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A vueltas con el Ángel de Aralar en Navarra

Como saben, es tradición por estas fechas la visita de la imagen del ángel de Aralartanto al Parlamento de Navarra como al Ayuntamiento de Pamplona.  Este año el revuelo se ha montado dada la negativa de Podemos y otros grupos como Izquierda-Ezkerra a celebrar este acto religioso en las instituciones. Finalmente, las autoridades navarras recibirán la imagen del ángel como todos los años gracias a la suma de los votos de UPN y Geroa Bai, los dos partidos conservadores de Navarra.

En un Estado laico como es España, el poder político y la religión deben estar separados. Ni el poder político puede inmiscuirse en el poder religioso ni la jerarquía eclesiástica en el Estado. Quede claro que el laicismo no es anticlericalismo, sino uno de los pilares fundamentales de la democracia, por cierto, inventado por la iglesia para evitar que los reyes nombraran a los papas.

Una religión o fe es algo personal, cuya profesión es un derecho de todos los ciudadanos, que como cualquier otro derecho, debe estar protegido y garantizado por ese Estado. Pero cuidado, no debe ser la obligación moral del resto de los ciudadanos. Ocurre lo mismo con la lengua: los derechos son de los ciudadanos, que tienen libertad de elegir la lengua en la que quieren expresarse, pero no se puede imponer el euskera o cualquier otra lengua a todos los ciudadanos. Defender el laicismo no es atacar la religión como tampoco es atacar el euskera el hecho de defender la libertad lingüística.

Por eso digo que la presidenta del Parlamento de Navarra lleva por una vez razón, aunque estaría bien y aprovecho estas líneas para animarle a ello, tuviera el decoro de aplicar el mismo rasero con los nacionalistas a los que sustenta en el Gobierno de Navarra, que no solo no tienen claro el concepto de libertad lingüística, sino que pretenden imponer una lengua  a aquellos que no la hablan.  Laicismo lingüístico podría llamarle si le motiva más.

Pero a lo que íbamos.. Las instituciones y los diputados son representantes de todos los ciudadanos, de los creyentes y de los que no lo son. Es por eso que no deben celebrarse actos religiosos en instituciones públicas.  Ocurre parecido en las famosas procesiones:  Un concejal  puede acudir a una procesión de forma personal, pero no como representante de los ciudadanos.

Ya saben, para ser buen navarro uno debe ser foralista, saber euskera y acudir a las procesiones, o si no todas, al menos alguna de las tres opciones. Y por supuesto, la política estar dirigida a defender una religión, una lengua, o una identidad. ¿Y quién defiende el Estado, que es aquello que permite que cada cual pueda practicar libremente una confesión religiosa, hablar una u otra lengua o «sentirse» de aquí o de allá sin que nada de ello condicione sus derechos fundamentales ni tampoco la igualdad entre ciudadanos? Pues eso, queda mucho camino por recorrer.

En España nos falta pedagogía democrática, tanto en este como en otros muchos asuntos. Si nos atascamos ya antes de lo político, en lo previo, ¿cómo vamos a solucionar los problemas cotidianos de los ciudadanos?

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