Expertos presentan en México la Declaración Universal sobre el tema para el siglo XXI. El laicismo protege a las personas contra la discriminación por sus creencias, declaró la académica francesa.
La laicidad no sólo tiene que ver con la protección de las creencias de los individuos, sino que está ligada a la democracia y a los derechos del hombre, señaló Michell Milot, académica de la Universidad de Quebec, quien refirió que el concepto engloba todas las garantías de las personas, como las sexuales, las morales y las civiles, "para asegurar que en verdad se garanticen sus libertades".
En entrevista tras presentar en El Colegio de México la Declaración Universal sobre la Laicidad en el Siglo XXI -redactada por académicos de Francia, México y Canadá-, la especialista argumentó que la laicidad no "es sólo proteger la creencia de las personas, sino permitirles, sean creyentes o no, que no sean objeto de discriminación por la diversidad de pensamiento".
Por ello, explicó, los principios del documento, que consta de 18 artículos, son autonomía de lo político frente a lo religioso; el respeto a la tolerancia, y garantizar la igualdad en las creencias.
Milot dijo que el objetivo de la declaración es que se convierta en una herramienta "para la expansión y el desarrollo" de las libertades, en el contexto del debate democrático. Además de "que permita a los diferentes grupos de individuos de distintas naciones poder reflexionar y discutir sobre la relevancia de estos temas".
Por su parte, Jean Baubérot, de la Escuela Práctica de Altos Estudios de Francia, aseveró que la laicidad es "una armonía" entre tres aspectos: autonomía política-civil frente a lo religioso, evitar la discriminación y el respeto a la pluralidad de pensamiento.
"La armonía y la sinergia de estos tres elementos es lo que puede ayudar a entender de mejor manera las rutas y los desafíos del siglo XXI. Al plantear estos tres temas se presenta un debate en la sociedad. Mediante ellos, grupos específicos pueden atraer la laicidad a un solo principio por la promoción de sus propios intereses, que es lo más complejo y difícil de la laicidad".
El académico ejemplificó con el tema del aborto: las comunidades y jerarquías religiosas "tienen todo el derecho de expresar y condenarlo moralmente", pero ello no significa que ese rechazo tenga que aplicarse a las leyes de cada país. "Ello debe mantenerse siempre en términos de predicación que no llegue a la ley".
Dijo que el hecho de que un tema sea condenado moralmente, para el laicismo no implica que ese pensamiento se tenga que "aplicar" en las leyes.
En tanto, Rodolfo Stavenhagen, académico de El Colegio de México y relator especial de la Organización de las Naciones Unidas para las Libertades de los Indígenas, estableció que ningún país ha logrado resolver el caso de la diversidad, ya sea cultural, lingüística o religiosa, tanto a escala nacional como internacional, por lo que, consideró, "ese es el reto" de esta sociedad, pues son las diversidades y diferencias entre culturas las que han conducido a la humanidad a varios conflictos por la tendencia a homogenizar los proyectos e ideas.