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Adela Muñoz: “Las brujas eran chivos expiatorios, como hoy lo son los inmigrantes”

La catedrática de Química Inorgánica de la Universidad de Sevilla publica ‘Brujas’ (Debate), un ensayo con el que desmonta mitos sobre quiénes eran y por qué fueron ejecutadas estas mujeres.

«A la brujilla que me robó el corazón desde el día que nació, con la esperanza de que entre todas las brujas madres le dejemos un mundo más justo y más amable para las mujeres».

Es la dedicatoria con la que abre Brujas. La locura de Europa en la Edad Moderna (Debate, 2022), un ensayo que, centrándose muy en el pasado, te sitúa en innumerables de sus pasajes en el presente. Su autora, la catedrática de Química Inorgánica de la Universidad de Sevilla Adela Muñoz, cuenta que decidió escribirlo por curiosidad: «Me topé con las brujas estudiando los venenos y quise saber quiénes eran y por qué fueron ejecutadas”. 

La catedrática desmonta creencias que han llegado hasta nuestros días y explica, por ejemplo, que en España no hubo tanta caza de brujas como en otros países: los cálculos indican que en Europa se produjeron unas 60.000 ejecuciones, la mayoría en Alemania –25.000–; desmonta que las brujas eran sabias: eran analfabetas, mujeres mayores, solteras o viudas, sin hijos, discriminadas en la época; desmonta que la Inquisición se ensañara con ellas: cuando fue la que frenó su persecución en España, jaleada sobre todo por los vecindarios, como hicieron con la tía Casca en un pueblo de Aragón ya a mediados del siglo XIX; y desmonta, por tanto, que la Edad Media fuera la ‘época’, por así decirlo, de las brujas. 

“La caza de brujas se inició y continuó a lo largo de varios siglos porque muchas personas estaban convencidas de su existencia y de su capacidad para hacer daño, por lo que les daban más miedo las brujas que las injusticias que pudieran cometer sus perseguidores”, escribe en la obra, que emprende un detallado viaje desde la mitología griega, con parada en las brujas de Shakespeare, Cervantes o la misma Celestina, hasta las mujeres que siguen siendo asesinadas en África, Lationamérica y el sureste asiático en la actualidad.

¿Por qué seguimos teniendo estas creencias?

Eso es algo que me sigo preguntando yo misma: hoy tenemos acceso libre a todo tipo de información y no entiendo cómo perviven en nuestra sociedad esas percepciones que no tienen ninguna base histórica.

En Cataluña, además, donde hubo más persecución en España, la mayor parte de los casos fueron juzgados por tribunales laicos, en contra también de lo que se pueda pensar.

Sí, de hecho, muchas de las condenas provenían de denuncias desde «abajo», es decir, de personas humildes que estaban convencidas de la capacidad de hacer el mal de otras a cambio de poder. Y los tribunales locales eran arrastrados e impelidos a actuar por la presión de esas denuncias de personas que de buena fe creían que eran víctimas de las malas artes de otras. Las ejecuciones más crueles fueron espoleadas por la gente del pueblo. Estoy pensando, por ejemplo, en el linchamiento de la Tía Casca, en el pueblo aragonés de Trasmoz, magníficamente relatado por Bécquer en una de sus leyendas. Los tribunales superiores, que no estaban localizados en la misma aldea o pueblo de donde provenían las denuncias, y tenían mayor autonomía y poder, pudieron escapar mejor a esa presión.

El país donde hubo una mayor caza de brujas fue Alemania. Y aquí revela otra cuestión importante que desmonta creencias. La pérdida de cosechas, que se atribuía a los hechizos de las brujas, fue una de las causas de la persecución. Sin embargo, la pérdida de cosechas se debía a una cuestión climática. ¿Tiene en mente alguna creencia similar pero en nuestros días? Lo digo sobre todo por quienes siguen negando el cambio climático a pesar de todas las ‘señales’ científicas.  

Creo que las brujas fueron víctimas de una necesidad general de buscar «chivos expiatorios» a quien culpar de las malas cosechas por las heladas, pero también de la muerte de un hijo, o de cualquier otra desgracia. Yo las asocio a los chivos expiatorios que hoy son señalados sistemáticamente por algunos responsables políticos: los inmigrantes. Pero, muy posiblemente, los efectos del cambio climático en los países del África negra, Centroamérica o Asia, que aún creen firmemente en las brujas, hoy sigan siendo achacados a ellas. Y hay muchas personas, la mayoría mujeres, que en el siglo XXI siguen siendo ejecutadas por esa acusación.

‘Brujas’.

Explica que Santo Tomás de Aquino propició el soporte intelectual de la caza de brujas basándose en distintas creencias. Y lo que decía la Iglesia iba a misa. En España, la Iglesia sigue teniendo un poder enorme. El silencio que ha habido hasta ahora en torno a los abusos en la Iglesia es un ejemplo de ello. Pero todavía hay obispos que dicen barbaridades sobre las mujeres que abortan o sobre las personas homosexuales… ¿Cómo valora el papel del papa en la actualidad con respecto a todo ello?

He leído mucha literatura eclesiástica de los siglos precedentes, la suficiente para constatar el inmenso poder que ha tenido y lo mal que ha tratado a las mujeres. 

Pero el poder de la Iglesia no es solo cosa del pasado, solo hay que recordar el lamentable papel que tuvo Benedicto XVI al negar, poco antes de un viaje a África, que para evitar la transmisión del SIDA era bueno el empleo del preservativo; la premio Nobel francesa Francoise Barré Sinoussi le dijo en una carta durísima, publicada en el diario francés Le Monde, que esa era una afirmación criminal porque podía causar muchas víctimas mortales. 

