El Congreso planea homenajear a una monja que creó una congregación «ultra»
Decidió escindirse de las carmelitas descalzas tras el Concilio Vaticano II por considerar la nueva doctrina demasiado progresista. Fundó una de las congregaciones más rígidas y ultraortodoxas que existen. En su canonización se valoraron "las amenazas" que sufrió tras ser apresada durante la Guerra Civil por las tropas republicanas. Ahora va a tener su homenaje, con placa incluida, en el Congreso de los Diputados, dominado y presidido por los socialistas.
Podría ser el último milagro de la madre Maravillas, nacida en 1892 en Madrid y muerta en 1974 en el convento de La Aldehuela, en esa misma provincia. Documentos aceptados por la Iglesia glosan la vida de esta carmelita por su continuo sacrificio y sumisión y su infinito deseo de ser humillada. Hablan de una vida llena de castigos infligidos a sí misma como colgarse de la melena a una viga "para sufrir por Jesús" o dormir vestida y sentada en el suelo, cinco horas cada noche.
"Déjate mandar. Déjate sujetar y despreciar. Y serás perfecta", es una de las frases que la biografía Vida de la madre Maravillas atribuye a esta mujer que abandonó una vida acomodada -era hija del embajador español en la Santa Sede y Ministro de Fomento Luis Pidal- para abrazar su vocación. Lo hizo, según las crónicas, a los cinco años. Cuando los niños piensan en jugar, ella decidió que moriría en un convento en castidad. Según la web del Vaticano, su nombre de santa (fue beatificada en 1998 y canonizada en 2003) es: "Santa María Maravillas de Jesús, virgen".
Captación de adolescentes
Su ejemplo fue utilizado por el grupo ultraconservador Getsemaní para captar a unas 200 adolescentes en 2000 a espaldas de sus familias -que denunciaron tretas y engaños- y destinarlas a los conventos de clausura fundados por Maravillas con métodos puestos en duda hasta por la Conferencia Episcopal. Ésta llegó a criticar "su mensaje muy restrictivo de Cristo" y "el secretismo" con los padres de los religiosos y las chicas. Éstas tomaban los hábitos al cumplir 18 años, por lo que la investigación no condujo a nada.
El milagro más famoso de los que la condujeron a los altares fue el del niño argentino Manuel Vilar que, según sus padres, parecía haberse ahogado al caer a una piscina el 19 de julio de 1998, a los 18 meses. Fue trasladado al hospital en parada cardiorrespiratoria, pero su madre, impasible a la tragedia, rezó a la madre Maravillas hasta que el niño se recuperó. Ella murió un 11 de diciembre, día en que, desde su canonización en 2003, es celebrada como santa. "¡Qué felicidad morir carmelita!", dicen que gritó, jubilosa, durante su agonía. Cuando falleció, su cadáver olía a nardos, un síntoma más, según la Iglesia, de su santidad. Ahora podría verse también reconocida por el Congreso.