Abás ha recalcado que Israel está desatando una violencia que va a meter a la región en una guerra religiosa. Su colega israelí Reuven Rivlin también advierte de que hay que evitar a toda costa una guerra de religión
El martes la exministra británica Sayeeda Warsi escribió el siguiente tuit": Extremistas israelíes irrumpen en Al Aqsa e intimidan a los fieles. Extremistas palestinos irrumpen en una sinagoga y matan a cuatro fieles. Trágico. Paznoguerra." Acto seguido arreciaron las críticas contra Warsi, quien dimitió de su cargo en verano, durante la operación Margen Protector contra Gaza, por la tibieza con que David Cameron reaccionó ante la muerte y la destrucción causadas por el ejército israelí. Las críticas a Warsi se han originado básicamente en medios judíos.
El tuit es interesante en la medida que aborda en pocas palabras el debate que tiene lugar ahora mismo en Oriente Próximo sobre si estamos o no inmersos en una guerra de religión. Mahmud Abás ha recalcado durante las últimas semanas que Israel está desatando una violencia que va a meter la región en una guerra religiosa. Esta observación no es exclusiva del presidente palestino. Su colega israelí Reuven Rivlin, en una entrevista concedida anoche al Canal 2 de la televisión israelí, también advertía de que hay que evitar a toda costa una guerra de religión en unos términos parecidos a los de Abás.
"Parece que hay maniobras de algunos medios que están interesados en que haya una guerra religiosa pero creo que todavía no hemos llegado a ese punto. La retórica es caliente y hay indicaciones en esa dirección, hasta es posible que haya un deterioro, pero es prematuro adivinarlo. Ciertamente hay mucha tensión pero no podemos prever de qué manera se va a resolver", explica Shaul Shenhav, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Hebrea de Jerusalén.
En la mañana del martes dos jóvenes palestinos armados con cuchillos y una pistola irrumpieron en una sinagoga de Jerusalén y mataron a cuatro rabinos y un policía druso. El atentado se lo atribuyeron las milicias del Frente Popular para la Liberación de Palestina, un partido laico que sin embargo eligió una sinagoga para esta operación.
Según algunos vecinos de Yabal Muqabbar, el barrio árabe del sector ocupado de Jerusalén de donde eran originarios los dos jóvenes, el atentado contra la sinagoga se desencadenó como respuesta a la muerte, el día anterior, de un conductor de autobuses del mismo barrio, que apareció colgado en su autobús en un barrio judío de la ciudad. Las autoridades israelíes hablan de suicidio mientras que la familia dice que la víctima fue asesinada y que presentaba señales de violencia por todo el cuerpo.
Los lugares sagrados se han convertido en moneda de cambio en el conflicto, empezando por la Explanada de las Mezquitas, donde a diario entran colonos judíos (y otros israelíes que no son colonos) arropados por la policía israelí para rezar, a pesar de que el statu quo acordado tras la guerra de 1967 dice que los judíos deberán limitarse a rezar en el Muro de las Lamentaciones.
"Los colonos han iniciado los ataques sobre la mezquita Al Aqsa. Hace una semana quemaron una mezquita junto a Ramala. En las últimas semanas han quemado más mezquitas. Durante la guerra de Gaza el ejército destruyó 72 mezquitas, de modo que si se produce una guerra religiosa no seremos nosotros quienes la hemos iniciado", dice Mohammed Stayyeh, uno de los principales líderes palestinos. "De ninguna manera deseamos una guerra religiosa. Estamos ante un problema político que debe resolverse políticamente. Existe una ocupación y los palestinos simplemente tratamos de defendernos. Es cierto que se han atacado algunos lugares religiosos judíos, pero también es verdad que se han atacado muchos más lugares religiosos palestinos, tanto musulmanes como cristianos", continúa Stayyeh.
Uno de los últimos atentados, este mismo mes, lo sufrió el rabino Yehuda Glick, que recibió dos disparos cuando abandonaba un instituto de Jerusalén donde había disertado sobre el Tercer Templo que muchos judíos quieren construir en la Explanada de las Mezquitas. Glick se está recuperando satisfactoriamente de las heridas, pero el incidente apunta en la misma dirección de una guerra religiosa.
La tensión ha crecido tanto en las últimas semanas que hace solo unos días el primer ministro Benjamín Netanyahu viajó a Ammán para reunirse con el secretario de Estado John Kerry y el rey Abdallah, con la sola intención de calmar los ánimos. Netanyahu prometió que Israel no tiene intención de cambiar el statu quo en la mezquita Al Aqsa. Lo que no ha quedado claro es a qué statu quo se refiere Netanyahu: si al de después de la guerra de 1967 o al que han impuesto los israelíes en los últimos años permitiendo la entrada para rezar a los colonos judíos y sembrando un conflicto tras otro en la Explanada de las Mezquitas. Son dos situaciones distintas y Netanyahu no ha precisado a cuál se refiere.
En cualquier caso, el viaje de Netanyahu a Ammán se explica por el interés que tiene el primer ministro israelí de recuperar la calma en Jerusalén con el fin de continuar la expansión colonial en los territorios ocupados sin el ruido de las protestas y los atentados.
"Indudablemente hay una guerra de religión pero el conflicto entre israelíes y palestinos no se puede reducir a eso. Los musulmanes declararon una guerra de religión contra los judíos en 1860, es decir antes de que naciera el sionismo. Para ellos esto es Dar al Islam (La Casa del Islam o el territorio del islam) y los judíos carecemos de legitimidad para vivir aquí. Pero la guerra de los musulmanes contra España será mucho peor que esta porque España también forma parte de Dar al Islam", dice el profesor Abraham Diskin, de la Universidad Hebrea.
Funeral de uno de los policías asesinados en Jerusalén. REUTERS/Baz Ratner
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