Benedicto XVI aterriza en Santiago, donde le reciben los Príncipes de Asturias.- El Pontífice expresa su preocupación por el “laicismo agresivo” que existe en España.- Unas 200 personas han dormido al raso en la capital gallega para conseguir
En medio de un cielo con niebla, el avión del papa Benedicto XVI ha aterrizado en aeropuerto de Lavacolla, en Santiago de Compostela, donde ha sido recibido por los Príncipes de Asturias y una multitud de cientos de fieles, entre gritos de "¡Viva el Papa!". Durante el vuelo, el Sumo pontífice se ha mostrado preocupado por la existencia en España de un "laicismo agresivo" y ha establecido una relación directa entre el actual choque entre fe y laicismo de la España de Zapatero con el anticlericalismo de la Segunda República, durante los años treinta.
La expectativa ante la llegada del Papa era grande. En la Plaza del Obradoiro, las sillas instaladas para la misa que Benedicto XVI oficiará en Santiago, hoy a las 16.30 horas, han recibido a las ocho de la mañana a los primeros seguidores del Papa. Aquellos, unos 200, que han dormido en sacos sobre el suelo de piedra de la ciudad durante la noche y esos otros que han llegado al centro histórico de Compostela en autobús pasadas las 6 de la mañana.
Los agentes de la Policía Nacional que abarrotaban la zona se han esforzado en evitar que muchos fieles, que han llegado después, entre ellos una gran cantidad de religiosas, se colasen para entrar antes a la plaza que los penitentes que han soportado el frío de la noche a la intemperie. Apenas unos minutos después de abrir la plaza, ya se congregaban allí unas 2.000 personas. La Iglesia aspira a que sean 6.000.
No ha llovido durante la noche y para hoy se espera un cielo de nubes y claros hasta después de la misa de dos horas y cuarto que presidirá por la tarde Benedicto XVI. Con todo, al final de la madrugada, una fría niebla ha aterido a los fieles -los termómetros marcaban 9 grados, pero la sensación térmica, según Meteogalicia, era de 6,7- por las calles viejas de Compostela.
Los primeros en entrar en la plaza han sido tres monjes cistercienses de la abadía de Damos, en Lugo, y después les han seguido grupos de seminaristas, monjas, jóvenes cristianos y colectivos parroquiales entre los que incluso se encontraban niños que han pasado la noche al raso. Para espantar el sueño y el frío entonaban cánticos religiosos y coreaban lemas como "¡Benedicto cómo mola, se merece una ola!".
Durante la noche no se han registrado incidentes como los del jueves, entre los grupos opuestos a la visita y los agentes de seguridad que blindan el casco histórico. En las últimas horas, incluso se han sellado alcantarillas para evitar atentados. El ambiente de copas -los bares tenían licencia municipal para abrir la noche entera- se ha mantenido alejado de las inmediaciones de O Obradoiro. En las calles próximas a la plaza, al contrario, muchos locales han desistido de su plan inicial de servir de madrugada cafés calientes y bocadillos a los fieles. Según los propietarios, no les compensaba porque tampoco eran tantos.
A las 10.00, el recorrido de más de 12 kilómetros que completará hasta la ciudad saludando a sus fieles, ha quedado cerrado al tráfico rodado.
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