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Apelando al populismo del «pueblo de Dios»

Las dos candidatas se han reunido con los dirigentes evangélicos de Chile.

La solidez de un político se prueba básicamente en la adversidad o en puntos de inflexión. Es ahí donde  figuras como De Gaulle, Mitterand, Enaudi, Karamanlis, entre muchos, clavaron su nombre en la historia. Es en esas mismas situaciones donde afloran las falencias de quienes carecen de esa visión y fortaleza. Se podrá decir que nombres como los antes mencionados son por definición excepcionales y, por tanto, no constituyen regla alguna. Cierto, aunque los modelos ejemplares algo indican sobre lo que se espera en general sobre líderes  e instituciones.

Así  como existe una grandeza fuera de lo común, hay una pequeñez de igual tipo. Un ejemplo de lo anterior es el recurrir al  populismo desvergonzado. Explotar las carencias de los pobres, la ignorancia, los temores a la inseguridad, y uno particularmente peligroso: el que juega con las creencias de los individuos, con tradiciones que buscan dar sentido a la vida humana, aquellos que buscan raptar para sí a Dios  ¿Existe acaso un populismo más feroz   que el del “pueblo de Dios”?

Evelyn Matthei lo ha introducido por primera vez de modo relevante en nuestra vida política. Mal que mal es una candidata a la Presidencia. Por cierto, no es la primera figura política  que  invoca a Dios como su aliado. Por mencionar dos: el fundador de su partido (la UDI) Jaime Guzmán y el presidente Sebastián Piñera. No obstante, hay buenas razones para suponer que no son casos equiparables. Lo de Guzmán se explica como parte de una comprensión hispánico-fundamentalista de nuestra identidad; lo de Piñera es simple y vulgar fuego pasional por las citas, expresión de la fe del carbonero e incontinencia verbal, nada más.  Lo de la candidata aliancista es populismo bíblico, esa es la diferencia.

¿Por qué?

Matthei hasta ahora nunca había oficiado de guardiana de las verdades y normas de la Biblia. Es más, había cultivado un perfil más bien liberal que se hizo particularmente evidente en su posición sobre el divorcio y, ni más ni menos, con la presentación, junto a Fulvio Rossi, de un proyecto de aborto terapéutico. Ella misma señaló poco antes de asumir como  candidata, ser una UDI distinta, debido justamente a estos factores. Eso explicaba, a juicio de ella, no ser querida en su partido ¿A qué se debe su cambio? Como los caminos del Señor son misteriosos, podría ser  que lo suyo sea un caso de conversión súbita, una suerte de Saulo de Tarso contemporáneo. Otra opción es el cálculo político. Ante una desigual segunda vuelta y luego de ser uno de los candidatos menos competitivos de la derecha en las últimas décadas, puede haber caído en la tentación por tratar de movilizar electoralmente a un grupo que con más facilidad podría ser receptivo a una ” llamada”.

El tema no es lo acertado o no de la maniobra, ni tampoco si  tendrá el efecto  deseado o simplemente matará el intento por remozar su comando con figuras más jóvenes, centristas y liberales (difícilmente podría  existir desde su sector algo menos moderado, renovador  y liberal que la “derecha religiosa”); lo relevante es lo peligroso de esa forma de populismo  que necesariamente busca generar una división entre los ciudadanos, que excede las diferencias razonables existentes en una sociedad democrática y de espíritu republicano.

Se traspasa la línea de la legítima diferencia entre quienes desean tal o  cual política pública,  entre los que poseen determinadas sensibilidades versus otras; por el contrario,  se entra necesariamente en el ámbito de la lucha entre el “bien” y el “mal”, la lógica de poseedores de una verdad absoluta o equivocados de modo igualmente absoluto, defensores del orden moral y sus enemigos. La estructura argumentativa  de las religiones y mitos no son compatibles con sociedades democráticas, necesariamente, ya que tarde o temprano las debilitan. No es casual la forma religiosa de los totalitarismos.

¿Significa que la creencia religiosa debe ser motivo de “persecución laica”? Obviamente que no. Para su propio resguardo debe privatizarse. En una sociedad democrática, la privatización de lo religioso es parte de la garantía tanto de su propia existencia (la democracia), como de la pluralidad de creencias tanto religiosas como seculares. La pretensión de Matthei de imponer una particular interpretación de verdad bíblica como norma general de un gobierno, implicaría violentar la conciencia de quienes poseen otras interpretaciones o credos.

Justamente, ese laicismo que ataca Matthei es la única fuente que al final del día da sustento a un estado de derecho que garantiza la existencia  de una multiplicidad de dioses que los creyentes siguen, así como  a quienes rechazan a cualquiera de ellos.
Ese populismo que busca movilizar al “pueblo de Dios” ha sido practicado en otras latitudes con resultados catastróficos para la derecha. El daño al Partido Republicano en Estados Unidos, a juicio de un ícono del conservadurismo,  como Barry Goldwater, duraría  décadas e inclusive -a su parecer- podía arrastrar a toda la nación. Es básicamente una expresión empobrecida del fenómeno religioso que apela  a sus aspectos más irracionales y por la pasión que envuelve  una vez que se le desata,  su resultado es impredecible.

Por eso, esas manifestaciones están más cerca de la irracionalidad del nacionalismo, del racismo o del sexismo. Nada tienen que ver con la reflexión mística de un Scholem, la teología de un Niebuhr o la caridad de una Sor Teresa de Calcuta. Es simple pasión irreflexiva transformada en arma política; es certeza como ceguera, sin duda. Pocos entendieron tan bien el valor de esto último (capacidad de dudar) como Bertrand Russell y Charles Bukowski, al percatarse que buena parte de los problemas de una sociedad se deben a que los ignorantes están plagados de convicción y los hombres sabios repletos de dudas. El populismo del “pueblo de Dios” es un llamado a la movilización fanática.

Matthei dio el mejor argumento para que todo aquel que valora el pluralismo, la democracia, cree en una sociedad republicana, e inclusive para quien se toma en serio el fenómeno religioso, no vote por ella. Desde esas perspectivas es inelegible.

Evelyn Matthei candidata derecha Chile

Evelyn Matthei candidata derecha Chile

evangélicos Chile

La candidata reunida con los dirigentes evangélicos de Chile

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