Tras su frustrado nombramiento como comisario de Seguridad, Libertad y Justicia por unas polémicas declaraciones sobre el "pecado" de la homosexualidad y sobre la mujer, Buttiglione recaló el viernes en Madrid para participar y clausurar, ayer, el sexto congreso Católicos y Vida Pública que se ha celebrado en la Universidad San Pablo-CEU.
Según Buttiglione, "hay en una parte de la izquierda europea la tendencia a afirmar una nueva religión civil que sostiene que no está permitido tener convicciones éticas". En el ámbito europeo, estas declaraciones de Buttiglione recuerdan la actual tensión entre el Gobierno y la Iglesia española. El ministro italiano, no obstante, rehusó pronunciarse sobre la regulación de matrimonios homosexuales en España, por tratarse de un asunto interno de un país amigo.
En declaraciones a Europa Press, Buttiglione añadió que hay una relación entre laicismo y terrorismo islamista: "La lucha contra el terrorismo islamista necesita fuerza, coraje, pero también gran capacidad de diálogo y no se dialoga con el Islam desde el punto de vista del laicismo".
'PECADO' DE LA HOMOSEXUALIDAD
En su intervención, Buttiglione habló del rechazo de su candidatura a la Comisión Europea. "Yo acepté ser discriminado", afirmó. Además, se confesó víctima de una caza de brujas. "Pero sin exagerar, porque hasta ahora yo he renunciado a un lugar en la Comisión de Bruselas y hay gente que perdió su vida por defender su fe", manifestó.
Buttiglione explicó el origen de la polémica: "No dije que la homosexualidad fuera pecado, dije que se puede pensar que es posible que yo piense y tengo derecho a pensar que la homosexualidad sea un pecado".
En su conferencia Buttiglione criticó la "presión" existente en la Unión Europea "no tanto para legalizar el matrimonio gay, como para abolir el matrimonio". En su opinión, "la familia es hoy el sujeto más discriminado en Europa". Defendió el matrimonio entre heterosexuales –porque tiene "una función social clara, que es la de la concepción de los hijos y su educación posterior"– y dijo que las madres que tienen que sacrificar una parte de su carrera profesional para criar a los hijos "no pueden ser consideradas ciudadanas de segunda clase. Si hacemos eso, Europa se acaba".
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