En abril pasado se conoció un estudio elaborado por el Centro de Investigaciones Pew Reaserch, en que, más del 40 por ciento de la sociedad uruguaya, dice carecer de “afiliación religiosa”, incluyendo en este grupo a los que se manifiestan ateos, agnósticos o simplemente no se identifican con ninguna creencia en particular.
Ese alto porcentaje que “no cree en nada” resulta muy llamativo si se lo compara con países como Perú, donde la población que no reconoce filiación religiosa representa solo un 3%, o más aún con Paraguay, con un 1,1%.
Detrás de Uruguay, aunque a casi 30 puntos de diferencia, se ubican Argentina, Venezuela y Chile con un 12,2%, un 10%, y un 8,6% respectivamente.
La contracara de este fenómeno, de acuerdo al mismo estudio, es que Uruguay posee el porcentaje más bajo de cristianos de América del Sur: un 57,9%. Aquí también Paraguay presenta el mayor contraste, al ser el país con más cantidad de cristianos de la región con 96,9%.
Pero el altísimo número de cristianos no es un fenómeno exclusivo de Paraguay. Por el contrario, se trata de la regla en nuestro subcontinente. En Perú los cristianos son el 95,5%, en Ecuador un 94,1%, en Bolivia un 93,9%, en Colombia un 92,5%, en Chile un 89,4%, Venezuela 89,3%, por nombrar los casos más relevantes.
De acuerdo con el profesor e investigador de la Universidad de Montevideo, Francisco O’Reilly, consultado por Sofía Benavides de la argentina Infobae (www.infobae.com), la cualidad laicista uruguaya se remonta a los comienzos de la historia del país, en los que la Iglesia no tuvo una injerencia fuerte en el poder, y al proceso de secularización emprendido por el presidente José Batlle y Ordóñez, y que ya lleva más de 100 años.
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