Decenas de personas reciben la bendición en una iglesia de Pensilvania, para ellos y para sus subfusiles, los mismos con los que hace dos semanas se llevó a cabo la enésima matanza en un colegio.
Es la Iglesia del santuario, una filial de la iglesia de la Unificación, más conocida como la secta Moon, dirigida por Hyung Jin Moon, el hijo menor del reverendo Moon, fallecido en 2012.
La Iglesia organizó este miércoles una ceremonia de casamiento colectivo o renovación de votos como las que gustaban al reverendo Moon padre. Pero la novedad es que su hijo alentó a los cerca de 500 participantes a mostrar su voluntad de defender a su familia y su religión trayendo consigo un arma semiautomática tipo AR-15, con el cargador vacío y desgatillada para evitar cualquier incidente.
Homófobo y cercano a la derecha dura, según el Southern Poverty Law Center que estudia a los grupos extremistas, Hyung Jin Moon predica una religión que une armas y plegarias: llega a la celebración acompañado de tres hombres armados vestidos con trajes camuflados y anima regularmente en Youtube una emisión, seguida por unos 2.000 abonados, con un fusil de asalto AR-15 colocado frente a él.
El sábado organizó una cena de “agradecimiento al presidente Trump” y los fondos fueron donados a una asociación estadounidense de propietarios de armas, la Gun Owners Foundation.
Estas no son las multitudes que Moon congregaba en su apogeo en los años 70. Los domingos, la Iglesia del santuario reúne a unos 200 participantes, más un número indeterminado de fieles que siguen las ceremonias por internet desde Japón o Corea del Sur, dice uno de sus responsables, Tim Elder.
La ceremonia, prevista desde hace tiempo, tuvo lugar justo en el día en que los estudiantes de la escuela secundaria de Parkland, en Florida (Sur) regresaron a clases tras la masacre perpetrada el 14 de febrero, cuando un ex estudiante de 19 años mató a tres profesores y 14 alumnos con un AR-15.
La celebración, totalmente legal, podría haber pasado desapercibida. Pero a raíz del debate abierto por la tragedia, una escuela primaria vecina decidió cerrar durante la jornada. Una decena de personas se manifestaban frente a la iglesia, agitando pancartas que leían “Adoren a Dios, no a las armas”, o “Dios no bendice las armas”. Varios canales de televisión cubrían el evento.
Si bien esta congregación es marginal, muchos de sus fieles, como otros estadounidenses, piensan que las masacres no justifican la adopción de leyes más estrictas para la compra y el porte de armas.
“Desafortunadamente, en la mayor parte del mundo, las personas parecen pensar que las únicas personas que deben tener un arma son las que nos gobiernan”, dice Andrew Kessler, un abogado que llegó con su AR-15 comprado hace unos meses.
“Yo no creo que esté probado que si hay menos armas, hay menos violencia“, acota.
Cazador desde hace tiempo, es en esta iglesia que defiende a las armas como símbolo de la “soberanía” de sus fieles que Kessler dice haberse tornado “más favorable” a su posesión.
John Paul Harris, de 68 años y oriundo de la ciudad vecina de Scranton, lleva un gorro de béisbol de la Asociación Nacional del Rifle (NRA), el poderoso lobby de las armas en Estados Unidos, de la cual es “un orgulloso miembro vitalicio”.
“Espero no tener que usarlas nunca contra otro ser humano”, dice. “Pero en todos los lugares de este país donde las leyes sobre armas son más estrictas, la criminalidad está en sus máximos niveles”, asegura.
Con su culto de las armas, la Iglesia del santuario tiene a veces aires de milicia armada.
“Creemos en una policía de la paz, una milicia de la paz”, confirma uno de sus benévolos, Kyle Toffey. Pero “precisamos centrarnos en Dios cuando estamos armados”, afirma.