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A falta de otras cosas importamos religiones y creencias · por Ana María Vacas (GPL)

Cada vez que viajo, y lo hago a menudo a Estados Unidos, me asombra la cantidad y diversidad de iglesias y edificios religiosos. Entre protestantes, católicos, ortodoxos, mezquitas, sinagogas, templos budistas, etc. se estiman en unos 370.000 lugares de culto.   

Me suelo preguntar qué función tendrán las religiones hoy en día en esta zona del hemisferio norte y de cultura occidental donde el dinero opera como un Dios y los bancos como sacerdotes del poder económico.

Salvando las diferencias numéricas, las aglomeraciones de Wall Street recibiendo cada año millones de turistas para acercase a los oráculos actuales con admiración, serían algo así como la Meca para los musulmanes.

Entre mis amigos y conocidos americanos solo una pequeña fracción se considera agnóstico o ateo. Los creyentes los superan independientemente del nivel socioeconómico y cultural, aunque he de subrayar que este indicador podría representar una diferencia. Cierto es que cuanto menos formación y conocimiento objetivo de las bases de su propia religión, más reafirman su fe. Diría que la emoción supera a la reflexión en estos temas con clara impronta familiar.

Sobre todo, llama la atención la fe ciega de los emigrantes hispanos que dicen les protege de cualquier eventual adversidad, incluidas las derivadas de decisiones políticas referidas a las últimas deportaciones.

Si los hispanos representaban el 29% de los católicos en 2007, a finales de 2024 esta cifra ascendió al 36%, lo que refleja un cambio significativo en la composición étnica de las Iglesias cristianas según el Pew Research Center.

Las creencias como aglutinantes sociales y distintivos de identidad de grupo podrían explicar el éxito de estos núcleos parroquiales en lugares con tanta diversidad poblacional, aunque parece que cada vez es más fácil cambiar de confesión dada la mezcla de culturas y la posibilidad de matrimonios mixtos.

A pesar de que los indicadores de religiosidad reflejan una tendencia a la baja, incluida la afiliación al cristianismo y la menor religiosidad de los jóvenes frente a sus padres, exceptuando a los no cristianos, parece haber un rebrote o una reacción que estabiliza esta caída. En 2025 la visión positiva de la religión ha aumentado ligeramente, en todos los grupos de edad y en ambos partidos políticos. Además, hay un notable incremento de adultos que afirman que la religión está ganando influencia en la vida estadounidense, valorándolo como positivo, y más de la mitad sienten que hay un conflicto entre sus creencias religiosas y la cultura dominante,según las últimas encuestas elaboradas por Pew Research Center.

El aumento de la polarización política en USA es un hecho constatado que está fracturando gravemente la convivencia. Tal vez el pensamiento woke, que de alguna forma desvía la atención del impacto destructivo del capitalismo sobre la sociedad, haya estimulado a su contrapartida reaccionaria aprovechada por la base MAGA del trumpismo apelando a valores tradicionales. Conservadores a ultranza, ortodoxos cristianos y emigrantes hispanos que abrazan las iglesias protestantes constituyen un cóctel explosivo contra el laicismo que debería imperar en las sociedades democráticas.

No hay que olvidar que la mayoría de los estadounidenses piensa con una perspectiva espiritual y sobrenatural frente al 11% ateo o agnóstico. De esta manera, según las encuestas:

El 86% cree que las personas tienen alma o espíritu además de su cuerpo físico.

El 83% cree en Dios o en un espíritu universal.

El 79% cree que hay algo espiritual más allá del mundo natural.

El 70% cree en el cielo, el infierno o ambos.

Por otra parte, los mensajes woke han calado especialmente en los jóvenes que, como decíamos, tienden a ser menos religiosos que sus predecesores. Tal vez por eso, muchos iconos culturales e influencers se ven arrastrados a apoyar ambos polos políticos tratando de canalizar la insatisfacción social juvenil hacia sus huestes. A la manera de un nuevo apostolado que une valores religiosos y políticos, el efecto quizá pueda verse en la ralentización de la secularización estadounidense en los últimos cinco años según nuevas Encuestas de Población Religiosa (RLS).

En España tendremos que estar alerta de estos procesos sociales, ya que solemos ir a la cola de lo que pasa en Estados Unidos. De momento están surgiendo nuevos artistas que reivindican la religión, volviendo a ponerla de moda como si ahora el ser creyente fuera lo rompedor para una juventud insatisfecha con falta de oportunidades laborales y de emancipación. 

¿A pesar de la tendencia secularizadora, qué es lo que nos espera en la Península ibérica con el aumento exponencial del movimiento evangélico impulsado por los emigrantes hispanos y la connivencia ignorante con el auge del islamismo? ¿Acaso un movimiento reaccionario revestido de renovación ideológica?

Desde hace algunos años se ha incrementado la penetración de nuevos movimientos religiosos cristianos con métodos de evangelización modernos utilizando música, eventos y retiros que pretenden ser alternativas para la revitalización de la religiosidad entre los jóvenes. Algunos de estos son el grupo Hakuna, el Camino Neocatecumenal y la Renovación Carismática Católica.

Las estrategias de captación se adaptan a los nuevos tiempos incorporando tácticas y mensajes individualistas que hacen hincapié en el bienestar y la sanación o pretendiendo unificar ciencia y religión apropiándose de terminología científica o pseudocientífica para dar legitimidad a sus contenidos.

Miedo me da el aumento de lo que se llama individualismo espiritual que ingenuamente disculpa y tolera teocracias, así como el incremento de creyentes cuyas doctrinas religiosas llevan implícitos valores morales capaces de modificar los principios básicos de una sociedad laica. 

Es el momento de apostar rotundamente por un laicismo claro antes de que pretendan convencernos de que lo mejor que se puede hacer contra la incursión de nuevas corrientes religiosas es apoyar un catolicismo más férreo.  Antes de que la incertidumbre y la angustia por falta de oportunidades sociales conduzca a la juventud a afiliarse a las sectas que ofrecen en la identidad de grupo protección y seguridad. Antes de que los aumentos de creyentes en cualquier más allá pretendan incorporar su moral en este más Acá (donde se han podido conquistar derechos y libertades que ahora nos parecen inalienables) en asuntos civiles tales como la educación, la eutanasia el derecho al aborto, etc.


Ana María Vacas. Grupo de Pensamiento Laico

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