Exponentes de la Iglesia católica y del gobierno italiano han reaccionado airadamente contra la sentencia de la Corte Europea de los Derechos Humanos que ordena el retiro de los crucifijos de todas las escuelas de la península. Desde que fue emitida, el 3 de noviembre, esos sectores están en pie de guerra y se están movilizando para que no se aplique o se elimine la decisión del tribunal de Estrasburgo, donde están representadas 47 naciones (no sólo del Viejo Continente), escribe Emma Bonino, líder radical y Vicepresidenta del Senado italiano.
No hay ningún escándalo ni tampoco una pretendida "furia laica" en la sentencia. Se trata simplemente de una confirmación de que los lugares públicos nos pertenecen a todos, a los creyentes católicos, a los no creyentes y a los creyentes de otras religiones.
Por otra parte, el laicismo no tiene nada que ver con mayorías o minorías, sino con la tutela de todos y de cada uno. El laicismo es inclusivo, respeta a todos y los lugares públicos -y la escuela en particular- son tales precisamente porque todos se reconocen en ellos.