Imposible negar importancia a la crisis que sufre la Iglesia Católica. Para graficarla basta recordar que un Papa tuvo que renunciar, hecho muy poco común, y que Jorge Bergoglio intenta ser respuesta a semejante problema. No faltan voces que adjudican al nuevo Pontífice carácter "revolucionario". Esta curiosa revolución, tipificada con el adjetivo "actitudinal", intenta preservar intacta la doctrina católica. Una pregunta golpea: ¿resolver la crisis sin cambio de doctrina?
Más aun, no existen noticias que se le haya iniciado juicio canónico al curita Christian von Wernich, condenado por violación de los Derechos Humanos, y menos aún que el Papa Francisco haya atendido la solicitud que le enviara, a través del nuncio apostólico en Buenos Aires, la Asamblea Permanente para los Derechos Humanos. Con fecha 6 de agosto de 2013, desde la APDH se dirigieron a "Su Santidad" para que "en virtud de su autoridad canónica y espiritual, interceda, instruya, ordene, o cuanta acción considere útil, para que Franco Reverberi se allane al proceso judicial que se sustancia en la República Argentina". En la epístola, le comentaron al Papa Francisco que según el diario italiano Corriere della Sera, Reverberi Boschi encontró "refugio en la iglesia de Sorbolo, provincia de Parma, Italia, donde se encuentra desde 2011. Allí vive en la casa del párroco de Sorbolo, Giuseppe Montali, que se encuentra detrás de la iglesia, frente al ayuntamiento local" pese al pedido de captura de Interpol. De modo que violar niños, y asistir a actos de tortura –según el Derecho Canónico actual– no merece la excomunión, y esa es la doctrina que defiende Jorge Bergoglio.