, la segregación por sexos en lugares públicos o el veto a viajar sin velo y acompañadas de un familiar masculino en trayectos largos.
Pese a que prometieron que habían cambiado, los fundamentalistas han repetido la postura de su anterior régimen entre 1996 y 2001, cuando en base a una rígida interpretación del islam y su estricto código social conocido como pastunwali, prohibieron la asistencia femenina a las escuelas y recluyeron a las mujeres en el hogar.
Detrás de muchas de estas regulaciones contra las mujeres se encuentra el todopoderoso Ministerio de Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio, una institución que entró en vigor durante el primer régimen talibán y se extinguió con la invasión estadounidense, quedando en un mal recuerdo para los afganos durante los siguientes 20 años.