El actual papa tiene una actitud muy diferente respecto a ese y otros muchos temas, pero hay muchos obispos, especialmente en España que no siguen sus enseñanzas, e insisten en atacar a las mujeres y dificultar las investigaciones de los casos de pederastia. Afortunadamente no todos piensan y actúan así, pero los que lo hacen tienen responsabilidades criminales

Que las brujas volaban se recoge en libros “tan serios” –explica usted– como la biografía oficial de Carlos V, escrita por fray Prudencio de Sandoval. Y a pesar de que se demostró cómo las plantas que usaban estas mujeres les causaban alucinaciones, era más fácil creer que las brujas volaban. ¿Cree que en los últimos tiempos –vemos también el movimiento antivacuna–, está volviendo a imponerse el terreno de las creencias sobre la razón?

Sí. Desafortunadamente, las creencias que apelan a las emociones siguen teniendo mucha fuerza. Para contrarrestarlas no hay receta mágica, solo seguir educando de forma asequible sobre la importancia y belleza de la ciencia. Es una tarea ardua y un camino largo, pero no hay elección.

Las brujas de antes eran analfabetas, en contra también de lo que se pueda pensar. ¿Qué es una bruja hoy? ¿Ha cambiado mucho el concepto?

Depende mucho de dónde se use ese apelativo y quién lo use. Si lo usa una persona española que no cree en la igualdad de hombres y mujeres, como fue el caso de un parlamentario andaluz en el verano de 2021, se refería a una mujer a la que temía, porque pensaba de manera diferente a él y tenía poder para hacer valer su criterio. Si lo usa una mujer feminista que se autodefine como tal, enarbola la bandera del poder y la capacidad de las mujeres. Si se usa en un país del África negra, puede seguir significando una condena a muerte para la persona a la que va dirigida. En cualquier caso, no deja indiferente a nadie.

Al final, leyendo su libro, una concluye que detrás de la caza de brujas lo que vemos es que no ha cambiado mucho el panorama: la magia buena la hacen los hombres; y la magia mala, las mujeres. La culpa de que los hombres hagan determinadas cosas mal la tienen las mujeres. Entonces, también se atribuía a los hechizos de las brujas el mal gobierno de los reyes. En la actualidad, por ejemplo, hemos visto cómo en determinados ámbitos se ha culpado a Corinna Larsen de los actos del rey emérito. O seguimos viendo sentencias en las que se culpa a la mujer de ser violada… 

Efectivamente, después de leer innumerables textos sobre demonología y relatos de procesos en los que fueron ejecutadas mujeres acusadas de ser brujas, he llegado a la conclusión de que los hombres acusaban y condenaban a las mujeres para conjurar sus propios demonios.

Metafóricamente, ¿sigue habiendo caza de brujas? Se está criminalizando en muchos casos el feminismo. ¿Cómo valora esto?

Yo veo una mayor analogía con la persecución al inmigrante. Pero es cierto que determinadas formaciones políticas están demonizando la lucha legítima de las mujeres por alcanzar la igualdad de derechos con los hombres, de manera implacable. Lo más grave es que otros partidos que detentan poder, para mantenerlo, están plegándose a sus deseos. A causa de ese miedo a disgustarlos, se está cambiando el vocabulario, se está dejando de financiar acciones necesarias y dejando de realizar otras ya programadas. Eso puede llevar a un retroceso de los derechos de las mujeres. El más grave lo estamos viendo en la subida de los casos graves de violencia de género y la percepción entre los jóvenes varones de que esa violencia no existe.

¿Quién juzga a las brujas de hoy en día?

En el llamado primer mundo no se acusa ni se juzga a personas acusadas de brujería. En muchos países en vías de desarrollo siguen siendo acusadas muchas mujeres de este «crimen», pero cada vez menos de forma oficial, porque la ONU está presionando para que ese delito sea eliminado de los códigos penales. Pero la creencia sigue muy arraigada, por lo que son linchadas.

¿Y cree que la sociedad conoce que se siguen asesinando a mujeres en África, América Latina y Asia por ello, como decía al principio? 

No, esto no nos llega, como no nos ha llegado durante siglos el terrible drama de las ablaciones del clítoris a las niñas del África negra. El hecho es que vivimos demasiado pendientes de nuestros pequeños problemas y no vemos los enormes dramas de los países menos afortunados que el nuestro.

En resumen, seguimos en una sociedad machista en la que ha habido avances, indudablemente. Pero la realidad es que queda aún mucho por hacer. Con la guerra en Ucrania, continuamos observando lo mismo: las guerras siguen siendo cosas de hombres. Las mujeres y los niños van por otro lado. ¿Qué opina al respecto? 

Efectivamente, el protagonismo indiscutible de todas las guerras, a la hora de decidir hacerlas, ha sido masculino; no obstante, de sufrirlas no se han librado ni mujeres ni niños. En cuanto a la guerra de Ucrania, a pesar de que leo información de muy distintas fuentes, no estoy segura de tener una visión de la misma que se acerque a la realidad. Pero lo que es muy evidente es que ha habido una agresión del Ejército de un país en territorio de otro país. 

¿Habría sido preferible una rendición sin condiciones para no alimentar la guerra? No lo sé. Recurro a lo que decía Marie Curie, que vivió en primera línea la Primera Guerra Mundial en varios frentes, y también sufrió en sus propias carnes desde que era niña la terrible opresión del imperio ruso en un país invadido en el que no tenía derecho ni a usar su lengua. Ella no era partidaria de una paz a cualquier precio. Yo no me encuentro legitimada para opinar en este tema porque no he vivido la guerra ni la opresión de un Estado invasor.

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