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«La laicidad positiva es un taparrabos que justifica y legitima los caprichos de Sarkozy»

El filósofo francés Michel Onfray, conocido por ser el autor del polémico libro Tratado de Ateología acusó al presidente francés, Nicolas Sarkozy, de haber inventado el concepto de “laicidad positiva” que tan bien acogió el Vaticano para “justificar y legitimar” sus “caprichos” y tener una excusa para recibir al Papa en el Elíseo con honores de Estado, tal y como lo hizo el pasado….

Para este ateo declarado, “la laicidad positiva es un taparrabos que justifica y legitima los caprichos de Nicolas Sarkozy".

Nicolás Sarkozy recibió a bombo y platillo al Papa Benedicto XVI en su visita a Francia y ambos hablaron en sus discursos sobre la importancia de una “laicidad positiva”, un término que el presidente francés había llevado a Roma durante su visita a la Santa Sede y con el que la cumbre de la Iglesia se había mostrado encantada. Sin embargo, para Michel Onfray, probablemente uno de los ateos más destacados del panorama internacional, esta laicidad positiva no es sino “la renuncia a la laicidad”.

Lo negativo de la laicidad positiva
En una entrevista concedida a la revista El Siglo, el autor del Tratado de Ateología advirtió que los partidarios de esa laicidad “presentan las concesiones hechas a las religiones como el signo de algo positivo, cuando la verdadera laicidad se convierte, en esta lógica, en algo negativo, intolerante e intransigente”. “Con la ‘laicidad positiva’ hemos dejado entrar por la ventana lo que el espíritu de la revolución francesa había hecho salir por la puerta”, lamentó.

Intereses personales de Sarkozy
Para Onfray “resulta sorprendente que Francia como país haya recibido a Benedicto XVI como lo ha hecho”, pero “no es sorprendente por parte de Sarkozy”, ya que el presidente francés “gobierna según sus propios caprichos y no tiene el sentido de la República, ni de la Nación, ni de los símbolos”. A su juicio, “el presidente no habla en lugar de todos los franceses” ni “en lugar de la Nación”, sino que “actúa según el principio del gobierno personal, facilitando las nominaciones de amigos, nombrando en lugares estratégicos del Estado a sus relaciones personales y tomando decisiones políticas que favorecen a sus amigos”.

Alteración de la imagen de Francia
En este sentido, el filósofo apuntó que Sarkozy recibió al Papa “como podría invitar a un actor de cine o a un futbolista de la selección francesa” y, con ello, y mediante sus discursos en el palacio presidencial, “se ha alterado simbólicamente la laicidad del Estado”, y también la “imagen de Francia en Europa y en el mundo”.

"Era de la teología"
Aunque en el país galo un 70 por ciento de la población se considera creyente, solo un 10 por ciento reconoce ser practicante. Muchos, aún así, para Onfray, que lamentó que no se haya abandonado “una era de la teología en la que estamos estancados alegremente” y que “existe como contrapunto a una tradición ilustrada”.

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