Hasta ahora, las monedas eran objeto de coleccionista
Por primera vez desde la entrada en vigor del euro en enero de 2002 y por obligación de una decisión europea, El Vaticano pone en circulación sus propias monedas, hasta ahora reservadas a los coleccionistas.
Sin embargo, la puesta en circulación es muy limitada ya que las tan solo se emitirán las de 50 céntimos, y estas no se encuentran más que en los comercios situados en el recinto de El Vaticano, accesibles a un número muy restringido de personas.
Por otro lado, los cajeros de los comercios (el supermercado, la oficina de correos o la gasolinera) no están autorizados más que a dar dos piezas con el rostro de Benedicto XVI y la inscripción «Città del Vaticano 2010» («Ciudad del Vaticano 2010»)
Hasta el momento, estas monedas no eran comercializadas más que por el propio Vaticano. Reservadas a los coleccionistas, eran una apreciable fuente de ingresos: la última serie, de un valor real de 3,88 euros, se vende por 30 euros.
Un acuerdo entre Bruselas y El Vaticano
La difusión de estas monedas se debe a un acuerdo firmado entre la Unión Europea y El Vaticano. Dicho trato acuerda que «al menos un 51%» de las monedas acuñadas por la ciudad vaticana deben ponerse en circulación a su valor nominal. A su vez, se autoriza al Estado papal a producir el doble de moneda (al menos 2,3 millones de euros para 2010 frenet a los 1,074 millones de 2009)
Acuñando moneda desde 1929
El Estado más pequeño del mundo, que acuña moneda desde su creación en 1929 tras los Acuerdos de Latran, entró indirectamente en la zona euro a la vez que los primeros doce países, gracias a unos acuerdos firmados con Italia. Las monedas con la imagen de Juan Pablo II se pusieron en circulación el 1 de marzo de 2002, lo que provocó una verdadera avalancha de coleccionistas. En un principio, El Vaticano fue autorizado a acuñar moneda por un valor anual de 670.000 euros.