Los hechos, cuenta The Scotsman, se remontan a 2002 cuando D tenía 4 años, y las autoridades locales abrieron una investigación ante la sospecha de que fuera víctima de abusos. El pequeño fue entrevistado por agentes policiales y asistentes sociales que no tomaron ninguna medida ni contra su madre ni contra la pareja de ésta; pero, dos años más tarde, D y dos hermanos fueron sacados de casa de sus padres y, en 2006, adoptados por otra familia. Fue entonces cuando el niño, ya con 8 años, hizo a su madre adoptiva comentarios que la llevaron a sospechar que podía haber sufrido abusos, la Policía interrogó y detuvo al novio de la madre biológica del pequeño, y la terapeuta Debbie Hindle entró en escena.
Durante dos años, el niño asistió a sesiones semanales de psicoterapia con Hindle, quien ya está jubilada, pero trabajaba entonces para el Servicio Nacional de Salud en la demarcación de Glasgow y Clydes. La terapeuta acabó declarando ante un tribunal que D le había transmitido mentalmente sus sentimientos de miedo a través de su mal comportamiento y le había convenció así de que había sufrido abusos. Y el asistente social presentó esa comunicación telepática como evidencia para quitar a la pareja la custodia de un bebé. El sheriff Watson cree que una cosa es que D sufriera abusos y otra que se admita la telepatía como prueba. "El papel del asistente social es sumamente importante en términos de protección de la infancia, pero también lo es en relación con el interés público, que exige aplicar el juicio profesional antes de la presentación de las pruebas en los tribunales. Sugerir que uno puede llevar tres o cuatro pruebas no fiables y pedir al tribunal que concluya que la suma de ellas forma una fiable es un enfoque muy peligroso", ha advertido el agente, quien considera que el uso de la evidencia telepá…