La Iglesia teme que las leyes del Gobierno sean imitadas en Latinoamérica
La reciente visita de Bertone a México como enviado pontificio al Encuentro Mundial de las Familias, el pasado 23 de enero, ofreció una gama de discursos cargados de simbolismo y lecturas para España. En su intervención ante el presidente de la República, Felipe Calderón, el cardenal defendió el derecho a la libertad religiosa como «fuente y medida de todos los demás derechos fundamentales» para que un Estado se sienta plenamente democrático. El mensaje sirve para el Gobierno de Zapatero, que se dispone a actualizar la ley de libertad religiosa, uno de los textos con mayor consenso de la democracia, justo cuando se cumplen 30 años de su promulgación. El 'primer ministro' del Vaticano viene a Madrid, precisamente, para impartir una conferencia sobre Derechos Humanos.
La intervención se produjo en el Teatro de la República de Querétaro, santuario del Estado laico, donde se cantó por primera vez el himno nacional mexicano y donde se fraguó su primera Constitución política. Lugar sagrado del laicismo, el emblemático teatro escuchó la llamada a tender puentes entre la fe y la razón y a cambiar el laicismo del siglo XIX por un laicismo positivo.
Bertone abogó por superar la ruptura entre el Evangelio y la cultura y se manifestó contra formas «anticulturales» a pesar de que están escritas con «leyes modernas». Una lista «larga» en la que incluyó el aborto. Esta evangelización de la cultura es un discurso recurrente en los líderes eclesiales, cuando, según su diagnóstico, ni el Estado ni el mercado «son capaces de ofrecer al hombre el sentido profundo de la existencia».
En esta nueva evangelización juega un papel estelar España, que «si dejase de ser católica, dejaría de ser España», en palabras del cardenal Cañizares, que actuará de lazarillo de Bertone en esta visita. España es un punto de referencia en América y en el Vaticano temen que el 'efecto Zapatero' -su legislación en derechos civiles y ciudadanos y su relativismo antropológico- sea imitado en Latinoamérica, el gran granero de la Iglesia católica, y en Europa, donde algunas instituciones se pronuncian ya sobre asuntos como el aborto, la eutanasia o la homosexualidad.
El hombre de confianza de Benedicto XVI aprovecha cualquier ocasión para reivindicar la protección de la familia, «fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer», como uno de los valores «no negociables», entre los que también incluye la defensa de la vida desde su concepción o la libertad de educación de los hijos. Familia, escuela y vida, un trigémino muy sensible que provoca las profundas y permanentes migrañas entre el Gobierno y la Iglesia.